Tu nahual

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Niña, niñita mía, cabeza de tepeguaje, collar de alondras, piedrita fina, corazón de teyolote, ojos de vidrio extraño, desorejadita, sangre de machihuis, chuparrosa: si me haces mi atole de sagú y haces todos los días la acarreada de agua, si me rameas en el temazcal, si persogas a las mulas, si me bañas a jicaradas de aguatibia, si descorucas a las gallinas y apancleas los surcos y ves de revezar a los bueyes, le digo a tu nahual: anda, vete, vete y hasta mañana. Pero si no, mi hijita, con los tanganitos de los dedos te doy en la cholla un coscorrón. Con una reata de tostalía te doy una reatiza. Con una vara de membrillo o con un cuero crudío te depellejo las guinguingas mas que te raje la pelleja. Y lo más de todo, recuérdate, lo más de todo, te llevo a ver tu nahual: ay, pobre de mihijita, pobre espumilla del agua, manzanita pachichi, cocol del viento, caracol de lágrimas: qué susta te vas llevar. Porque tu nahual es un perro. Tu nahual es un huehuenche con cabeza de iscatón. Tu nahual es un cacomiztle. Tu nahual es un tacuán. Tu nahual es un chichime. Tui nahual es un cencuate. Cuídate de su cardillo, cuídate de su aventazón, cuídate de su voz. Que no te malmire. Que no te sople. Que no te sonsaque ese triste de tu nahual, ese lépero, chencha, malo, flojo, chuanacate de tu nahual. Así que pórtate bien, que mejor que ver tu nahual es ver volar a las güilotas cejagosas y ver nadar a los patos zambullidores tantas veces como años tiene el tiempo, o como truecos tiene mi corazón para que tú te escondas, niña, niñita mía, colibrí de las cometas, mariposita del agua.

Fernando del Paso, en JOSÉ TRIGO
No. 18, Noviembre 1966
Tomo III – Año III
Pág. 530

La isla de los seguros

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… donde no sólo podemos asegurarle su casa, su automóvil, su empleo y su televisión; dónde no sólo le aseguramos a usted contra incendio, contra secuestro, contra violación, contra temblores e inundaciones, contra terremotos y revoluciones, contra granizo, contra huracanes y gases lacrimógenos; donde no sólo le aseguramos la voz si es usted cantante famoso, las piernas si es un futbolista célebre, el pulso si es cirujano ilustre o el carisma si es usted un tirano insigne; donde no sólo —le dijo el guía a Palinuro— lo aseguramos contra la pérdida de un ojo, de los dedos, de una vértebra, de la vena cava superior, del esfínter anal, donde no sólo lo aseguramos contra las embolias, contra el cáncer, contra el síntoma de Petruschky y contra el estafiloma pelúcido; donde no sólo lo aseguramos contra resbalones, choques, mordidas y rasguños, contra aerolitos que caen del cielo y leones que se escapan del zoológico, contra asaltantes, contra locos, contra fantasmas.

… donde no sólo, en fin, le aseguramos cada parte de su cuerpo y cada una de sus posesiones contra toda clase de daños o pérdidas, o en otras palabras, no sólo le aseguramos el pelo, su pluma fuente, la muela del juicio y sus navajas de afeitar contra caída, robo, caries o pérdida de filo, sino que también le aseguramos la crónica que usted escriba de la Isla: se la aseguramos contra la incredulidad, la burla, el plagio, la incomprensión, la caducidad y el olvido”. Pero hay otra isla, la del Alquiler, “para viajar a la cual Palinuro alquiló un medio de transporte, alquiló un camino y alquiló un mapa, unas maletas, una ropa, un guía y unas vacaciones. En esta Isla —le dijo el guía— usted puede alquilar todo lo que guste: un automóvil, una escalera, un caballo, un refrigerador, una casa, un cuadro famoso, una alfombra, un traje de etiqueta, una televisión. Si desea usted un jardín, le alquilamos el jardín y le alquilamos las tijeras para cortar las rosas, la tierra para llenar las veredas y el agua para desbordar las fuentes del jardín. Si desea hacer una fiesta, le alquilamos el salón, los meseros, los vasos y la vajilla, las invitaciones y los invitados, los chistes y las conversaciones.

