Paco Prieto y Blanca Lolbee – Homenaje a Edmundo Valadés en Huellas de la historia por Radio Red: Invitados Agustín Monsreal y Alfonso Pedraza

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El día próximo domingo 19 de Abril, y en conmemoración del Día Internacional del Libro (23 de Abril), Paco Prieto y Blanca Lolbee, conductores del programa “Huellas de la historia” dedican la emisión a homenajear a Edmundo Valadés por el centenario de su natalicio. Han invitado al escritor Agustín Monsreal, que fue amigo y colaborador suyo en la revista “El Cuento, revista de imaginación” y en otros sitios periodísticos, y de Alfonso Pedraza, director de este blog, compilador y fan de la añorada revista.

La cita es el día domingo 19 de Abril de 2015, a las l7:00 hrs. (México), a través de Radio Red en la frecuencia 1110 de A. M., para la capital del país y sus repetidoras. Y para el resto del país y el mundo entero por su liga de internet  http://www.emisoras.com.mx/red-am/ 

El programa «Huellas de la historia» surgió hace más de 25 años. En su etapa inicial se transmitía en vivo y desde sus especialidades, la literatura y la filosofía, Francisco Prieto contó, primero, la historia de la humanidad durante más de un año; luego, la historia de las literaturas española, francesa y mexicana. En aquella primera etapa, cuando el programa se comenzó a grabar, Paco Prieto compartió micrófono con Sergio Sarmiento, a la salida de Sergio, se incorporó al equipo Blanca Lolbee. Hoy, Francisco Prieto y Blanca Lolbee tienen 20 años como una mancuerna muy bien posicionada y apreciada por la audiencia del programa.

Actualmente, ambos definen los temas basándose en periodos históricos o bien en efemérides; en temas relativos a historia de México, Europa y América Latina; temas relacionados a las artes, especialmente la música, las ciencias sociales y la religión; las filosofías: occidental, china e hindú. Ocasionalmente se detienen en la revisión de un periodo histórico que toca una novela o autor específico, una corriente filosófica o religiosa que de pronto toma nueva vitalidad por alguna circunstancia coyuntural también es revisada al estilo de Huellas y desde luego todo siempre desde una perspectiva histórica.

El universo de temas que se pueden tocar en “Huellas de la Historia” es tan amplio como todo aquello que deja una huella en el paso del tiempo pero eso sí, son tratados con el estilo único que han logrado con el paso de los años nuestros dos conductores.

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Blanca Lolbee

27 años de experiencia en radio hacen de Blanca Lolbee una periodista con una larga trayectoria en la que ha destacado por su tenacidad y versatilidad.

Disciplinada y voraz lectora, Blanca Lolbee ha trabajado en los más diversos ámbitos dentro del medio que la enamoró desde que era estudiante: La radio.

Ha sido productora, investigadora, guionista, creadora de historias originales, escritora y desde luego, periodista destacada por su visión siempre equilibrada y objetiva de las cosas.

Licenciada en Periodismo y comunicación colectiva, Blanca Lolbee es autora del libro “Perder no es tan malo” editado en 2007 por Planeta, se trata de 18 entrevistas a mexicanos destacados, en las que la periodista hace gala de su sensibilidad y oficio en el arte de entrevistar.

Su trayectoria se nutre con su experiencia en el extranjero pues trabajó para Radio Beijing en la República Popular de China durante un año.
Su entrega en el periodismo rebasa las barreras del sonido, y coloca su talento en la mezcla de éste con la imagen a través de la Barra de Opinión de TV Azteca, en donde participa en “Desafío”, espacio que le permite mostrar también su oficio para entrevistar de manera objetiva y pensando siempre en proporcionar la mejor información a quien la ve y la escucha; además “Encuentro de Opiniones” donde manifiesta su punto de vista objetivo e informado en diversos temas de interés.

En Grupo Radio Centro la periodista participa en 4 espacios: Formato 21  donde conduce segmentos de noticias en los que el reto es ofrecer la información más importante de manera oportuna y en sólo 20 minutos

Página 21”, reseñas críticas literarias que se transmiten viernes, sábados y domingos en el 790 de AM y en las que Blanca Lolbee realiza las entrevistas, escribe el guión, graba y hace la producción.

Desde hace 18 años participa en “Huellas de la Historia” con el escritor Paco Prieto, un programa cultural que se transmite a través de Radio Red A.M los domingos a partir de las 17 horas, y en el que los conductores conversan sobre los temas más diversos que tienen que ver con la historia del mundo: biografías, periodos históricos, novelas u obras completas de novelistas, filosofía y más.

Blanca Lolbee también forma parte de los destacados periodistas de la  Red de Radio Red. Conduce con Carlos González el noticiero sabatino de 17 a 21 horas, un concepto objetivo y relajado de informar.

La observación del acontecer diario, la historia, el estudio constante, los viajes, el deporte y la lectura nutren permanentemente a esta profesional del periodismo.

Paco Prieto

Paco Prieto

El escritor, periodista y filósofo de origen cubano, Francisco “Paco” Prieto Echaso, quien radica en México desde hace más de 50 años, tiempo en el que ha colaborado en diversos medios impresos, celebró este 12 de febrero 73 años de su natalicio.

Hijo de refugiados españoles, Paco Prieto nació en La Habana, Cuba, el 12 de febrero de 1942. Vive en la Ciudad de México desde 1957, donde estudió la licenciatura en Comunicación y la Maestría en Filosofía en la Universidad Iberoamericana. Además, fungió como director del Departamento de Comunicación de esa casa de estudios.

Tiene un repertorio de diversos textos publicados en diversas casas editoriales, como Plaza y Janés y Grijalbo, entre los que se encuentran 10 novelas, cinco obras de teatro y numerosos ensayos.

En 2004, el Fondo de Cultura Económica publicó «Obra reunida de Francisco Prieto (Tres novelas del deseo y de la culpa)», la cual contiene un estudio preliminar del periodista Vicente Leñero.

Durante el Festival de la Palabra de 2007, intercambio cultural entre lectores y escritores, Prieto pronunció la conferencia «La literatura como conocimiento, aprendizaje y ejercicio de la vida».

En el área académica publicó «Comunicación y educación», «Cultura y comunicación» y «Diagnóstico de la comunicación social en México». Su única obra escrita en el género ensayo no académico se titula «Los 100 mejores libros del siglo XX».

Mientras tanto, en cuestión de medios de comunicación participó como guionista y locutor en el programa radiofónico «Huellas de la historia», transmitido por Radio Red.

Además, se realizó una adaptación radiofónica de su cuento ?Punto de encuentro», el cual forma parte del volumen «Cuentos del azar de la necesidad», que muestra la oposición que existe entre casualidad y destino.

Incursionó en la escritura dramática con textos como «Shakespeare y yo», «La expiación y Salomé» y «El amor de Dios». Parte de su obra narrativa la conforman «Tres novelas del deseo y la culpa», así como «El poder de la quimera».

Ha recibido diversos premios por sus escritos, entre los que destacan el Premio Nacional de Periodismo Cultural. Fue nominado al Ariel en 1997 por el guión del filme «De muerte natural».

Prieto ha colaborado en diversas publicaciones, como en la revista «Proceso» y «Dos puntos», y en el diario «Reforma» se ha desempeñado como columnista taurino.

Actualmente conduce el programa televisivo «Tiene la palabra», transmitido por el Canal 22.

Edmundo Valadés entre los dos volcanes

Siempre Guillón

Para leer el artículo en la revista Siempre Haga Click en la imagen.

 

Edmundo Valadés entre los dos volcanes

Por Guillermo Samperio

 A lo largo de mi vida tuve cuatro encuentros con el maestro Edmundo Valadés. Dos de manera indirecta y dos directamente. El primero fue cuando yo tenía aproximadamente unos catorce años de edad. Recuerdo que en aquella época yo visitaba mucho a mi tío Luis Burgos, quien era un lector voraz, además de que poseía un gran oído musical y, por ende, gustaba también de la musicalidad en la literatura. En una ocasión mi tío, al ver que no tendría aptitudes musicales y, a pesar de la insistencia de mi padre porque yo fuera músico, en trompetista concretamente, mi tío Luis me obsequió un bonche de libros, recuerdo muy bien sólo dos: Confabulario, de Arreola, y La muerte tiene permiso, de Valadés. Primero leí el de Arreola y me cautivó con sus historias y estilo, rico en imágenes y el mundo que a los personajes les creaba, libro que tuvo gran influencia.

Después leí La muerte tiene permiso, pero dicho libro lo leía en casa de mi tío Luis, pues su casa quedaba muy cerca de mi colegio, y mi tío había hecho un trato con mi padre para que yo comiera con él al salir de la escuela y así fue durante un tiempo. Después de comer mi tío Luis se iba a dormir en su sillón favorito; mientras él dormía, yo subía a la azotea de su casa; como entonces no había tantos edificios se veían, sin ningún problema, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl.

En aquel libro, ahora, puedo ver que en la obra de Valadés hay una cierta distancia de lo fantástico, a lo indeterminado, a lo metafísico y lo mitológico. Pero, al mismo tiempo, Valadés ve más allá del realismo tradicional que ya se había gestado con los libros de Rulfo, de Miguel Ángel Asturias o Alejo Carpentier, y aun del impresionismo del mismo Arreola: Valadés, no deja fuera ningún componente de la realidad contigua por inmunda que ésta sea. El desarrollo del cuento es, sin embargo, en su totalidad subjetivo, es decir que dicha obra pareciera ser escrita sin ningún afán didáctico ni moral; Edmundo Valadés sólo estaba interesado en la captura de las reacciones de cualquier persona frente a situaciones sociales complicadas. La escritura de Valadés, en la mayoría de sus libros de cuentos, se torna impersonal; en cada obra existe una distancia total, siendo un autor enteramente objetivo y sagaz, como atinadamente afirmó Julio Cortázar en alguna entrevista.

