Meditación del Infierno

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Allá un pueblo subterráneo de pensamientos consentidos, deseos, actos ocultos, vergüenzas solitarias, conversaciones y palabras, fue tendiendo sus redes invisibles; sin los colores del deleite, porque luego debíase “ver con la vista de la imaginación los grandes fuegos, y las ánimas como en cuerpos ígneos; oír con las orejas llantos, alaridos, voces, blasfemias contra Cristo Nuestro Señor y contra todos los santos; oler con el olfato humo, piedra azufre, sentina y cosas pútridas; gustar con el gusto cosas amargas, así como lágrimas, tristeza y el verme de la conciencia; tocar con el tacto es, a saber, como los fuegos tocan y abrasan las ánimas”. Ya desde la víspera se había dado como primer preámbulo de la composición del lugar, “ver con la vista de la imaginación la longura, anchura y profundidad del Infierno”… la execración del vicio lujurioso, para que cada uno de los ejercitantes mire su retrato y la misería.

Agustín Yáñez, en AL FILO DEL AGUA
No. 4, Agosto -1964
Tomo I – Año I
Pág. 81

Agustín Yáñez

Agustín Yáñez

Agustín Yáñez

(Guadalajara, 1904 – México, 1980)

Narrador y ensayista mexicano, figura clave en el desarrollo de la narrativa nacional, sobre todo por Al filo del agua, novela que marcó un antes y un después.

Realizó estudios en Guadalajara, su ciudad natal. Posteriormente viajó a la capital del país para ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma. Participó activamente en política y desempeñó importantes puestos públicos, entre ellos gobernador de Jalisco entre 1953 y 1959, y secretario de Educación Pública de 1964 a 1970. Este último cargo le permitió realizar valiosas reformas en el sistema educativo mexicano.

Su obra está compuesta por novelas, cuentos, ensayos y crítica literaria. Entre sus libros más conocidos se encuentran Al filo del agua (1947), La tierra pródiga (1960), Las tierras flacas (1962), Ojerosa y pintada (1960), Tres cuentos (1964) y Las vueltas del tiempo (1975). En 1973 fue galardonado con el Premio Nacional de Letras.

Tanto sus novelas como sus relatos se inscriben dentro de la gran corriente realista que caracterizó a la narrativa mexicana a finales del siglo XIX y principios del XX, y que incluye a figuras como José Tomás de Cuéllar, M. Payno, Heriberto Frías y M. Azuela. Sin embargo, Yáñez supo enriquecer esta corriente al integrar muchos de los recursos técnicos y estilísticos de la vanguardia europea y estadounidense de su época.

Produjo así una obra tradicional e innovadora a la vez, cuya original prosa pone de manifiesto la búsqueda de nuevas posibilidades expresivas. Al filo del agua está considerada, junto a Pedro Páramo de J. Rulfo y Los de abajo de Mariano Azuela, una de las mejores novelas mexicanas del siglo XX. Se ubica en un pueblo de Jalisco, en vísperas de la Revolución, y presenta una serie de acciones simultáneas y relacionadas que muestran la vida cotidiana en el lugar y la manera en que ésta se ve alterada por el movimiento armado[1].

El señor y las vírgenes

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En aquel tiempo llegó el Señor, intempestivamente. Tocó el aldabón, impulsivamente. Lámparas en alto, salieron a recibirlo las vírgenes prudentes.

—¿Y las otras? —preguntó.

—Se durmieron.

—A ver.

—Sí, estaban profundamente dormidas; algunas roncaban; algunas en posturas inconvenientes.

El Señor, a sus años, no quiso despertarlas, regañarlas.

Entonces, una del encendido coro, prudentemente preguntó:

—Señor, ¿debemos tomar la píldora? Las muchachas dormidas, todas, la toman, dizque porque comen manzanas.

El Señor, mano en mejilla, reflexionó; tras largo silencio contestó:

—No, no hace falta.

 
Agustín Yáñez en “Excelsior”
No. 66, Agosto-Septiembre 1974
Tomo X – Año X
Pág. 731