Francisco Monterde

Francisco Monterde.

Fue sobrino nieto de Joaquín García Icazbalceta. Como escritor incursionó en la poesía, el teatro, cuento, novela, ensayo y crítica literaria. Fue catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue bibliotecario en el Museo Nacional de Historia y Antropología y de la Biblioteca Nacional de México. Fue director de la Imprenta Universitaria y del Centro Mexicano de Escritores.[1]

Fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua el 12 de julio de 1939, años más tarde, fue nombrado miembro de número, tomó posesión de la silla II el 5 de diciembre de 1951. Fue director de esta institución desde 1960 hasta su muerte. Por otra parte, fue nombrado miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras el 9 de mayo de 1963. Murió enla Ciudad de México el 27 de febrero de 1985

 

Genoveva de Bravante


“Fue dichosa todo el resto de su vida”, dice su biógrafo. Era caritativa, modesta y cariñosa.

Algunas mujeres pobres iban a verla y recibían de sus manos, rudas por la privación y la aspereza de su antiguo vivir selvático, alimentos y ropa. Otras iban por conocer a la cierva, que el mismo conde solía visitar en el parque, dentro de un albergue: una cabaña pequeñita. Otras, en fin, iban por escuchar la historia de la condesa y acariciar al animalito, que al pasar por los salones, ponía con finura los pies sobre las alfombras.

Con el tiempo, la comarca entera conocía la vida y supo de las penas que sufrió la señora condesa, y toda la gente había llevado a la cierva frutas y trozos de pan. Sucedía con frecuencia, por entonces, que cuando Genoveva de Bravante principiaba a referir su historia, muchos se disculpaban porque tenían que marcharse. Se quedaban unos cuantos que procuraban disimular su aburrimiento, y se iban retirando unos tras otros.

La anciana condesa, ya sin dientes y casi ciega, solía terminar su relato sola, ante la fiel cierva que parecía escucharla atentamente.

Francisco Monterde
No. 97, Marzo-Abril 1986
Tomo XV – Año XXI
Pág. 329