El segundo encuentro fue en un taller que impartió por parte de la Dirección de Literatura del INBA a principios de la década de los setenta. En aquel tiempo asistía también al taller del maestro Augusto Monterroso en el IPN. Recuerdo que ambos talleres se impartían el mismo día, pero con dos horas de diferencia; terminando el curso con Monterroso, salía corriendo hacia el taller del maestro Valadés. Yo no llegaba a tiempo con él. Un día el maestro Edmundo se me acercó, me cuestionó mi impuntualidad, y al saber que venía del otro lado de la ciudad de un taller literario con Monterroso me dijo: “Está bien, Samperio, un escritor debe buscar varios caminos sin obsesiones; de Tito usted va a prender mucho, no lo deje”. Después, no volvió a comentarme sobre mis retardos. Era un hombre sencillo y sobrio de pensamiento. Sus consejos los llevé al pie de la letra y Edmundo Valadés supo el significado de la obsesión en el escritor como una condición que a la larga puede destruir a cualquier artista. Es decir, llega un momento en que las obsesiones no sólo van desgastando, sino que, a mediano plazo, se comienza a ser circular, reiterativa. Puede originar una literatura que tan sólo esté bordando durante años sobre una interioridad, problemas e intimidades que no le interesan al lector. Ser fiel a las obsesiones se puede convertir en un bumerang que, a la postre, golpee en la cara al escritor y eso, estoy convencido, fue el gran obstáculo que varios escritores como Rulfo, Arreola, Cortázar, Monterroso y el mismo Valadés supieron sortear con maestría.

Mi tercer encuentro con el maestro Valadés fue un par de años después de haber tomado su taller; yo ya había publicado Cuando el tacto toma la palabra con el IPN en 1974 y Fuera del ring con el INBA en 1975. Recuerdo que, por medio de una carta, me invitó a colaborar con algún texto inédito para su célebre revista El cuento, invitación que por supuesto acepté de inmediato. Con tal revista Edmundo Valadés, además de mantener la sección de minicuentos, elaboró la conocida antología de ficción breve de importancia universal: El libro de la imaginación (1970). Este libro recoge las ficciones breves más destacadas hasta aquel entonces, obra destinada a ser parteaguas para futuras publicaciones nacionales y extranjeras. La revista El cuento de Valadés no sólo era una publicación donde se concentraban las mejores plumas de habla hispana; también era un trampolín para los nuevos escritores. Además, la política de Valadés era inclusiva; sin importar corriente artística o ideológica, él daba cabida a diversos textos siempre y cuando tuvieran la estructura del cuento; apoyó a los jóvenes escritores sin pedirles nada a cambio. No le importaba si pertenecían a tal o cual grupo; eso pasaba a segundo término. En cambio, hoy en día y desde hace bastante tiempo, esta temática de exclusión en varias publicaciones nacionales es cada vez más latente y es una agresión a la literatura y a los nobeles escritores de nuestro país. Esta mala práctica, en definitiva, debe parar y los nuevos editores deben erradicar y saber que los caciquismos literarios no llevan a nada, sino sólo a la destrucción de la cultura.

Mi último encuentro con Edmundo Valadés fue en Ciudad Victoria, Tamaulipas, durante un encuentro literario; el maestro, como invitado de honor daría una ponencia y yo impartiría un taller literario. En aquel tiempo yo trabajaba en la Subdirección de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes. Durante un fin de semana se llevaron distintas actividades y el maestro Valadés participaría al final y así concluiría dicho encuentro literario. Yo, siendo parte de la coordinación del evento, acompañé al maestro a su hotel; en esa época yo salía con una linda chica tamaulipeca que había conocido anteriormente. Ella me dijo que iba a ir un grupo de amigos al cierre del evento, pues eran admiradores de la obra del maestro Valadés. Y así fue, terminó el encuentro y los amigos de mi galana abordaron al maestro. Recuerdo que dentro del pequeño grupo de amigos había una joven muy guapa; el grupillo se disolvió y sólo quedamos mi novia, su guapérrima amiga, el maestro y yo.

Como anfitrión, le pregunté al maestro si le gustaría acompañarnos a cenar y él, con la galantería que lo caracterizaba, aceptó, diciéndome: “Por favor, Samperio, eso ni se pregunta delante de tan bellas damas”. Así que los cuatro nos fuimos a un restaurante: brindamos, cenamos, charlamos, fumamos (en aquella época se podía fumar dentro de los restaurantes), reímos y el maestro contó varias anécdotas. Regresamos al hotel, nos despedimos de las damas y nos retiramos a nuestras respectivas habitaciones, con la promesa de que al día siguiente ellas vendrían por nosotros para llevarnos desayunar.

Al otro día, el maestro Valadés, las lindas mujeres y yo fuimos a desayunar a un bello lugar que tenía amplios jardines y un mirador. Debo decir que el maestro jamás le insinuó algo a su admiradora, siempre fue un caballero. Una vez que terminamos, decidimos caminar por aquel lugar, yo tomado de la mano de mi novia y el maestro, gentilmente, le ofrecía su brazo a su bella adepta. Al llegar al mirador, aquella vista me hizo recordar la azotea de la casa de mi tío Luis Burgos, traje a mi memoria la estampa del Popocatépetl y el Iztacíhuatl, con la diferencia de que en vez de cargar un libro del maestro Valadés, era él mismo quien me acompañaba en tan bello paisaje. Cada vez que miro ambos volcanes, irremediablemente, viene a mí el recuerdo de mi querido maestro Edmundo Valadés.

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El cuento, revista de Imaginación – Biblioteca digital

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Este es el mejor homenaje que pueden hacerle a Edmundo Valadés. Gracias a la generosidad de García y Valadés editores, propietarios de los derechos de la revista El Cuento, revista de imaginación ahora tenemos la colección completa de la revista en versión digital, accesible a todo el mundo gratuitamente.

Gracias a nombre de todos los interesados sobre el cuento, la minificción, la ilustración y la literatura en general. 

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El Doctor Juan Voutssás, especializado en Bibliotecología y estudios de la información, egresado de la FFyL de la UNAM, experto en bibliotecas y publicaciones digitales nos da noticia y justificación.

 

Juan Voutssás. Enero 2015

La digitalización de la colección completa de El cuento es un magnífico ejemplo del uso de la tecnología moderna para el rescate y difusión de las publicaciones que conforman el patrimonio cultural de nuestro país. La revista El cuento abarcó seis décadas, desde 1939 hasta 1999, con algunas interrupciones, convirtiéndose en una parte muy significativa de la historia editorial mexicana. Por su misma extensión en el tiempo y su naturaleza de publicación periódica en fascículos, es prácticamente imposible que en la actualidad alguien posea una colección completa de toda la obra, con alguna eventual excepción perdida en alguna biblioteca que confirme la regla. Por lo mismo, esta magnífica colección se hallaba inaccesible para el público y era imposible verla en forma integral, sistemática y ordenada. Su impresión en papel económico y por lo mismo quebradizo –como muchas otras de su época en todo el mundo– la condena a su desaparición total en unos cuantos años más.

Innumerables autores famosos formaron en su momento parte de El cuento en su versión impresa. Varios obtuvieron antes o después un premio Nobel: Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Anatole France, Rudyard Kipling, Selma Lagerlöf, Rabindranath Tagore, Jacinto Benavente, Thomas Mann, Pär Lagerkvist, Aleksandr Solyenitsyn, Heinrich Böll, Elías Canetti, por nombrar algunos. Otros más, formidables plumas de las letras en Español provenientes de casi todos los países de América Latina, como Juan Rulfo, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Augusto Monterroso o José de la Colina. Clásicos de la literatura universal como Oscar Wilde, Robert Louis Stevenson, Ray Bradbury, Isaac Asimov, Mark Twain, Homero y Ovidio. Entonces jóvenes plumas que después se volverían famosas, como Tomás Mojarro o Manú Dornbierer. Muchos cuentistas desconocidos no por ello menos talentosos. Cuentistas espontáneos salidos del permanente concurso de la revista. Y por supuesto, la pluma siempre dinámica de Edmundo Valadés, el gran impulsor y defensor del género del cuento y la minificción.

Empero, esta versión no se trata del rescate de “letras muertas”. Un gran número de personas sigue hoy en día interesada en la revista, ya que marcó sin duda todo un hito en la literatura en su género en castellano. Estudiosos del tema, historiadores, literatos, académicos y en general amantes de los cuentos la siguen buscando, pues sigue siendo material de interés para muchos tipos de personas.

Hasta ahora, ellos se enfrentaban al problema de encontrar solo fragmentos de los cuentos y los fascículos, o simples referencias a los mismos, y en el mejor de los casos algunas transcripciones modernas de aquellos cuentos, con las subsecuentes frustraciones de la búsqueda y recuperación fallida, parcial o no original del material requerido. Eventualmente se podía hallar una parte, pero nunca el todo. La versión digitalizada de El cuento ofrece a todos los interesados en el tema y en la revista una versión totalmente completa, página a página, de portada a portada, de todos y cada uno de los 150 números de la revista –cinco de la primera época y ciento cuarenta y cinco de la segunda– digitalizados de los originales tal cual aparecieron en su momento. Por lo mismo, el lector puede apreciar, además de los cuentos en sí, la tipografía de cada época, el diseño gráfico, las ilustraciones y viñetas que acompañaron a los cuentos, las crónicas y noticias de aquellos momentos, las páginas editoriales de la revista y hasta la publicidad de su tiempo, haciendo de esta colección una copia tan fiel del original como permite la tecnología de digitalización contemporánea. Prácticamente lo único que falta es la textura y el olor del papel viejo.

Además, y gracias a la tecnología moderna, la biblioteca está sistematizada y puede ser buscada y recuperada de manera lógica y ordenada; el lector puede hacer búsquedas por autores, títulos o sumarios, a fin de encontrar de forma integral la participación de determinadas personas a la revista o cada una de sus correspondientes obras. Cuando se encontró el dato en la revista, se incluyó además el nombre de ilustradores y viñetistas, lo cual constituye un valor agregado más a esta versión electrónica. El lector puede inclusive “hojear” fascículos completos, de principio a fin, con el propósito de recrear la lectura de cada número tal como se veía originalmente. Gracias a la red mundial la colección está accesible universalmente de forma electrónica vía un sitio web. Y lo mejor de todo –como buen rescate biblográfico histórico– accesible a todos de manera gratuita.

En estos tiempos donde mucho del patrimonio cultural de los países está en riesgo debido a problemas de preservación inherentes a sus características y materiales, el rescate digital de El cuento es un resultado sumamente grato y satisfactorio, que sin duda asegurará el contenido de esta publicación y lo hará accesible a esta y a futuras generaciones, para deleite de los que estudian y/o gustan del género del cuento y la minificción.

