Después de dos noches seguidas de no poder conciliar el sueño, a la tercera el hombre se decidió, por fin, a tomar un soporífero. La pastilla hizo efecto de inmediato y el hombre se durmió para soñar que tenía insomnio.
Eduardo Gurría B.
No. 105-106, Enero-Junio 1988
Tomo XVII – Año XXIII
Pág. 77