“Si quiere usted casarse, le alquilamos el juez, y la iglesia, la novia y el traje, la música y la luna de miel. En esta isla le alquilamos días lluviosos y meses de verano: le alquilamos un pasado feliz o un futuro glorioso. Incluso le alquilamos la vida y la muerte; si usted quiere nacer, le alquilamos el hospital, el médico, los padres y los padrinos, los biberones y los fórceps. Si usted quiere morir, le alquilamos el ataúd, le alquilamos las flores y las esquelas, le alquilamos las plañideras, le alquilamos tres metros de tierra. Y si usted no tiene dinero, no importa: le alquilamos una fortuna, le alquilamos un mecenas, le alquilamos un negocio próspero con tal de que usted, en esta Isla, pueda alquilar todo lo que necesite y guste: un riñón, un paraguas, un idioma, un monumento, una fe religiosa, una máquina de escribir para que escriba la crónica de la Isla.

Fernando del Paso en “Palinuro de México”
No. 103 – 104, Julio – Diciembre 1987
Tomo XVI – Año XXIII
Pág. 303

Habitantes de este planeta

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La voracidad de la industria editorial —si no toda, sí de una gran parte de ella—, es inagotable. Acaba de publicarse en Gran Bretaña una biografía de Uri Geller, el israelita que dobla clavos y llaves, de tiene relojes y descompone televisores. El autor es Andrija Puharich, un médico que se ha dedicado por varios años al estudio de fenómenos síquicos, y que fue quien “descubrió” a Uri Geller en un club nocturno israelí. Lo persuadió de colaborar con él, convencido de que no se trataba de un espectáculo más, y para comenzar, lo hipnotizó. Cuando estaba hipnotizado, Geller relató un incidente ocurrido durante su niñez: fue herido por un rayo cegador que lo hizo desplomarse. Al llegar a ese punto de la narración, Geller dejó de hablar, y el doctor Puharich escuchó otra voz —¿por qué no? Quizá Uri es también imitador de voces y ventrílocuo— que expresó que el israelí había sido enviado por “ellos” —nunca se supo quienes era ellos— para ayudar a los hombres, pero que Uri jamás recordaría su origen. Agregó la voz que el doctor debía cuidar a Uri, pues se estaba a las puertas de una guerra mundial, que por esa razón habían revelado su existencia. Egipto planeaba una guerra, y si Israel la perdía, el conflicto se extendería al mundo entero. De entonces a la fecha, el doctor Puharich, Geller y algunos de sus amigos han estado recibiendo mensajes por diversos medios, incluyendo llamados telefónicos de origen desconocido y voces procedentes de grabadoras que de pronto comienzan a funcionar solas. También han visto en el cielo luces, columnas de humo y objetos extraños. Y los poderes de Uri Geller se han multiplicado: por ejemplo, aparecieron en Israel objetos que se sabía estaban antes en Nueva York, y otras cosas desaparecían del interior de cajas cerradas para aparecer en otra habitación. Lo que no explica la biografía de Uri Geller es la razón por la cual éste no ha podido doblar un solo cañón de los árabes, y tampoco dice si se utilizaron sus oficios para que aparecieran, en Israel, armamentos y oro que se sabía estaban en los Estados Unidos. Lo que si resulta evidente es que por medio de sus poderes síquicos —¿o de sus trucos?— y ahora por medio de este libro, ha encontrado la fórmula de trasladar el dinero a los bolsillos ajenos al suyo y de su biógrafo. Personas como Uri Geller no son visitantes extraterrestres, sino habitantes de este planeta, con los pies muy bien puestos en la tierra.

Fernando del Paso en “El Día”
No. 66, Agosto-Septiembre 1974
Tomo X – Año X
Pág. 760

