Cuadro de costumbres

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Mientras le estrujan las ubres la vaca medita y asocia recuerdos como éstos; el éxodo de un pueblo mortificado por los aviones que pasas volando rasante con las agujas de las balas clavando la familia humana. Le parece ver casas destripadas, ollas con tizne, una guitarra absurda, cuellos sueltos, una salida de cama, la palmatoria. También llega la policía a la casa del bandido y destripa su colchón buscando el producto del robo. Es probable que en alguna parte del país se esté proyectando una película en que grupos de obreros descarguen barras de oro en el Banco Central. También una madre en el colmo de la alegría toma su seno derecho entre el pulgar y el índice y lo calza en la boca de su hijo que succiona su contenido sin saber que mezclados con la leche van fragmentos de la vida, sucesos que parecían olvidados para siempre y que se licuaron hasta tener un sabor dulce, entibiados por la ternura de la propietaria del alimento.

Alfonso Alcalde
No. 69, Abril – Junio 1975
Tomo XI – Año XI
Pág. 279

El espectador siempre tiene la razón

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Una bailarina que practicaba en público el desnudo total, llevada por un exceso de entusiasmo dejó caer un seno en el escenario. Luego invitó al más curioso de los espectadores a mirar por ese ojo prohibido. En el fondo de la pieza estaba tejiendo una señora de edad de aspecto respetable. Afuera llovía sin consuelo y hasta se escuchaba un piano triste, blando, sonado muy bajo, suave como si tuviera frío, lo que no era efectivo.

Alfonso Alcalde
No. 68, Enero-Marzo 1975
Tomo XI – Año XI
Pág. 189

El ahorro siempre beneficia a los moribundos

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En un mismo tren van dos pasajeros desconocidos que tienen igual identidad, la misma cantidad de vivencias y pavores, similar estatura y rostro. Cuando se produce el choque a la altura de la estación Las Tralcas, las dos imágenes —como es obvio— se juntan. Sólo el pasajero que venía en primera clase queda un poco descentrado del molde original. El resto coincide en todo de tal manera que el sacerdote al darles la extremaunción se ahorra la ostia, lo que no es poco decir,

Alfonso Alcalde
No. 68, Enero-Marzo 1975
Tomo XI – Año XI
Pág. 179

Una verdadera herramienta de trabajo

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Los que conocieron al cerrajero Petit Lorrain alababan su genialidad. Había nacido para hacer manos postizas perfectas. Eran herramientas prodigiosas; tenían en su interior mecanismos que fueron precursores del reloj. Si el usuario iba a entrar en combate, antes de empuñar la espada le bastaba darle cuerda al pequeño motor y dejar una pequeña flecha frente a un número determinado. Sus movimientos más famosos eran: 1) posición antojadiza para abarcar el seno completo de una adolescente. 2) posición correcta para orinar sin peligro de mancharse la ropa. 3) posición flexible para subirse los pantalones antes de que llegara el marido de la señora del admirador del héroe.

Alfonso Alcalde
No. 68, Enero-Marzo 1975
Tomo XI – Año XI
Pág. 143

Los cirujanos también son víctimas de tentaciones

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Hay que reconstituir el cuadro. En primer término todo es legal. El cuchillo, la sangre, la situación, los atenuantes, los caprichos del artista, la posibilidad de hacer una contribución a su manera. Y aunque la enfermedad no sea grave hay que ponerse en el caso del cirujano cuando tiene todo un mundo por delante. Un cuerpo que le pertenece como en el primer día del mundo y que las circunstancias de la vida lo fueron atando en torno a un nombre y una colección de huesos y hasta es padre de familia y tiene domicilio reconocido. Y además, articuló como Dios manda sus células, se produjo cierto equilibrio en el edificio humano desde la piedra fundamental del alma hasta las uñas, todo enredado con venas, cartílagos, pieles y memorias. Entonces cómo no intervenir para romper este equilibrio y saltarle las amarras a la víctima, cambiarle el número de su cabeza, perforarle los recuerdos, dejarlo lisiado en el fondo de las tinieblas como en otros tiempos cuando por un lado avanzaba un solo ojo, nada más que un solo ojo, y por el otro la mirada, y por algún extremo el sexo de la humanidad, y por el camino contrario venían los hijos, el éxodo de los pequeños que fueron degollados, uno por uno, con una prolijidad que aún hoy asombra leyendo cualquier tratado de cirugía general.