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Agustín Monsreal: Para ir a su ficha bibliográfica, textos y artículos en el blog «Minificciones de El Cuento, revista de imaginación»

TODOS LOS CUENTOS EL CUENTO por Agustín Monsreal

La comunidad cuentística internacional está de plácemes. Por un lado, se celebra en este 2015 el centenario del nacimiento del escritor Edmundo Valadés, y por el otro se abren las puertas a una noticia magnífica: El Cuento Revista de Imaginación, que nunca se ha ido, está de regreso.

A través del tiempo y a lo largo y ancho de todos los países de habla hispana y de no pocos del planeta entero, los miles y miles de lectores que le han seguido los pasos y nunca han perdido de vista la extraordinaria versatilidad, la asombrosa fascinación de sus páginas, la han mantenido viva, vigente, fresca y seductora como tarde acabadita de bañar por la lluvia, y la han rodeado de una magia tan limpia y fervorosa que muchos que sólo han oído hablar de ella la anhelan como a un sueño amorosamente cultivado.

Pocos destinos editoriales han sido tan pesarosos y a la vez tan afortunados como el de esta revista de valores indudablemente universales. La cuentística del mundo está representada, con largueza y autenticidad impagables, en cada uno de sus contenidos. Así lo confirma, de manera permanente, la sensibilidad de sus incontables lectores que se han ido multiplicando notoriamente de generación en generación, manteniendo en alto la admiración inclaudicable, el tributo incondicional que se le rinde con merecida prodigalidad. Aquí y allá sus seguidores asiduos atesoran cada número de El Cuento Revista de Imaginación como joya invaluable, y los que la descubren y tienen ante sus ojos por primera vez, la hacen suya con una suerte de noble excitación sólo comparable a la de una novedad nupcial.

En 1939 nació y tuvo una vida breve, aunque luminosa y significativa, pues los cinco únicos números que integran esa primera época conforman una breve, codiciada y ya mítica antología dentro del campo literario del género del cuento; en 1964 vio por segunda vez la luz del mundo y prolongó su estancia en él durante siete lustros, fijando un precedente que hasta nuestros días no ha sido posible igualar.

Numerosas fueron las voluntades que se conjuntaron, grandes los entusiasmos y las simpatías, los estímulos variados y sinceros, los impulsos y apoyos afectivos, económicos, morales, políticos, que cobijaron su nacimiento y su permanencia extendida a lo largo de tantos años, la solidaridad determinante de muchísimos amigos y colaboradores y por supuesto, del beneplácito y el visto bueno invariablemente creciente y la exaltación encantada de los ávidos lectores que aumentaban de modo considerable con la aparición -en no pocas ocasiones difícil y azarosa- de cada nuevo número, pero es indiscutible que El Cuento Revista de Imaginación creció y alcanzó la estatura sin fronteras que todos conocemos debido fundamentalmente al esfuerzo y la tenacidad indeclinables de quien fuera su constructor e impulsor definitivo, el más estricto, su figura estelar: Edmundo Valadés, cuyo nombre y contribución profesional siguen siendo modelo a seguir, faro para llegar al puerto deseado, especialmente para quienes en un momento determinado tuvimos la fortuna de participar en la confección de la revista: escritores, ilustradores, pintores, dibujantes, diseñadores, cada uno con su capacidad creativa puesta al servicio de un solo propósito, una misma profesión de fe: sacar adelante a El Cuento Revista de Imaginación. Hoy, a los justos, muy merecidos y abundantes festejos que se llevaron a cabo en 2014 por los 75 años de la primera aparición y los 50 del segundo amanecer heroico de nuestra revista -nuestra por lo mucho que la amamos, por lo tanto que le debemos-, se suma la indispensable celebración de los 100 años de que Edmundo Valadés viera por primera vez la luz del mundo y GV Editores, a modo de reconocimiento a la poderosa y placentera monumentalidad de esta publicación singular en el ámbito internacional del género del cuento, la hace de nuevo presente, ahora con los deslumbrantes recursos de la tecnología moderna, bajo el nombre de El Cuento Revista de Imaginación Biblioteca Digital.

Este nuevo y preciso impulso de divulgación del infinito quehacer cuentístico ha sido creado, promovido y realizado por García y Valadés Editores con el propósito de continuar vigente el incanjeable sueño valadesiano de congregar y difundir cuentos para todos los gustos, para todas las pretensiones, cuentos de las más diversas procedencias, de las épocas más diversas, así como el compromiso de mantener abiertas las puertas de lo posible y lo realizable para El Cuento Revista de Imaginación, convirtiendo los desafíos en realidades.

En su totalidad, El Cuento Revista de Imaginación Biblioteca Digital reúne los contenidos absolutos de los 145 números publicados en sus dos primeras etapas y este hecho la convierte en la obra más significativa que existe en el vasto continente de la creación cuentística mundial. No se trata, pues, de una selección, de una antología de los mejores cuentos de todos los tiempos o de los cuentistas más destacados o más representativos del género, es la reproducción puntual de todos, de cada uno de los números publicados: es el inventario fiel, la obra completa que recoge  más de 2200 cuentos de prácticamente todas las tendencias narrativas del orbe: el cuento tradicional y el de vanguardia, el costumbrista y el que refleja las audacias de la modernidad, el cosmopolita, el anecdótico y el intimista, el del dilema a flor de labio y el del conflicto encerrado bajo la piel, los hallazgos estructurales combinados con los itinerarios más reconocidos y convencionales, en cualquier caso traspasa barreras y expone en todo momento la esencia de la condición humana mediante el vasto fenómeno cuentístico: testimonios, formas de vida con hondas raíces universales, la más amplia diversidad arquitectónica, estilística y temática en las voces escritas de más de 1600 autores tanto clásicos como contemporáneos de distintas nacionalidades, preferentemente mexicanos, latinoamericanos, norteamericanos, aunque también están representados los de lugares tan remotos o desconocidos en sus expresiones literarias como Lituania, Rumania, Bulgaria, Mongolia, Birmania, Ganha, Vietnam, Pakistán, Bangladesh y Barbados, entre otros. Asimismo, recoge los cuentos premiados en concursos internacionales como el “Juan Rulfo” de París y el Latinoamericano de Puebla que lleva el nombre de Edmundo Valadés. Miles de ilustraciones. En su Caja de sorpresas suma un promedio de 1500 ejemplos de lo que en nuestros días se conoce familiarmente como minificción o cuento mínimo, expresión de malicia y destreza imaginativa que gracias a El Cuento Revista de Imaginación adquirió notable relevancia y puede decirse que esta presencia permanente a lo largo de muchos años ayudó, de manera clara e inobjetable, no sólo a que la ficción breve obtuviese pronta y lealmente carta de naturalización como género literario sino que se convirtiera en objeto de auténtica veneración y de práctica feliz y cotidiana entre escritores de diferentes latitudes y varias generaciones. De igual modo se hallan aproximadamente 1000 fichas bibliográficas de autores, así como un acervo extraordinario de reseñas de libros; en lo que respecta a las estrategias formales, sus abundantes editoriales de teoría sobre el género resultan un compendio de la constante renovación, las metamorfosis que se dan en las estructuras, los contenidos y las figuras del cuento; pieza fundamental de la revista fue el diálogo con los lectores, que también recoge El Cuento Revista de Imaginación Biblioteca Digital: el inventario de más de 5000 entregas y respuestas de la sección de Cartas y Envíos, quizá el taller literario por correspondencia más entrañable en la historia de la literatura.

Hoy más que nunca se hace evidente la magnitud y la importancia inmedible de El Cuento Revista de Imaginación Biblioteca Digital, que con un espontáneo guiño de seducción convoca a la lectura a los conocedores del género y a quienes se asoman a él por primera vez y nos invita, como lo hizo desde sus primeras páginas, al conocimiento, a la nostalgia, al deleite moroso y amoroso que proporciona el universo sensible del género del cuento:

“Adéntrese en el mundo de la imaginación.

”Viva la fantasía de la literatura moderna a través de las páginas de la revista El Cuento.

”El Cuento le ofrece la más fascinante selección de cuentos cortos, escritos por famosos autores de todo el mundo con las más variadas y sorprendentes historias.”

Creo, sin la menor duda, que la publicación de la obra completa de El Cuento en este nuevo formato es el mejor homenaje que se puede rendir tanto a Edmundo Valadés como al género narrativo al que dedicó su pasión más grande, la que le dio un sentido absoluto a toda su vida. De la misma forma creo que este fuego nuevo, la propuesta de El Cuento Revista de Imaginación Biblioteca Digital es una joya invaluable que con legítimo y sobrado derecho podemos considerar un bien literario imperecedero y un legado cultural para la humanidad.

El centenario de Edmundo Valadés ( III )

Centenario III

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 EL CENTENARIO DE EDMUNDO VALADÉS. (III)

Solo los sueños y los deseos son inmortales, Palomita.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Toda la obra de Edmundo Valadés se integra en tres libros de cuentos, el tercer libro con el que se concluye el mes dedicado a celebrar el centenario de su nacimiento, se titula: Solo los sueños y los deseos son inmortales, Palomita, publicado en el año de 1980. Con tan poca creación el sonorense nos dijo demasiado, porque en todos sus cuentos el lector siempre encontrará una parte donde se identifique. Los cuentos abarcan el nacimiento, infancia, adolescencia, juventud, adultez, vejez y finalmente la muerte.

El libro Solo los sueños y los deseos son inmortales, Palomita, se compone de cuentos nuevos y cuentos que ya habían sido publicados en Las dualidades funestas (1966). El contenido es el siguiente: “Palomita”, “Rock”, “Las Piernas”, “El cuchillo”, “La incrédula”, “El compa”, “La cortapisa”, “Los dos”, “La marioneta”, ¿Por qué?, “El verdugo”, “El extraño”, “Fin”.

Después de esta publicación de cuentos llegó el silencio de Edmundo Valadés, ¿Será que ya no había más que decir? Puede ser que con el transcurso de los años nuestras vidas se van convirtiendo en recuerdos que añoramos, y como el diario caminar solo es un rápido recorrido hacia la nada, tal vez, mejor valdría la pena dedicar los pocos años que nos queden por vivir a dejar de ser “El extraño”.

El extraño” es un personaje que intenta recordar cómo fue su infancia, recuerda a su padre y algunas anécdotas: “Debo haber sido callejero. Escapaba a las calles o casas vecinas, donde podía pasarme el día jugando con mis amigos. Tendría yo tendencia a la libertad. Mi madre me ataba a veces a su máquina de coser (Mi madre Reina en mi infancia también fue costurera). Ella es una desvaída imagen, una fugacidad inconcreta, una ternura incumplida. ¿Qué me queda además de la visión irreal de su traje blanco, bordado? Puro desarraigo de mi primera infancia. Me ha dolido siempre.”