La isla del maquillaje


La isla del maquillaje donde los expertos de la Agencia Encantada conocían los secretos más íntimos de Mesalina la cortesana de los pezones dorados, y conocían la fórmula del agua de Tristán y del aceite de vitriolo que tiñe los cabellos de rubio, y los secretos de los tatuajes maoríes y de las toilettes de Cleopatra y Belinda y las virtudes de las lociones de glándulas de cocodrilo y sangre de lobo de Isabel de Baviera y de los cosméticos creados por los Macaroni, y donde las cremas, lápices labiales, makeups, polvos y coloretes Max Factor, Revlon, Elizabeth Arden y Mary Quant reviven las glorias pasadas de Ninon de Lenclos, Madame Du Barry, Mae West y Marie Duplessis, y donde —según le explicó el guía a Palinuro— se preparan los productos de la Agencia Encantada para las fotografías y filmaciones. Nuestros expertos saben, por ejemplo, que el burbujeo de una cerveza se pierde en unos segundos y que la crema de un postre de gelatina Jell-O se derrite con el calor de los reflectores, como se derriten las gotas de sudor de un vaso de Seven.Up helado, o la grasa de una pierna de jamón Parma. Por lo tanto, para que cada producto esté listo para la fotografía que lo inmortalizará de por vida en la revista del mismo nombre , o para la filmación del comercial que será admirado por cientos de millones de personas, le ponemos Alka-Selzer a la cerveza y sustituimos la crema del postre por pasta de dientes y las gotas de sudor del vaso por gotas de glicerina y barnizamos con laca cada pierna de jamón. Otras cosas que hacemos en esta isla del maquillaje —le dijo el guía a Palinuro— es peinar a las alfombras Luxor, vestir de gala a las latas de puré de tomate Del Fuerte y de etiqueta a los cigarrillos Players, modelar los senos de los basieres Cross-My-Heart y pintarle la boca a las cajas de té Lipton para que sonrían a las cuatro en punto. Aquí verá usted cómo nuestros expertos se esmeran en sacarle brillo a los guardafangos de los automóviles Mercury hasta que en ellos se refleja, de cuerpo entero, el dios del comercio y protector de los ladrones. Aquí le ponemos bandeja de plata al lubricante Esso, que puede servirse en copa de cristal de Bohemia para brindar por la salud de los cilindros de su automóvil. Aquí, por último, en esta Isla, le ponemos pestañas postizas a las cámaras Retina para que provoquen, con los guiños de su obturador, el amor instantáneo y memorable.

Fernando del Paso
No. 88, Septiembre- Noviembre 1983
Tomo XIV – Año XIX
Pág. 49

La isla de la escasez


La isla de la escasez donde Palinuro se quedó sin guía, porque en esta isla los guías, naturalmente, son muy escasos. Además, Palinuro no pudo recorrer la Isla no sólo porque los transportes escasean, sino también porque las distancias son muy escasas. Palinuro no pudo siquiera estar un día en la Isla, o una noche, porque allí los días y las noches son muy escasos. También las horas y los minutos, pero es difícil darse cuenta porque también los calendarios y los relojes escasean. En esta Isla, sin embargo no se puede decir que escasean los productos y las cosas que uno pueda imaginar, porque también la imaginación es muy escasa. De esta Isla, donde escasean la vida y la muerte, Palinuro hubiera querido escribir una crónica más larga y rica, pero le escaseó el papel, la tinta, el tiempo, y sobre todo le escasearon las palabras.

Fernando del Paso en “Palinuro de México”
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 633

La isla del alquiler


La isla del alquiler para viajar a la cual Palinuro alquiló un medio de transporte, alquiló un camino y alquiló un mapa, unas maletas, una ropa, un guía y unas vacaciones. En esta Isla —le dijo el guía— usted puede alquilar todo lo que guste: un automóvil, una escalera, un caballo, un refrigerador, una casa, un cuadro famoso, una alfombra, un traje de etiqueta, una televisión. Si desea usted un jardín, le alquilamos el jardín y le alquilamos las rosas, las veredas, las fuentes para el jardín y le alquilamos las tijeras para cortar las rosas, la tierra para llenar las veredas y el agua para desbordar las fuentes del jardín. Si desea una fiesta, le alquilamos el salón, los meseros, los vasos y la vajilla, las invitaciones y los invitados, los chistes y las conversaciones. Si quiere usted casarse, le alquilamos el juez y la iglesia, la novia y el traje, la música y la luna de miel. En esta isla le alquilamos días lluviosos y meses de verano; le alquilamos un pasado feliz o un futuro glorioso. Incluso le alquilamos la vida y la muerte: si usted quiere nacer, le alquilamos el hospital, el médico, los padres y los padrinos, los biberones y los fórceps. Si quiere usted morir, le alquilamos el ataúd, le alquilamos las flores, las esquelas, le alquilamos las plañideras, le alquilamos tres metros de tierra. Y si usted no tiene dinero, no importa: le alquilamos una fortuna, le alquilamos un mecenas, le alquilamos un negocio próspero con tal de que usted, en esta Isla, pueda alquilar todo lo que necesite y guste: un riñón, un paraguas, un idioma, un monumento, una fe religiosa, una máquina de escribir para que escriba la crónica de la Isla.