Alfonso Alcalde
No. 67, Octubre-Diciembre 1974
Tomo XI – Año XI
Pág. 77

Bautizar las palabras resulta un verdadero rompecabezas

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El que descubrió el agua reconoce que fue por casualidad. Luego se le metió en la cabeza inventar el fuego. Pero su problema más grande consistía en descubrir un nombre para cada cosa, porque nada estaba bautizado y no había ninguna diferencia —hasta ese momento— entre un caballo y un teléfono. Si decía “árbol”, ningún árbol se daba por enterado moviendo las alas en señal de comprensión o complicidad. Al decir “perro”, nadie movía la cola. Si nombraba “vaca” bien le contestaba una gaviota, un mono-patín, algún submarino. Si se ponía a juntar los pedazos de lo que iba a ser la primera campana y después le ponía un nombre antojadizo como piano, por ejemplo, todo quedaba en silencio nadando en el misterio como si una gran sordera hubiera invadido la Tierra cuando todo humeaba después de los orígenes. Entonces se le ocurrió decir “niño” y fue a buscar uno al colegio y lo sorprendió copiando una tarea de su compañero de banco. Después de mucho discutir pudo llegar a un acuerdo con el profesor jefe. La gente mayor, los que ya podían hace uso de la bicicleta, levantar una casa, desnudar una mujer, ser rey de algo ése se llamaría “padre” y en cambio, los más pequeños, los que eran capaces de obedecer, casi ciegamente, de usar ropa más reducida, de entretenerse tirándole piedras a un anciano vagabundo, esos se iban a llamar “hijos”, de ahora en adelante.

Alfonso Alcalde
No. 67, Octubre-Diciembre 1974
Tomo XI – Año XI
Pág. 73

Algo insólito sobre la moral pública

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El gato iba por el tejado y se encontró con un gallo que regresaba de compras. La curiosidad de ambos contrincantes permitió confirmar que el gallo traía huevos en su canasto y el gato, una gata en las pupilas. La denuncia por atentar contra la honra y las buenas costumbres la hicieron en forma simultánea pero en comisarías distintas.

Alfonso Alcalde
No. 67, Octubre-Diciembre 1974
Tomo XI – Año XI
Pág. 65

Una madre, gracias a Dios, puede elegir el futuro de sus hijos.

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La Flaca al ver por primera vez un preservativo asoció la idea a un acuario con pequeños peces.

Su sentido del humor llegaba a tales extremos que se permitía cortarle la punta sin que el galán la sorprendiera de modo que todos sus hijos eligieron la carrera del mar cuando llegó el momento de ganarse la vida por su propia cuenta.

Alfonso Alcalde
No. 67, Octubre-Diciembre 1974
Tomo XI – Año XI
Pág. 64

Alfonso Alcalde
No. 85, Enero-Febrero 1981
Tomo XIII – Año XVI
Pág. 564

Se supone que el sistema nervioso es culpable de torcidas maquinaciones

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Casi fue en su origen que le metieron tantas cosas en la cabeza al cerebro. Si bien al comienzo sólo se trataba de un timbre de alarma (una señora de edad que abría rabiosa la puerta condenando con el puño a los niños que huían en desbandada), más tarde llegaron torneros, electricistas comenzando a desenredar la madeja, conectando a su antojo hilos y motores, dejando los resultados a la vista, una complicación que no termina nunca y en permanente corto-circuito. Kilómetros de finos engranajes quedaron sobrantes y sin destino con los cables sueltos. De ahí que los propios instaladores del sistema regresaran a su casa dominados por la esquizofrenia llegando en los extremos de su locura a inventar el cortaúñas, la bicicleta, el sartén, los guantes y otras sandeces.

Alfonso Alcalde
No. 67, Octubre-Diciembre 1974
Tomo XI – Año XI
Pág. 41

Novia inconclusa

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La modista, de acuerdo con su larga experiencia, necesitaba dos carretes de hilo blanco para terminar el vestido de la novia. Salvo en los casos en que la hermosa mujer estuviera esperando familia, la misma cantidad servía para unir los flotantes velos. Pero en el último tiempo, sin que mediara ninguna explicación, sigue comprobando que necesita un tercer carrete. La nueva cantidad de hilo se enreda entre los pliegues con un placer sardónico, como si fuera cerrando puertas en el albo laberinto dejando ciertas señales sospechosas. Por último, cuando el novio se dirige al dormitorio siguiendo la interminable huella del hilo untado con pérfido vidrio molido (el mismo que se usa en el juego de volantín cortado) comprende que es demasiado tarde para retroceder y termina ahorcado una vez que cumple con el deber establecido estrictamente por la ley en la luna de miel.

