Insomnio

Las doce de la noche, hora en que las brujas vuelan en sus grandes escobas de varas alrededor de la luna llena. Me veo rodeada de todos los fantasmas acumulados en mis veinticuatro años de existencia, manos peludas que tratan de asir las partes de mi cuerpo que salgan de las sábanas, ruidos, voces que llaman, sombras con figura humana, temo abrir los ojos, me observan. Sé que es fantasía todo lo que imagino, pero en mi niñez surgieron a mi alma la existencia de ello, me trato de consolar con fantasías bellas, pero no por eso menos irreales, el príncipe azul, la lotería…

La una, las dos, espero con impaciencia al sueño o a la salvadora luz de la mañana que haga huir, como a los murciélagos todo lo que fue sembrado en mi alma, mi terror, y con el nuevo día lleguen otra vez las horas de sesenta minutos, los espíritus inseparablemente ligados a sus cuerpos, los árboles verdes, mi soltería, la ley de la gravedad… la belleza y seguridad de lo tangible.

Carmen García
No. 63, Febrero-Marzo 1974
Tomo X – Año IX
Pág. 440