Después de tantos años de ausencia, “el extraño” regresó a su pueblo donde había nacido y crecido, quería reencontrarse con su pasado para que le ayudara a vivir o entender mejor su presente, pero, ¿Por qué él ya era un extraño? Podría ser que nadie lo reconociera o incluso el lugar ya no fuera el mismo, sin embargo, “el extraño” llegó a expresar: “Tenía la sensación de haber perdido para siempre lo mejor que pudo haber en mí mismo. El recuerdo no encaja. Intento acercarme lo más posible a mi infancia. Voy al callejón, en el que empecé a vivir. Reconozco la casa de los dos pisos, los barrotes donde un niño metió la cabeza. Las banquetas ya no son altas.” ¿El problema será de un cambio en la estructura física?

De pronto “el extraño” ve a un niño que es su álter ego (otro yo) el cual le dice lo siguiente: “Desde aquí te veo. No me gustas. No eres lo que yo era. Tus ojos no son los míos. Tú eres otro. Yo soy feliz, no tengo ningún fardo, ningún complejo, ninguna frustración. Este callejón es mi ciudad, mi sueño, mi juego. Vivo feliz en este puerto. Soy parte de él. Todos me conocen. Voy al muelle, soy amigo de los marineros, de los pescadores, (les vendo empanadas de manjar de doña Negra y doña Nieves), me dejan subir a sus barcos. No, ese en que estás tú, no soy yo. ¡En eso me has trastocado! Te inicie en la libertad de vivir y te dejaste imponer grilletes. Te di una maravillosa infancia. La has perdido. Vete eres un extraño.”

El extraño” es un precioso cuento que nos hará reflexionar y respondernos si hemos evolucionado o involucionado, cada quien tendrá su respuesta. Lo que sí puedo compartir desde mi “egotismo” es que entre más crecemos menos libres somos, nos convertimos en esclavos de todo, incluyendo nuestros prejuicios y no olvidemos que el rápido caminar, el día a día, es un camino hacia la nada, por lo tanto, no perdamos el tiempo en un correr tan apasionado hacia lo incierto, mejor reflexionemos en lo único concreto que tenemos, es decir, yo y el otro.

Una vez que desterremos de nuestras vidas a “El extraño”, no significa que ya resolvimos el problema trágico del hombre. Dejar de ser “el extraño” es para vivir mejor esta vida terrenal, pero cuando estemos cerca del final, nos encontraremos con la problemática existencial planteada en el cuento “La marioneta”. Este cuento se compone de dos párrafos, para ser más concreto, en 9 renglones Edmundo Valadés, nos está planteando unamunianamente el sentimiento trágico de la vida que es dejar de ser, de existir.

El marionetista, ebrio, se tambalea mal sostenido por invisibles y precarios hilos. Sus ojos, en agonía alucinada, no atinan la esperanza de un soporte. Empujado o atraído por un caos de círculos y esguinces, trastabillea sobre el desorden de su camerino, eslabona angustias de inestabilidad, oscila hacia el vértigo de una inevitable caída. Y en última y frustrada resistencia, se despeña al fin como muñeco absurdo.

La marioneta- un payaso en cuyo rostro de madera asoma, tras el guiño sonriente, una nostalgia infinita- ha observado el drama de quien le da transitoria y ajena locomoción. Sus ojos parecen concebir lágrimas concretas, incapaz de ceder al marionetista la trama de los hilos con los cuales él adquiere movimiento.

La muerte es un sentimiento trágico con el que se nace, es algo inevitable, irreparable, por años Facundo Cabral y Alberto Cortez cantaron: “solo aquel que ha vivido, tiene derecho a morir” y le agregaría a la letra que los que realmente viven, nunca mueren, porque hoy a cien años de su nacimiento, estamos recordando, escribiendo y meditando, sobre el inmortal Edmundo Valadés. Finalmente, solo los libros, la literatura y la cultura son inmortales, Estimado lector.

Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com


 

Punto y aparte

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www.diariopuntoyaparte.com es el portal de noticias que hemos creado para servirle a la sociedad, teniendo como eje rector el derecho que tienen los lectores  a la información veraz y oportuna, así como a la diversidad de opiniones, siempre con estricto apego a las leyes que norman la actividad periodística.

La historia

Durante mi incursión como reportero de información general en Novedades Tabasco, en la ciudad de Villahermosa, Tabasco, siempre movido por una gran inquietud periodística, buscó darle vida a un proyecto, que si sabia que quería, no tenia idea como darle el soplo de vida que se requería en ese momento, buscarle el nombre a la columna no era fácil, sin embargo escuchar en ese estado que era común la palabra punto y aparte, me llevó ha decidir por el nombre de esta durante el otoño del 1991, funcionando como asesor de los primeros escritos el reconocido periodista de esa época (Q.E.P.D.) Valentín Ayala y Cortes, y es a partir de ahí que Punto y Aparte se publica en el Novedades de Tabasco, posteriormente en el diario Liberal del Sur, bajo la dirección del Ingeniero Jorge Díaz Mirón Benítez y Cesar Augusto Vásquez Chagoya, GRAFICO DE XALAPA, bajo la dirección del licenciado José Luis Pocero Domínguez, DIARIO DE SOTAVENTO, bajo la dirección del contador  Renato P. Vásquez Chagoya, DIARIO LINEA,  de la ciudad de Xalapa ver.  Del contador Víctor Manuel Vásquez Gándara, entre otros medios impresos más, al igual que en los portales de noticias, gobernantes .com, enlace Veracruz 121.com.mx, acontecerpoliticoveracruzano.com, veredicto popular.com, y actualmente en Diario del Istmo, por lo que es después de 21 años de trabajo ininterrumpidos y gracias a nuestros lectores que nace como portal de noticias, donde la columna seguirá siendo la base en la que descansará el sitio web, y vamos por más.

 

Rosevel Ramos de Dios
Director general

 

 

 

El centenario de Edmundo Valadés ( II )

Centenario II

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 EL CENTENARIO DE EDMUNDO VALADÉS. (II)

Las dualidades funestas.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

La obra cuentística de Edmundo Valadés podría ser tachada de negativa, pesimista, inmoral e incluso antipedagógica. La realidad es que todos los cuentos de Valadés solo reflejan parte de la condición humana, y la principal función de la literatura es describir esa realidad. Por eso en el segundo libro de cuentos titulado Las dualidades funestas el cual se publicó en el año de 1966, Valadés transcribió la siguiente reflexión de Mario Vargas Llosa, que nos ayudará a comprender de manera más clara parte de la función de la literatura:

“…Pero quienes lo condenan afirmando que la literatura debe ser edificante y ejemplar, se equivocan, pues la literatura nada tiene que ver con la pedagogía. Ella es un reflejo de la realidad y sus límites son los de la realidad que no tiene límites.”

La realidad antes mencionada está en la obra de Valadés. La vida sencilla, rutinaria, ordinaria, la encontrará en la lectura de los cuentos que integran el libro Las dualidades funestas, los cuales son: “Rock”, “Los dos”, “El compa”, “El verdugo”, “El cuchillo”, “La cortapisa”, “La incrédula”.

En este libro de cuentos es recurrente encontrar temas que abordan la pasión, el erotismo, el deseo, la sensualidad, el machismo, la cobardía, el vandalismo, la venganza, el concepto de amistad, los celos, etc. y por supuesto que escribir esas realidades como crítica social no siempre serán bien recibidas. Es importante aclarar, que no todos los cuentos tienen el objetivo de juzgar una conducta, hay cuentos que buscan enseñarnos a comprender que el enorme deseo y necesidad sexual que todos tenemos, es tan natural y no tendría que ser visto como una perversión, ejemplo de esto es el cuento “La cortapisa”.

Un aspecto interesante de los cuentos que integran Las dualidades funestas es la sencillez con la que son tratados los temas, verbigracia es el cuento “El compa”, en el cual nos encontramos con un personaje primero obsesionado y después completamente enamorado de la Bicha. Él, le prometía amor eterno, ella si bien le agradaba la idea de irse a vivir con su enamorado, tenía la clásica duda que solo la quisiera para el “acostón”.

En el contexto en que el personaje enamorado se desvivía por conseguir el sí de la Bicha, el compa con el que siempre convivía en las borracheras y en las cantinas acompañados de mujeres, empezaba a notar que su compa lo estaba abandonando por la Bicha, un día habían quedado de ir a beber al Agua Azul con unas nuevas mujeres y sucedió lo siguiente:

Ni modo. Dejó de nuevo al compa, tragándose el sentimiento. La Bicha lo esperaba para irse de bailada. Ella estaba respirando muy fuerte, diciendo que si a todo, a sus ganas desbocadas de irla apretando más y más entre paso y paso de Nereidas. Hasta sentir debilitar su vergüenza, poco a poco. Luego se la acomodo muy bien, toda apretadita, sin disimular la calentura. -¿Nos vamos por ay? Ella nomás se le repegó, muy calladita, y él se sintió a todo dar, muy dueño de todo, capaz de cualquier cosa.

Ya vas, pensó. Y luego luego se la llevó por ay. Caminaron en la noche, sin atender más que a sus ganas, escabullendo borrachos, a los vendedores, a las mujeres pintarrajeadas que pasaban casi entre ellos, sin que los inquietara este o aquel policía que se les quedaba viendo.

Ya sus manos la iban hurgando ávidamente, como si ambos fueran los únicos en pasar por esa calles y no existiera sino su deseo y como si todos los demás, la ciudad entera, hubiera sido hecha para que ellos se acostaran donde mejor les pareciera. Llegaron a la puerta del hotel, discreta, tentadora. -¿Dónde me llevas? –Aquí nomás linda, a estar solitos tú y yo. -¿No te digo que llevas mucha prisa? Hoy no. –Ándale, Vidita, si al cabo nos queremos bien. –Pero un ratito nomás y sólo para platicar.”

Estimado lector, como podrá imaginarse ¡entraron al motel solo para platicar!, pasaron los días y la Bicha ya vivía en un cuarto con su enamorado. Él, ¡como todo gran caballero! le presumía mucho a su compa lo buena que estaba: “-Bueno ya me enredé con la Bicha. Le puse su cuarto. Un día te vas a comer con nosotros. El compa no dijo nada pero bien que se le notaba la molestia. A ver cómo te sale la muchacha. Ya ves cómo son las viejas de aprovechadas. No la vayas a regar por todos lados. Le habría explicado que con ella todo era pura vida, mejor que con las del Agua Azul. ¡Qué agarrones! Como para estarse encima de ella a todas horas.”