Alfonso Alcalde
No. 66, Agosto-Septiembre 1974
Tomo X – Año X
Pág. 751

Alfonso Alcalde
No. 85, Enero-Febrero 1981
Tomo XIII – Año XVI
Pág. 515

Si el placer se midiera por las apariencias

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A las cuatro de la tarde, la prostituta, al despertar goza de un momento de libertad. Hace un recuento con la boca seca y los ojos aún húmedos. Mirará el dinero que el último cliente dejó en su velador alumbrado por la lámpara de globo. No podrá evitar mientras bosteza, sugerirse la idea que si sumara a los 25 años de oficio todos los hombres que se han acostado con ella, podría con toda facilidad acercarse a la luna. Bastaría con colocar en una descabellada posibilidad, un sexo después del otro en un abierto desafío contra la ley de gravedad interrogando a las estrellas sobre su felicidad o desdicha pensando que el amor es una quimera o en todo caso un engañoso juego de artificio.

Alfonso Alcalde
No. 66, Agosto-Septiembre 1974
Tomo X – Año X
Pág. 715

Si el placer se midiera por las apariencias


A las cuatro de la tarde, la prostituta, al despertar goza de un momento de libertad. Hace un recuento con la boca seca y los ojos aún húmedos. Mirará el dinero que el último cliente dejó en su velador alumbrado por la lámpara de globo. No podrá evitar mientras bosteza, sugerirse la idea que si sumara a los 25 años de oficio todos los hombres que se han acostado con ella. Bastaría con colocar en la descabellada posibilidad, un sexo después del otro en un abierto desafío contra la lay de gravedad interrogando a las estrellas sobre su felicidad o desdicha pensando que el amor es una quimera o en todo caso un engañoso juego de artificio.

Alfonso Alcalde
No. 84, Noviembre-Diciembre 1980
Tomo XIII – Año XVI
Pág. 377

Curso de lectura intensiva


“El suicida que se lanzó al vacío comenzó a volar antes de llegar a su destino. Desde el treintavo piso 30 personas estaban leyendo junto a la ventana que daba a la calle de cada departamento en el mismo diario, idéntica noticia. De este modo, el hombre a quitarse la vida se informó sin costo alguno que la Segunda Guerra Mundial había terminado dejando un saldo pavoroso de muertos y heridos y en su mayoría inocentes, según la opinión de sesudo editorialista. ¿y qué diría el aviso económico que apenas alcanzó a captar con el rabillo del ojo?.

Alfonso Alcalde
No. 94, Septiembre-Octubre 1985
Tomo XIV – Año XXI
Pág. 773

Pericias del soldado

Yo le dije al mariscal del campo con todo respeto: —Usted me envía al matadero. Está previsto que en este ataque nadie escapará con vida. Ahora bien, usted me obliga a disparar con ese torpe fusil que tiene un corcho en la punta, mi general. Usted me dice que esperamos la hora cero para asaltar al enemigo que nos espera con las ametralladoras camufladas en las casamatas. Mi capitán, no es que yo sea cobarde. Saludo a la bandera antes de partir, soy joven, difícil sostener que tengo derecho a la vida porque la guerra es la guerra, eso está claro, mi cabo, pero el hecho de que yo me haya enredado con su mujer, después de todo, se puede arreglar con un trato de caballeros. En todo caso cuando se acueste con ella dígale que mis últimas palabras fueron: ¡Viva la patria, viva el amor!, pero no le dé mayores detalles cuando se ponga a llorar y salga a buscarme en medio de la noche, mi sargento cornudo.

Alfonso Alcalde
No 70, Julio-Diciembre 1975
Tomo XI – Año XI
Pág. 415

No sólo el alma recoge sensaciones, placeres y hechos de sangre


Si el seno contara su triste historia aparecería en la pantalla de su dueña una verdadera película de suspenso. Cometido el crimen perfecto y llegado el momento de iniciar la investigación de rigor, los sabuesos encontraron al bordear la primera curva, algunas huellas digitales bastante reveladoras que sirvieron para dar con la pista del asesino. Mas, antes de que se cerrara el proceso se descubrió que otras manos al posarse en forma sucesiva sobre el cuerpo del delito también dejaron como testimonio su desesperación, el amor furtivo, hasta que llegó ese náufrago aferrándose al pezón como si se tratara de un madero salvador. Hecho que efectivamente la propietaria aceptó ante la sorpresa de los miembros del tribunal calificador que la escuchaba con cierta sorpresa un tanto fingida.

