Una vez Asrael, el ángel de la muerte, entró en casa de Salomón y fijó su mirada en uno de los amigos de éste. El amigo preguntó: ¿Quién es? El ángel de la muerte, respondió Salomón. Parece que ha fijado sus ojos en mí —continuó el amigo—, ordena entonces al viento que me lleve consigo y me pose en la India. Salomón así lo hizo. Entonces habló al ángel: Sí le miré tanto fue porque me sorprendió verle aquí, puesto que he recibido orden de ir a buscar su alma a la India.
Beidhawi
No. 143-145, Abril-Diciembre 1999
Tomo XXX – Año XXXV
Pág. 18