Entre más pasaban los días mayor era la felicidad de los enamorados, pero más grande era todavía la infelicidad del compa, este pensaba que ella era una mujer que no merecía ser tratada con tanto amor, los motivos del compa no son muy claros, tal vez, eran celos de amistad, compañerismo, envidia, algún rechazo de la Bicha, la verdad es que no lo sé. Lo que sí se puede comprender en el cuento es esa naturaleza desviada, perversa, sucia, machista, egoísta, porque el compa le dijo al enamorado que él había visto a la Bicha con otro, siendo esto una mentira, y como era muy su amigo estaba obligado a decírselo, se emborracharon y bueno, el final lo podrá leer Usted, pero le anticipo que es un final trágico.

Es parte de la narrativa de Edmundo Valadés, un cuentista original, diferente, quien en el libro La muerte tiene permiso nos describió la realidad de la vida rural, y en Las dualidades funestas nos presenta la vida de la ciudad con todas sus grandezas y miserias, teniendo el único propósito de enseñarnos a no convertirnos en “El Verdugo” o “El compa.”

Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com


Foto columna...

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Doctor en Ciencias Política y maestro funcionario público del Gobierno del Estado y oriundo del pintoresco y hospitalario municipio de Saltabarranca , en una entrevista ha dicho:

“A mí me gusta mucho la literatura, la filosofía y la historia. Por ejemplo, no puedo hablar bien de Shakespeare si no conoces su contexto histórico.

Decía García Márquez que al inicio es muy fácil escribir pero con el paso del tiempo esto se vuelve más complicado, no porque los temas se agoten, sino porque ya te vas volviendo cada vez más, más exigente contigo mismo. Entonces hay que estar constantemente leyendo para poder compartir.

En los periódicos siempre se leen notas políticas y notas rojas, razón por la cual contribuyo en distintos medios de comunicación social con mis columnas, tratando siempre de lograr que sea una lectura diferente y que humildemente vaya uno aportando la motivación necesaria para que el lector cada vez que sea posible que se interese aún más por la lectura.

Este es mi objetivo central y mi intención de muy buena fe.

El escribir es una parte de mi vida que más disfruto, dijera Vargas Llosa “Como escritor tuve que trabajar, tengo que seguir trabajando, pero aun así, siempre logro hacer un espacio para la lectura.

Entonces yo tengo un plan, leer, dar clases y escribir, porque a través de esta triada es cómo podemos desarrollarnos como persona y contribuir.

Yo escribo desde hace cinco años y todas mis columnas son de contenido cultural, de derecho, de literatura, filosofía, historia y otros temas.

Soy doctor en ciencias políticas y esto me ha ayudado mucho a la investigación y así poder transmitir y compartir ideas y conocimientos, porque la verdad es que una sociedad informada y culta, es una sociedad reflexiva en todos los temas, y en verdad, reitero que la literatura y ser escritor, en la parte de mi vida que más disfruto de mis actividades.

El escribir es para mí la forma adecuada de compartir obras, personajes y todo lo que he estado escribiendo.”[1]

[1] http://www.jaquematedesdelostuxtlas.com/entrevista-con-el-maestro-miguel-naranjo-ramirez-publicada-hoy-con-motivo-de-su-cumpleanos/

 

El centenario de Edmundo Valadés ( I )

 

 

Centenario I

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EL CENTENARIO DE EDMUNDO VALADÉS. (I)

La muerte tiene permiso.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

En el Estado de Sonora nacieron caudillos que diseñaron y dirigieron los destinos del México Postrevolucionario, de sus aciertos y errores la historia ya se ha encargado. Pero los Sonorenses tienen un caudillo del cual pueden sentirse completamente orgullosos, porque fue un caudillo de la cultura, me refiero a Edmundo Valadés (1915-1994) quien es un destacado cuentista, periodista, editor, un escritor que sigue siendo un referente en la narrativa mexicana del siglo XX.

La labor literaria de Edmundo Valadés es de un valor incalculable en la vida intelectual de México. Fundó y dirigió la revista “El cuento” mediante la cual divulgaba la producción mundial del género cuentístico y difundía los cuentos de los escritores mexicanos. Por lo antes señalado, la mejor manera de celebrar el centenario del nacimiento de Edmundo Valadés es conociendo su obra cuestística.

El primer libro de cuentos de Edmundo Valadés se publicó en 1955 y se titula: “La muerte tiene permiso” el cual está integrado por los siguientes cuentos: “La muerte tiene permiso”,” Estuvo en la guerra”, “No como al soñar”, “Como un animal, como un hombre”, “Al jalar del gatillo”, “La grosería”, “Asunto de dedos”, “Adriana”, “Un gato en el hambre”, “La infancia prohibida”, “El pretexto”, “Se solicita un hada”, “Todos se han ido a otro planeta”, “Las raíces irritadas”, “Un hombre camina”, “El gritar absurdo”, “Qué pasa, Mendoza”, “En cualquier ciudad del mundo.”

Son cuentos cortos y magistrales, aparentemente de lectura sencilla, la mayoría de sus temas nos hacen reflexionar. Lo que Valadés escribió en 1955 tristemente son temas tan reales y vigentes en el contexto que está viviendo México, su lectura asombra la realidad del contenido y trataré de ejemplificarlo explicando brevemente el cuento: “La muerte tiene permiso.”

En el cuento “La muerte tiene permiso” está por realizarse una Asamblea ejidal, los ingenieros son los que conducen la Asamblea, antes que dé inicio, estos destacados líderes de manera burlesca, reflexionan sobre la vida de los campesinos: “-Sí, debemos redimirlos. Hay que incorporarlos a nuestra civilización, limpiándolos por fuera y enseñándolos a ser sucios por dentro…” El Presidente inició la Asamblea y después de los clásicos discursos y promesas realizadas a los ejidatarios, cedió la palabra a los campesinos para que expusieran sus quejas, peticiones, sueños, etc.

Al inicio nadie se animaba a hablar, de pronto Sacramento se hizo de valor y pidió la palabra que le fue concedida, la petición que realizaría a la Asamblea se justificaba en los siguientes hechos: “Quiero hablar por los de San Juan de las Manzanas. Traimos una queja contra el Presidente Municipal que nos hace mucha guerra y ya no lo aguantamos. Primero les quito sus tierras a Felipe Pérez y a Juan Hernández, porque colindaban con las suyas. Telegrafiamos a México y ni nos contestaron. Hablamos los de la congregación y pensamos que era bueno ir al Agrario, pa la restitución. Pos de nada valieron los vueltas ni los papeles, que las tierritas se le quedaron al Presidente Municipal.

Derivado del conflicto antes señalado, el Presidente Municipal enojado porque esta gente ruin, baja, pobre y malagradecida se la habían revelado, empezó a cobrar los diversos prestamos que debían los campesinos y que según él estaban muy atrasados. Como era de esperarse el cobro era mucho más elevado de lo que realmente debían y esto ocasionó lo que a continuación Sacramento seguía exponiendo en la Asamblea:

“- Pos luego lo de m´ijo, siñor. Se encorajinó el muchacho. Si viera usté que a mí me dio mala idea. Yo lo quise detener. Había tomado y se le enturbió la cabeza. De nada me valió mi respeto. Se fue a buscar al Presidente Municipal, pa reclamarle… lo mataron a la mala, que dizque se andaba robando una vaca del Presidente Municipal. Me lo devolvieron difunto, con la cara destrozada.” (Antes por los menos los devolvían, hoy hemos involucionado mucho más)

Por si todavía las autoridades de la Asamblea no estaban convencidas, Sacramento antes de realizar la petición expuso el último punto: “Si todo esto fuera poco. Salió El Presidente Municipal con los suyos, que son gente mala y nos robaron dos muchachas: a Lupita, la que se iba a casar con Herminio, y a la hija de Crescencio. Como nos tomaron desprevenidos, que andábamos en la faena, no pudimos evitarlo. Se las llevaron a fuerza al monte y ai las dejaron tiradas. Cuando regresaron los muchachas, en muy malas condiciones, porque hasta de golpes le dieron, ni siquiera tuvimos que preguntar nada.”

Después de todo lo narrado como era de esperarse el pueblo se cansó de tan mala autoridad que promueve la injusticia, el autoritarismo, el abuso del poder, la corrupción, la delincuencia, el cobro injusto de impuestos, el descaro, etc. y buscó hacerse justicia por sus propias manos, fue en ese contexto que se solicitó el permiso para matar al Presidente Municipal, y la primer respuesta de las autoridades de la Asamblea es la siguiente: “- Pero somos civilizados, tenemos instituciones; no podemos hacerlas a un lado. Sería justificar la barbarie, los actos fuera de la ley.” A esta argumentación valida se le respondió: “¿Y qué peores actos fuera de la ley que los que ellos denuncian.”

Fue tal la presión que se hizo sobre la petición, que al Presidente de la Asamblea no le quedó otra opción más que llevar la propuesta a votación: “Se pone a votación la proposición de los compañeros de San Juan de las Manzanas. Los que estén de acuerdo en que se les dé permiso para matar al Presidente Municipal, que levanten la mano…” Mi estimado lector, como era de esperarse la votación fue a favor de manera unánime, una vez obtenido el resultado favorable de la votación, Sacramento declaró: “Pos muchas gracias por el permiso, porque como nadie nos hacía caso, desde ayer el Presidente Municipal de San Juan de las Manzanas está difunto.”

Edmundo Valadés es un cuentista genial, por supuesto que no sé está promoviendo la barbarie, quisiéramos que esto solo fueran cuentos, pero tristemente se confirma que lo único que hacen los verdaderos artistas es desnudar la realidad, mejor dicho, una pequeña parte de la realidad.

Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com


 

Foto Col.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Mi formación profesional está poco relacionada con todo lo que realizo cada semana, soy Licenciando en Derecho y Maestro en Derecho Constitucional, sin embargo, lo que más trabajo son temas de Literatura, Filosofía, Ciencia Política, y algunos otros temas, pero básicamente lo antes señalado.

Vivo en la Ciudad de Xalapa, Ver.  Escribo la columna “Ruta Cultural” desde el 2010, es semanal y son puramente temas culturales, aquí en el Estado me publican los siguientes medios periodísticos.