Alfonso Alcalde
No 70, Julio-Diciembre 1975
Tomo XI – Año XI
Pág. 391

El origen de la vida determinó el tira y afloja contra la muerte

 

Zumba el espermatozoo perseguido por la policía: existen tantas sospechas. La contienda es desigual. La competencia establece un ritmo endiablado desde el primer instante. No me importa olvidar los principios fundamentales. Lo único que vale en estas circunstancias es sobrevivir para que el sol no se hunda en nombre del placer o de la muerte. El emigrante por momentos camina al filo de la navaja: su especialidad. Sin embargo, la carcajada que se escucha en esos laberintos y socavones nada tiene que ver con el llanto de abatimiento de los otros postulantes. Por eso muestran su desconsuelo en la puerta del útero, como esas gigantescas catedrales góticas que llagado el crepúsculo hacen chirrear sus goznes y le dan con la puerta en las narices a los mendigos.

 
Alfonso Alcalde
No 70, Julio-Diciembre 1975
Tomo XI – Año XI
Pág. 377

La bailarina y el seno


Una bailarina que practicaba en público el desnudo total, llevada por un exceso de entusiasmo dejó caer un seno en el escenario. Luego invitó al más curioso de los espectadores a mirar por ese ojo prohibido. En el fondo de la pieza estaba tejiendo una señora de edad de aspecto respetable. Afuera llovía sin consuelo y hasta se escuchaba un piano triste, blando, sonando muy bajo, suave como si tuviese frio, lo que no era efectivo.

Alfonso Alcalde
No. 90, 1984
Tomo XV – Año XIX
Pág. 323

Los deseos configuran aspectos temibles de la personalidad


Es un hecho que W. H. Hudson congestionó la libido transformando el deseo sexual en una ecuación equívoca. En su libro “La Edad de Cristal”, el mundo se convierte en un paradisíaco predio agrícola. El trabajo no escasea, hay tiempo para la premeditación y la alevosía. La mujer es una abeja productora (una por casa) que lava, teje, copula, produce, intriga, satisface, molesta, agravia, adula, enternece. Sobre sus hombros pesaba la responsabilidad de la reproducción. El resto de las damas vivía de los efluvios del “amor vegetal” controlado por una yerba reducidora de los deseos hasta que el aburrimiento de las mujeres en estado de merecer armó la revuelta y con esos precedentes en la mano, gente sin escrúpulo inventó más tarde el biógrafo.

Alfonso Alcalde
No. 83, Septiembre-Octubre 1980
Tomo XIII – Año XVI
Pág. 315

Alfonso Alcalde


Alfonso Alcalde Ferrer (Chile, 1921-1992) fue periodista, escritor, guionista y poeta.

Sus estudios básicos los realizó en el colegio inglés de Punta Arenas, ciudad donde también recibió cursos de piano. A los doce años, su padre, el español de La Rioja, Ángel Alcalde, lo envió a continuar sus estudios en Santiago. Es en esta época cuando abandona el colegio e inicia un período de errancia, que lo llevó, primero, al Chaco argentino, luego siguió camino hacia Córdoba, y después a Tucumán, Salta, Jujuy, Buenos Aires, para, continuar posteriormente a Bolivia, específicamente a Oruro. Durante este peregrinaje juvenil, Alfonso Alcalde realizó diversos oficios, tales como: cuidador de plazas, camarero, ayudante de mineros y auxiliar de funeraria. Dentro de las vicisitudes que enfrentó en esa época está el paludismo. Luego de estar al borde de la muerte, logró ser repatriado por vía marítima a Valparaíso, gracias a la ayuda de Marta Brunet, en ese entonces funcionaria de la embajada chilena en Argentina.

En su obra Breve autoalabanza biográfica en 1991 (Ediciones Árbol de la palabra, Santiago), describió sus aventuras de juventud. «Trabajé vendiendo urnas, contrabandeando caballos desde Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) a través del Matto Grosso, cuidando animales en un circo de fieras (cebras, elefantes, leones, osos) y ayudante de la Mujer de Goma y del Tragafuegos y Payasos, personajes que aparecen y desparecen en varios de los textos con el obsesivo tema del circo. Fui guionista de cine, radio, teatro y televisión. También traté de ganarme la vida en un bar pendenciero, nochero de un hotel de pasajeros urgentes y en las entrañas de las minas de estaño de Potosí trabajé como ayudante de carpintero en los socavones. Fui también pescador y vagabundo libre y total en los trenes que siempre partían al norte por el continente americano. Conozco mi país de la cabeza a los pies (dirigí la colección Nosotros los Chilenos de Quimantú) y su pueblo compartiendo vidas, dolores, trabajos, masacres, alegrías y resucitamientos».