Fernando del Paso en “Palinuro de México”
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 633

Fernando del Paso (en “Palinuro de México”)
No. 85, Enero-Febrero 1981
Tomo XIII – Año XVI
Pág. 513

Fernando del Paso

Fernando del Paso Morante (México, 1935) Como primera aspiración tuvo ser médico, sin embargo, como uno de sus personajes, Palinuro, sufrió por la sangre y terminó efectuando estudios de Economía y literatura en la UNAM. Ha trabajado como publicista, locutor y periodista, además de ser dibujante y pintor. Fue un conocido amigo del escritor francés Maurice Blanchot.

En 1955 comienza a trabajar como escritor de textos para varias agencias publicitarias. Es la época en que, influido por William Faulkner,James Joyce, Juan Rulfo y Lewis Carroll, del Paso empieza Sonetos de lo diario, libro que publicará en 1958.

Para terminar José Trigo, recibe la beca del Centro Mexicano de Escritores en 1965. Al año siguiente publica la novela, que recibe el Premio Xavier Villaurrutia. Se demoró diez años en finalizar esta obra y le ocurrirá lo mismo en con sus dos siguientes obras.

Becado por la fundación Ford, del Paso viaja a Iowa en 1969 para participar en el «International Writing Program», en donde reside 3 años.

En 1971 se muda nuevamente, esta vez a Londres, debido a que recibe la Beca Guggenheim, que se le volverá a otorgar en 1981.

Es aquí en donde comienza a trabajar en su siguiente novela, misma que publica en 1977. Palinuro de México obtiene el Premio Rómulo Gallegos 1982. Durante su estancia en Londres, a la par de sus proyectos literarios, trabaja como productor de programas de radio, escritor y locutor en la BBC.

Después de vivir 14 años en la capital británica, se traslada en 1985 a París donde se desempeña como consejero cultural en la embajada de México —cargo que ejercerá 3 años—, a la vez que trabaja en Radio France Internationale como escritor y productor. Ese mismo añoPalinuro de México se tradujo al francés; recibe el reconocimiento de la crítica francesa y el Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia. En 1986 gana el premio Radio Nacional de España al mejor programa en español de carácter literario por su Carta a Juan Rulfo.

En 1988 publica Noticias del Imperio, que se cuenta entre las «nuevas novelas históricas» escritas en América Latina. Basada en la vida de los emperadores Maximiliano I de México y su consorte Carlota de México, esta novela enciclopédica no se conforma con una descripción monológica de «lo que sucedió». Al contrario, del Paso mismo insiste en ofrecer, de forma historiográfica, todas las versiones posibles de los incidentes importantes en la vida de los protagonistas y de la intervención francesa en México. Esta obra tuvo decisiva influencia en otras de generaciones posteriores, sobre todo en escritores cubanos como Leonardo Padura en La novela de mi vida y sobre todo influencia testilística en Fernando Velázquez Medina y su novela experimental Última rumba en La Habana.

En 1989 es nombrado cónsul general de México en París, cargo en el que permanece hasta 1992.

En 1992 regresa a México y asume el cargo de director de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de la Universidad de Guadalajara. En esta ciudad comienza a trabajar en su siguiente novela, en la que explora el género de la literatura de suspenso, y que se publica en 1995:Linda 67.

En mayo del 2007 la citada universidad le hace un homenaje público al nombrar a la mayor de sus bibliotecas, ubicada en el Centro Universitario de la Ciénega, como Biblioteca Mediateca Fernando del Paso.

Entre los reconocimientos que ha obtenido, además de los ya citados, destacan: el premio Novela México 1975, Mazatlán de Literatura1988, Nacional de Lingüística y Literatura 1991, y Premio FIL de Literatura 2007. En 1993 fue nombrado Creador Emérito. En octubre de 2006, fue elegida miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.

Además de su labor literaria, Fernando del Paso ha incursionado en el dibujo y la pintura: ha presentado sus obras en Londres, Madrid, París y varias ciudades de Estados Unidos. En la ciudad de México ha expuesto en el Museo de Arte Moderno y el Museo de Arte Carrillo Gil, y en Guadalajara, en el Hospicio Cabañas.[1]