Semanario Punto y Aparte. (Impreso)

Y algunos portales electrónicos, entre ellos.

http://www.cronicadelpoder.com

http://www.sociedadtrespuntocero.com

http://www.pulsocritico.com

http://www.periodicoveraz.com

También me publica la revista El búho http://www.revistaelbuho.com/texto/index2.html , estoy en la sección Letras, Libros y Revistas.

 

28—“Un gato en el hambre” cuentos y vida de Edmundo Valadés. Lectura homenaje. En “La Musa y el Garabato”, con La cuentera de la Tabacalera, Gloria Ávila Dorador.

Cartel de Un gato en el hambre Circulo de lectura Gloria

 

Con este cartel Gloria Ávila Dorador invió al evento de homenaje 20 años sin Valadés, en La Musa y el garabato, a el círculo de lectura que denominó «Un gato en el hambre»

Entre los asistentes el grupo de Cuentistas brevísimos de Valadés fue representado por la escrtora y minificcionista Ma. Elena Solórzano y varias personas más.

Círculo de lectura, Ma Elena Solorzano y Gloria

En la mesa del círculo de lectura observamos el libro «La muerte tiene permiso» de Valadés y el libro «Minificcionistas de El Cuento, revista de imaginación«

círculo de lectura3 Gloria

También pudieron revisar, ejemplares de la revista El Cuento, revista de imaginación, las vemos en manos de los asistentes.

círculo de lectura Gloria

Gloria habla de la vida y obra de Edmundo Valadés.

círculo de lectura2 Gloria

Con libro en mano se realizaron lecturas de la obra del maestro homenajeado.

el crapulo

Lectura de El crápulo, de Adriana Quiroz. Para ir al video haga Click

La marioneta

Lectura de La marioneta, minificción de Edmundo Valadés. Para ver el video haga click.

se solicita un hada

Lectura de «Se solicita un hada» Para ver el video haga click

Por último, en voz de Gloria, se escuchó dar por concluidos los eventos 20 años sin Valadés que se realizaron en varias ciudades de México y Argentina.

Gracias Gloria Ávila Dorador,

Gracias Maria Elena Solórzano.

Gracias al centro cultural, La musa y el garabato. 

El centenario de Valadés y «Minificcionistas de El Cuento» en Foro TV, con Marcial Fernández

minificcionistas en foro tv

Para ver la grabación del programa, haga Click en la fotografia.

Marcial Fernández y Alberto Ruy Sánchez charlaron en el  programa Agenda Pública de José Carreño Carlón. Transmitido el 19 de Febrero de 2015 en Foro TV.

minificcionistas en foro tv Marcial

Para ver la semblanza y textos de Marcial Fernández en el blog. «minificciones de el cuento, revista de imaginación» haga click en la fotografía.

minificcionistas en foro tv Ruy

Para ver la semblanza y textos de Alberto Ruy Sánchez en el blog. «minificciones de el cuento, revista de imaginación» haga click en la fotografía.

minificcionistas en foro tv Carlón

José Carreño Carlón y el libro «Minificcionistas de El Cuento, revista de imaginación»

 

José Carreño Carlón es director del Fondo de Cultura Económica (FCE), luego de ser designado por el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor.

Con una trayectoria de 40 años en el periodismo, donde lo mismo ha sido subdirector fundador de La Jornada, subdirector de El Universal y vocero de Carlos Salinas, Carreño también ha sido reconocido con el Premio Nacional de Periodismo por artículo de fondo (1987) y la Medalla “Manuel Alonso Muñoz” (2005).

Carreño Carlón fue Director General de Comunicación Social de la Presidencia de la República en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari; director general de El Nacional, (1988-1992); subdirector de La Jornada (1986-1988); subdirector de El Universal, (1985); articulista de Unomásuno (1978-1983); comentarista de Radio Educación (1978); comentarista del programa radiofónico Onda Política, CREA, (1981); miembro del Consejo Editorial y colaborador de Nexos (1978 a la fecha); redactor, reportero y jefe de la sección internacional de El Día, (1964-1970).

Es profesor de derecho de la información de la UNAM y coordinador de periodismo de la Universidad Iberoamericana.

Realizó sus estudios de licenciatura en la Universidad Nacional y los de posgrado en Leiden (Países Bajos) y Navarra (España).

Además se ha desempeñado como Embajador de México ante el Reino de los Países Bajos, (1995-1996); diputado Federal por el XXII distrito electoral del D.F., (1982-1985). Miembro de las comisiones de Gobernación y Puntos Constitucionales, Insaculación de Jurados y Distrito Federal; director de Estudios Socioeconómicos en COPLAMAR, Presidencia de la República, (1977-1982); director general de documentación e Informe Presidencial, (1975-1976); subdirector general de Estudios Administrativos, (1974-1975); analista (1971-1972); jefe del Centro de Documentación e Información, (1972-1974).

Centenario de Edmundo Valadés en XECARH La Voz del Pueblo Hñähñü

Centenario de Edmundo Valadés en XECARH La Voz del Pueblo Hñähñü

 

 

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Para escuchar Radio Cardonal, haga click en la imagen.

El grupo Difusión Cultural Bok’yä, en voz de su coordinador Sergio Miranda, nos invitan a escuchar, el día 22 de Febrero a las 11 hrs. una entrevista al Dr. Alfonso Pedraza como un festejo al centenario del maestro Valadés.

 

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Sergio Miranda

 

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Alfonso Pedraza

Sintonicen la emisora en sus frecuencias AM (1480 kHz) y FM (89.1 MHz), y de manera especial, a todos los amigos de américa y España lo podrán escuchar por internet en: http://ecos.cdi.gob.mx/xecarh.html o en http://ecos.cdi.gob.mx/pl/xecarh.html.

Conozcan la programación de esta emisora indígena multilingüe, que transmite en español, náhuatl y hñähñü.

XECARH, La voz del pueblo Hñähñü, es una radiodifusora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

Transmite con 5000 watts de potencia, en el 1480 kHz de la banda de amplitud modulada, desde la cabecera municipal de Cardonal, Hidalgo, México.

La radio transmite en las lenguas hñähñü, náhuatl y español durante 12 horas diarias todos los días del año. Abarca gran parte del estado, y de los estados de Querétaro, Veracruz, San Luis Potosí y el Estado de México.

Inició pruebas de transmisión el 16 de julio de 1998, después de un mes, el 1 de agosto de 1998, se dio a conocer como emisora del Instituto Nacional Indigenista hoy Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, en la región del Valle del Mezquital. Tras un proceso de investigación y consulta que corrió paralelo a las actividades de la instalación, selección de personal y capacitación, la radio fue inaugurada oficialmente el 12 de enero de 1999.

La XECARH ocupa el décimo noveno lugar en la fase de expansión del Sistema de Radiodifusoras Culturales Indigenistas. El impulso de la radiodifusión cultural indigenista, ha permitido la instalación de radiodifusoras en regiones indígenas, donde la demanda se justifica por carecer de medios de comunicación que favorezcan el desarrollo de los pueblos indígenas.

logo bokya

Difusión Cultural Bok’yä es una organización civil sin fines de lucro. Misión: Busca consolidarse como una importante promotora cultural en el estado, que facilite los canales de producción y difusión cultural a los hidalguenses. Para fomentar la comunicación y colaboración entre artistas, artesanos, productores, instituciones y la ciudadanía en general, se dedica a crear y desarrollar las plataformas que permitan difundir la diversidad artística y cultural del pueblo Hidalguense; con el ánimo de promover el respeto, y así coadyuvar a la manutención de nuestra identidad.

Integrantes: Rafael correa, Susana Miranda, Annel Oviedo, Ángel Contreras, Ale Uribe Barrera, Alan Maqueda, Mariana Reyes y Sergio Miranda.

Difusión Cultural Bok'yä

 

El centenario de Valadés en Radio UNAM

Radio Unam

 

El centenario de Valadés en Radio UNAM

Radio UNAM a través de la subdirección de producción comandada por Eloisa Diez nos informa e invita a escuchar unas cáspsulas conmemorativas del centenario del natalicio de Edmundo Valadés.

En en marco de la XXXVI feria del libro de Minería podrán escuchar:

Valades en la XXXVI FIL MINERIA

 

– «Memorias al vuelo»: 2 cápsulas de 3 minutos sobre la vida de Edmundo Valadés

 

Mineria 2015

La serie completa son 30 cápsulas, donde se habla de las figuras conmemoradas o festejadas durante esta feria del libro de Minería.

 

Dentro de las emisiones normales de Radio UNAM, en sus frecuencias:

96.1 FM El mundo vive en tus oídos

860 AM El alma máter del cuadrante

Y para todo el mundo estas dos frecuencias accesibles por internet en  http://www.radiounam.unam.mx/

Escucharemos de febrero a diciembre: Identificaciones Centenarios: 5 cápsulas de 1 minuto para AM y 5 cápsulas para FM. Las que entran a rotación cada hora a partir de marzo. Cada mes se suma la misma cantidad de cápsulas de una personalidad homenajeada. No se retiran las del mes anterior, sino que se van sumando. De tal modo que las identificaciones dedicadas a Edmundo Valadés estarán en rotación hasta el mes de diciembre.

Eloisa díezradio-unam

14— 20 años sin Valadés en “Te cuento” con Celia Carnovale y Atilio Martínez en RadioDécadas, con Raúl Brasca.

 

 

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Para escuchar la entrevista haga Click en la imagen.

 

 

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Para escuchar la entrevista haga Click en la foto.

 

 

En la emisión del martes 25 de Noviembre del programa radiofónico “Te cuento” conducido por Celia Carnovale y Atilio Martínez por Radio Décadas, desde Buenos Aires Argentina, se hizo un homenaje a Edmundo Valadés. Raúl Brasca en representación de los cuentistas brevísimos de El cuento, fue invitado para charlar sobre el maestro. Esa conversación la pueden escuchar haciendo un clik en la imagen o en la foto de los conductores.

Celia Y Atilio2

“Te cuento” es un programa radiofónico, siempre en directo, por la banda FM en Buenos Aires, Argentina. Se trasmite siempre en directo con la conducción de Celia Carnovale y Atilio Martinez, bella pareja que se acompañan en la vida y en este programa multipremiado por su música selecta e interesante temática. Entrevistan a invitados de importancia social y cultural, nacionales y extranjeros. Pueden sintonizar por la radio local FM 1090 Radio Décadas, y por internet a todo mundo por ww.decadasam1090.com.ar .