También en una entrevista a la «Revista de Libros» de El Mercurio (4 de agosto de 1996) cuenta sus peripecias: «fui contrabandista de cadáveres. Ascendí a un nuevo cargo, que era transportar a los muertos de una frontera a otra, entre Argentina y Brasil, para que saliera más barato el entierro. Me instalaba en un auto muy tieso, con el difunto sentado a mi lado, muy maquilladito para no despertar sospechas, y cruzábamos el peligro (…) al otro lado teníamos listo el ataúd y el nuevo maquillaje».

En periodismo Alcalde fue colaborador del diario El Sur de Concepción y de las revistas, Ercilla y Vistazo. Fue asimismo en 1964, jefe de radio de la campaña presidencial de Salvador Allende y posteriormente jefe de prensa en radio Bío Bío de Concepción, y profesor de Periodismo en la Universidad de Concepción.
En su labor de editor fue creador de la colección Nosotros los chilenos en la Editorial Quimantú y guionista de Canal 13.

Alcalde escribió más de 30 libros de diversos géneros, incluyendo poesía, cuento, novela, biografía, cuentos infantiles, reportajes y documentales. Después del golpe de estado de 1973, Alcalde marchó al exilio junto con su mujer Ceidy Utichinsky y su familia. Primero residió en Bucarest, Rumanía, donde se relacionó con otros poetas expatriados chilenos: Omar Lara, Sergio Badilla Castillo, y Tito Valenzuela; luego en un kibutz en Israel y finalmente en Ibiza, España, antes de regresar a Chile.

Sus últimos años los pasó en Tomé, donde compartió con varios escritores y artistas locales lo que llamó «La galaxia de Tomé». Luego de una larga depresión, agravada por problemas a la vista (glaucoma) que le impedían seguir escribiendo, se suicidó el 5 de mayo de 1992, colgándose de un cinturón en un pequeño cuarto que arrendaba. Sus restos descansan en el Cementerio Municipal de Tomé, frente al mar.

El primer libro de poesía de Alcalde, Balada para una ciudad muerta (1947) impresionó a Pablo Neruda, quien escribió su prólogo. En la celebración con sus amigos de la publicación, Alcalde quemó gran parte de la tirada. Más tarde explicaría que «fue un trabajo inmaduro y precipitado. El hecho de llevar una presentación de Neruda -una de las primeras que dedicó a un joven escritor- significaba una enorme responsabilidad. Pero al destruir ese libro contraje el compromiso de empezar a escribir Panorama, un poema épico en cuatro tomos».

Sus obras recibieron premios y críticas favorables. José Donoso afirmó que su libro de cuentos El auriga Tristán Cardemilla, «era la mejor prosa de su generación», mientras que Alone dijo que «por momentos competía con Cortázar».

Ignacio Valente, en El Mercurio de Valparaíso, el 4 de marzo de 1969, expresó: «Variaciones sobre el Tema del Amor y de la Muerte, es uno de los poemas más notables que se hayan escrito en Chile en los últimos años. Bajo la fuerza casi violenta de la compasión por todo lo desdichado y maltrecho del hombre, se crean ahí unas atmósferas densas donde el lenguaje poético brota a la vez con una fluidez sorprendente, como arrastrado por corrientes de fondo y con una exactitud cruel y siempre nueva para nombrar el dolor y la ternura».

Durante el gobierno de la Unidad Popular se destacó por sus reportajes sociales y por la traducción al inglés, en 1972, de su libro de poemas Variaciones sobre el tema del amor y de la muerte.

En su exilio sufrió por el desarraigo. En sus propias palabras: «Nosotros vivimos una gran desolación insertos en la cultura europea. La soledad del hombre tocó nuestra propia soledad. Ese debe ser el libro, más amargo que he escrito. Creo que habíamos idealizado ciertas situaciones de orden teórico y fue difícil aceptar la realidad. Ahí parece que tocamos fondo, inevitablemente. Será otro libro, no más que los otros, pero es un libro desolador. Y esto se vio agravado porque vivimos en la isla de Ibiza, en las Baleares, que es el resumidero de la gran decadencia de Occidente y ahí entre grupos de hippies, entre grandes buscadores de la verdad, exorcistas, sacerdotes de las religiones más curiosas, vivimos también nuestra pequeña desolación, vimos al hombre sin destino».

Retornó a Chile en 1979, donde se desempeñó como periodista en varios medios y escribió para revistas. Escribió por encargo la autobiografía del conductor de televisión «Don Francisco», Mario Kreutzberger.

Sus obras han sido montadas para teatro por el grupo Ictus de Santiago en la obra Tres noches de un sábado, la pieza final de la trilogía, Paraíso para uno es de Alcalde. Con posterioridad a su muerte en 1996, director Andrés Pérez montó en Santiago La consagración de la pobreza, un retablo que narra el mundo popular a partir de la vida y milagros de un grupo circense.