 

Raúl Brasca

Semblanza y textos de Raúl Brasca en Minificciones de El Cuento, Haga click en la imagen

 

Raúl Brasca, Autor de cuentos, microficciones y ensayos. En 1989 fundó, con otros cuatro escritores, la revista Maniático Textual que estuvo en quioscos y librerías hasta 1994. Compiló quince antologías, once de ellas de microficciones. Su obra ficcional y ensayística fue publicada en antologías, revistas y suplementos literarios de varios paises. Han recibido, entre otros, los premios del Fondo Nacional de las Artes y de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. La Universidad de Carabobo (Venezuela) le confirió la Orden de Alejo Zuluoga. Ponente y conferencista en congresos internacionales, ha dictado clases magistrales, talleres y seminarios en varias  universidades europeas y americanas y se desempeñó como jurado en certámenes literarios nacionales e internacionales. Creó las “Jornadas Feriales de Microficción” que coordina y conduce en la Feria del Libro de Buenos Aires.

25— Homenaje a Edmundo Valadés en la revista e-Kuóreo.

20 años sin Valadés en Ekuoreo

Para leer el texto en e-Kuóreo haga click en la imagen

Homenaje a Edmundo Valadés

A finales de los años setenta, cuando éramos estudiantes universitarios, conocimos la revista El cuento, dirigida por Edmundo Valadés desde México. En ese tiempo ya habíamos empezado a publicar Ekuóreo, revista de minicuentos, y estábamos definiendo su contenido editorial. El cuento, de alguna forma, iluminó ese camino.

Lo que aprendimos del maestro Valadés, con sus comentarios o la publicación de cartas de lectores, al principio de la revista, es que teníamos que leer muchos cuentos para aprender a escribir cuentos.

Años después, en una entrevista, Edmundo Valadés aseveró que Ekuóreo había sido la primera revista especializada en minicuentos en Latinoamérica. Esto despertó la curiosidad de Carlos Paldao, editor de la Revista interamericana de bibliografía (RIB) de la OEA, que a través de un encuentro en Europa entre la española Francisca Noguerol y el colombiano Henry González Martínez pudo constatar que Ekuóreo no había sido un invento de Valadés. Paldao publicó en 1996 un número especial de la RIB (el Vol. XLVI, No. 1-4) en el que la revista Ekuóreo salió por fin de su fase mítica y se instauró en la realidad de las bibliografías.

Nuestra deuda con el maestro Valadés es, por tanto, grande, y a los 20 años de su muerte  queremos rendirle este pequeño pero agradecido homenaje.

 

La incrédula

Sin mi mujer a mi costado y con la excitación de deseos acuciosos y perentorios, arribé a un sueño obseso. En él se me apareció una, dispuesta a la complacencia. Estaba tan pródigo, que me pasé en su compañía de la hora nona a la hora sexta, cuando el canto del gallo. Abrí luego los ojos y ella misma, a mi diestra, con sonrisa benévola, me incitó a que la tomara. Le expliqué, con sorprendida y agotada excusa, que ya lo había hecho.

—Lo sé —respondió-, pero quiero estar cierta.

Yo no hice caso a su reclamo y volví a dormirme, profundamente, para no caer en una tentación irregular y quizás ya innecesaria.

 

¿Por qué?

En el sueño, fascinado por la pesadilla, me vi alzando el puñal sobre el objeto de mi crimen.

Un instante, el único instante que podría cambiar mi designio y con él mi destino y el de otro ser, mi libertad y su muerte, su vida o mi esclavitud, la pesadilla se frustró y estuve despierto.

Al verme alzando el puñal sobre el objeto de mi crimen, comprendí que no era un sueño volver a decidir entre su vida o mi libertad, entre su muerte o mi esclavitud. Cerré los ojos y asesté el golpe.

¿Soy preso por mi crimen o víctima de un sueño?

 

La marioneta

El marionetista, ebrio, se tambalea mal sostenido por invisibles y precarios hilos. Sus ojos, en agonía alucinada, no atinan la esperanza de un soporte.

Empujado o atraído por un caos de círculos y esguinces, trastabilla sobre el desorden de un camerino, eslabona angustias de inestabilidad, oscila hacia el vértigo de una inevitable caída. Y en última y frustrada resistencia, se despeña al fin como muñeco absurdo.

La marioneta –un payaso cuyo rostro de madera asoma, tras el guiño sonriente, una nostalgia infinita- ha observado el drama de quien le da transitoria y ajena locomoción. Sus ojos parecen concebir lágrimas concretas, incapaz de ceder al marionetista la trama de los hilos con los cuales él adquiere movimiento.

 

Final

De pronto, como predestinado por una fuerza invisible, el automóvil respondió a otra intención, enfilado hacia imprevisible destino, sin que mis inútiles esfuerzos lograran desviar la dirección para volver al rumbo que me había propuesto.

Caminamos así, en la noche y el misterio, en el horror y la fatalidad, sin que yo pudiera hacer nada para oponerme.

El otro ser paró el motor, allí en un sitio desolado.

Alguien que no estaba antes, me apuntó desde el asiento posterior con el frío implacable de un arma. Y su voz definitiva, me sentenció.

—¡Prepárate al fin de este cuento!

 

Pobreza

Los senos de aquella mujer, que sobrepasaban pródigamente a los de una Jane Mansfield, le hacían pensar en la pobreza de tener únicamente dos manos.

 

Sueño

Sentada ante mí con las piernas entreabiertas, columbro la vía para cumplir mi sueño de cosmonauta: arribar a Venus.

 

Memoria

Cuando alguien muere, sus recuerdos y experiencias son concentrados en una colosal computadora, instalada en un planeta invisible. Allí queda la historia íntima de cada ser humano, para propósitos que no se pueden revelar.

Enfermo de curiosidad, el diablo ronda alrededor de ese planeta.

 

 


 

 

 

ekuoreo historia

La historia de e-Kuóreo y descripcción y textos de cada uno de sus números la puede investigar en este blog. Haga clik en la imagen

 

EKUÓREO: Siendo estudiantes de literatura, Harold Kremer y Guillermo Bustamante Zamudio inventaron y sostuvieron una mini-revista de minicuentos: Ekuóreo. Diez años después, el maestro Edmundo Valadés habló de ese juego como una publicación especializada en recoger minicuentos. Quince años después, los editores recibieron una llamada de la OEA, pues no podían publicar su número de la Revista interamericana de bibliografía, dedicado al microrrelato, sin una reseña de ese trabajo. «Si hubiéramos sabido que Ekuóreo iba a ser famosa, la habríamos hecho más bonita», se lamentaba Kremer.

   Efectivamente —como dice Raúl Brasca, en la tercera entrega de sus antologías de minicuento (Dos veces bueno 3)—, Ekuóreo es «una mítica revista literaria colombiana, la primera en Latinoamérica dedicada exclusivamente a la minificción» (Buenos Aires: IMFC, 2002. p.5). Lo de “primera en Latinoamérica” puede ser una exageración, pues tal vez es la primera en el mundo; y lo de “mítica” sí que es justo, pues con el auge del género y, en consecuencia, con el auge de los estudios sobre esa forma literaria, Ekuóreo se volvió de reiterada mención (ver…), pero por su forma de aparición, por su formato, porque siendo jóvenes ellos no sabían que eran precoces, no tenía registro ISSN; al principio ni siquiera tenía fecha. Por ser “literatura volante” —como diría Juancarlos Moyano en un artículo en el periódico El excelsior de México (de próxima aparición aquí)— no ha anidado en las maneras tradicionales de reseñar las publicaciones periódicas, ni incluso en las maneras habituales de guardarlas en las bibliotecas.

Más de veinte años después, entonces, se hace la historia de la primera época de la revista: se relata el proceso, se reseñan las fuentes de los textos y de las ilustraciones —en la medida de lo posible—, se reproducen todos los relatos publicados y facsímiles de todas las entregas, se revelan secretos y se hunde en el misterio cosas que parecían claras, se introduce un índice alfabético de los autores publicados y una bibliografía de minicuentos, sobre el minicuento y otros asuntos…

Foto Kremer 3

Semblanza y textos de Harold Kremer en El Cuento revista de imagnación. Haga click en la foto.

 

HAROLD KREMER. (1955). Nació en Buga, Colombia, en 1955, y vive en Cali desde siempre y para siempre. Profesor de la Universidad del Valle y cofundador en 1980 de Ekuóreo, la primera revista hispanoamericana de minicuento, se ha dedicado con asombroso empeño a la investigación del cuento como género. Ha publicado con Guillermo Bustamente Zamudio Los minicuentos de Ekuóreo y Colección de cuentos colombianos.

Con una larga lista de  publicaciones y premios se confirma su dominio del oficio.

Triunfo Arciniegas dice: La lectura es una pasión que se refina con los años. Hay autores que definitivamente no volveré a leer, hay libros que se caen en la primera página, hay escritores cuya escritura echa a perder el más preciado tema, pero Kremer se mantiene sorpresivo y fresco, digno de numerosas lecturas. Y en una casa repleta de libros, los suyos permanecen al alcance de la mano en la mesa de noche.

         En el prólogo de La noche más larga (1984), el novelista Fernando Cruz Kronfly escribe sobre el mármol unas preciosas y precisas palabras de absoluta vigencia: “Harold Kremer, el autor, es una de esas personas que parecen no interesarse por saber en qué consiste o dónde queda exactamente la línea divisoria entre la literatura y la vida…  un narrador serio, sin afanes ni aspavientos… un trabajador solitario y hasta entristecido, que sabe perfectamente bien en qué consiste el inmenso valor de lo imaginario y de la ficción, … Y que conoce, igualmente bien, la regla de oro de la literatura según la cual el único compromiso del escritor consiste en hacerlo bien, con originalidad pero sin ignorar lo mejor de los avances culturales universales”.

A pesar de los premios, de los periódicos y las revistas que han destacado sus cuentos, de las traducciones al alemán, el inglés, el hebreo y el portugués, Harold Kremer todavía es un escritor secreto. Un secreto que no debemos mantener, para dicha de todos. Ya es hora de que una gran editorial remedie el asunto.

Triunfo Arciniegas,Pamplona, 2011[1]

 

Foto Memo

GUILLERMO BUSTAMANTE ZAMUDIO. (1958). Nació en Cali, Colombia. Es licenciado en Literatura e Idiomas y Magíster en Lingüística y Español. En 2002, obtuvo el Premio Isaacs con su libro Convicciones y otras debilidades mentales y en 2007, su libro Roles ganó el Tercer Concurso Nacional de Cuento de La Universidad Industrial de Santander. Junto a Harold Kremer, ha sido un cultor del minicuento en Colombia a través de la fundación y dirección de la revista Ekuóreo y las antologías Antología del cuento corto colombiano, Los minicuentos de Ekuóreo y Segunda Antología del cuento corto colombiano. Ha publicado los libros de microrrelatos, Oficios de Noé, en 2005; Libro sobre microcuento, en 2008; escrito a dos manos con Harold Kremer y Ekuóreo: un capítulo del minicuento en Colombia, en 2008. Varios de sus cuentos componen antologías de microrrelatos en Colombia e Hispanoamérica.[2]

 

Foto Ficher 1

HENRY FICHER. (1960) Nació en Miami Beach. De padres judeo-cristianos, llegó a Colombia gracias a las peripecias de su padre, donde se instaló en Cali hasta los 22 años. A los 19 años conoció a Harold Kremer y Guillermo Bustamante cuando la legendaria revista Ekuóreo empezaba sus publicaciones. En esos años comenzó a escribir minicuentos, de los cuales dos fueron publicados en la revista. Juntos realizaron el primer concurso nacional de minicuentos. Durante ese breve período fue miembro del comité de dirección.[3]

[1] http://eltriunfodearciniegas.blogspot.mx/2011/04/harold-kremer-un-escritor-secreto.html

[2] http://revistamicrorrelatos.blogspot.mx/2010/10/breve-entrevista-guillermo-bustamante.html

[3] http://revistamicrorrelatos.blogspot.mx/2011/04/breve-entrevista-henry-ficher.html

 

26—Taller con el maestro Valadés. Por Javier Perucho, En Miretario.

Homenaje a Valadés-Javier Perucho

Para leer el texto en Miretario haga clik en la imagen.

 

domingo, 30 de noviembre de 2014

TALLER CON EL MAESTRO VALADÉS

Por Javier Perucho

En el taller de creación literaria que el maestro impartía cada miércoles por la tarde en las instalaciones del museo Álvar y Carmen Carrillo Gil, a fines de los años ochenta, nos enseñó la economía del género, la poética aristotélica que lo rige, su diversa unidad —temporal, espacial y acteal—, extensión vicaria y, para no desparramarse, un protagonista y un solo incidente que los gobierna, en cuya atmósfera se desempeña, además de una estricta observancia de la administración neoliberal en el gasto e inversión de las palabras durante la factura de cada cuento, breve o tradicional. Sobre todo, la distinción que individualiza al minicuento, como él gustaba llamarlo también, que lo separa y diferencia de la fábula —con quien comparte brevedad—, el chiste —alejado de él por su fugacidad y perennidad—, la adivinanza —por la tradición oral que la soporta y su afán moralizante—, entre otras expresiones literarias que se rigen por las arquitecturas de la brevedad. Entre sus enseñanza más finas y memorables también mostró que la revelación y la narratividad, aunque ésta no era palabra suya, son los elementos distintivos connaturales.

Al inicio de cada sesión, sentado ante su escritorio y con ésa su voz de jefe tribuno, el maestro leía un cuento que ejemplificaba la lección del día. El silencio se imponía desde que seleccionaba el volumen distinguido. Nadie se movía, arrobados como estábamos por sus cadencias de lectura. Aquí es el lugar para anotar que los acervos que componen su biblioteca se especializaban en el cuento. De sobrevivir, ahí tendríamos el mejor espacio para estudiar el género en sus más variadas tradiciones.

De seis a ocho de la tarde, su taller se aglomeraba de noveles escritores, aspirantes a serlo y curiosos. Uno por uno, los miembros activos leían, en voz alta y para toda la concurrencia, sus respectivos ejercicios de escritura, después venía la angustia de las observaciones comunitarias y los juicios, o el espasmo del silencio aprobatorio. En llegando su turno, don Edmundo comentaba ripios, deshacía cacofonías, marcaba desaciertos ortográficos o sintácticos, subrayaba la importancia de las acciones o la carencia de tensión dramática en el pinino recién leído. Luego sugería lecturas —principalmente de cuentos— para cada uno de los talleristas que participaron en esa sesión. A éste, tal narración para entender cómo se resolvió el uso de los gerundios; a aquél, tal otro para copiar los usos del punto y coma; a zutano, otro más para hacerle entender las virtudes del cuento que arrancó in media res.

La lectura colectiva entre los integrantes del taller hacía que cada escritor en ciernes, quien escuchaba su ejercicio narrativo invariablemente en voz del maestro, se percatara de sus tropiezos, yerros gramaticales, desplantes metafóricos, anfibologías y otras linduras que impedían que el ejercicio cuajase en una narración válida en sí misma. Don Edmundo mostraba cómo darse cuenta de las frases descoyuntadas de la masa narrativa y cómo integrarlas o desecharlas del cuento en preparación. El final acarreado y pastoreado desde el incipit. Desde luego, también invertía parte de los ciento veinte minutos de que constaba oficialmente la clase en revisar, comentar y enmendar otras tareas oficiosas cuya mira estaba puesta en la factura de un relato —de los otros, sin adjetivos—. Un número considerable de ejercicios que ahí se revisaron o comentaron, más tarde fueron publicados en las páginas de la revista para dicha de sus autores.

La velada en torno al maestro se congregaba al terminar el tiempo de la clase, por que era eso, una clase. Más tarde la tertulia: compartía con los pupilos sus experiencias de vida al lado de Juan Rulfo, el encuentro azaroso con tal libro de relatos, la visión fugaz de unas piernas núbiles, la anécdota sobre la manera en que concibió “La muerte tiene permiso”, o el desafío de buscar a este cuento un final diferente al plasmado en el libro.

A uno le entregaba el libro solicitado en préstamo, a otro le mostraba con un ejemplo literario el uso de los dos puntos; a otro le enseñaba el prodigio de los relatos concéntricos de Revueltas; a otro más le exigía que le devolviera el libro de cuentos que le había prestado. En otra ocasión, nos contaba el milagro de una dama cuyas desnudas y torneadas piernas había entrevisto al cruzar la avenida Insurgentes. Luego nos despedía, “Nos vemos el miércoles.” Andando despacio, salía del recinto para dirigirse al estacionamiento.


 miretario

MIRETARIO. Una bitácora ficcional y ensayística, además de crónicas, sirenalia, dietario, microrrelatos, reseñas, aforismos e imágenes fijas para animar a la lectura.

 

Perucho

Javier Perucho. Editor, ensayista e historiador literario de dos géneros menores, una causa perdida y los escritores extravagantes. Sobre los géneros menores, escribió Dinosaurios de papel. El cuento brevísimo en México (UNAM-Ficticia, 2009), del que se desgajaron Yo no canto, Ulises, cuento. La sirena en el microrrelato mexicano (Fósforo, 2008) y El cuento jíbaro. Antología del microrrelato mexicano (Ficticia-Universidad Veracruzana, 2006). En “El aforismo en México. Historia y antología” dará noticia del otro género menor. De la causa perdida han aparecido Estéticas de los confines (Verdehalago, 2003), Hijos de la patria perdida (Verdehalago, 2001) y Los hijos del desastre (Verdehalago, 2000). La apología de los escritores extravagantes la inició con “Pedro F. Miret, un raro del otro siglo”, a la que seguirá una teoría de los raros. Una asamblea de sus ensayos se arremolina en Ocaso de utopías (Universidad Veracruzana, 2013). La Música de las Sirenas (FOEM, 2014)

24— Homenaje a Edmundo Valadés en el blog Ficción Mínima III. Edmundo Valadés: Enigmas.

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30 NOV

Edmundo Valadés: Enigmas.

 Homenaje a Valadés 3/3

 

LA INCRÉDULA

Sin mujer a mi costado y con la excitación de deseos acuciosos y perentorios, arribé a un sueño obseso. En él se me apareció una, dispuesta a la complacencia. Estaba tan pródigo, que me pasé en su compañía de la hora nona a la hora sexta, cuando el canto del gallo. Abrí luego los ojos y ella misma, a mi diestra, con sonrisa benévola, me incitó a que la tomara. Le expliqué, con sorpresa y agotada excusa, que ya lo había hecho.

—Lo sé —respondió—, pero quiero estar cierta.

Yo no hice caso a su reclamo y volví a dormirme, profundamente, para no caer en una tentación irregular y quizá ya innecesaria.

 

ENIGMA

En el sueño, fascinado por la pesadilla, me vi alzando el puñal sobre el objeto de mi crimen.

Un instante, el único instante que podía cambiar mi designio y con él mi destino y el de otro ser, mi libertad y su muerte, su vida y mi esclavitud, la pesadilla se frustró y estuve despierto.

Al verme alzando el puñal sobre el objeto de mi crimen, comprendí que no era un sueño volver a decidir entre la vida o mi libertad, entre su muerte o mi esclavitud.

Cerré los ojos y asesté el golpe.

¿Son preso de mi crimen o víctima de un sueño?

 

MEMORIA

Cuando alguien muere, sus recuerdos y experiencias son concentrados en una colosal computadora, instalada en un planeta invisible. Allí queda la historia íntima de cada ser humano, para propósitos que no se pueden revelar.

Enfermo de curiosidad, el diablo ronda alrededor de ese planeta.

 

LA MARIONETA

El marionetista, ebrio, se tambalea mal sostenido por invisibles y precarios hilos. Sus ojos, en agonía alucinada, no atinan la esperanza de un soporte. Empujado o atraído por un caos de círculos y esguinces, trastabillea sobre el desorden de su camerino, eslabona angustias de inestabilidad, oscila hacia el vértigo de una inevitable caída. Y en última y frustrada resistencia, se despeña al fin como muñeco absurdo.

La marioneta —un payaso en cuyo rostro de madera asoma, tras el guiño sonriente, una nostalgia infinita— ha observado el drama de quien le da transitoria y ajena locomoción. Sus ojos parecen concebir lágrimas concretas, incapaz de ceder al marionetista la trama de los hilos con los cuales él adquiere movimiento.

 


 

 

violeta

Violeta Rojo, (Correspondiente, Venezuela). Violeta Rojo se doctoró en Letras en la Universidad Simón Bolívar, Caracas, con una tesis sobre la literatura autorreferencial venezolana en los siglos XIX y XX. En la misma universidad realizó la Maestría Literatura Latinoamericana con una tesis sobre teoría del minicuento. Su licenciatura en Letras es de la Universidad Central de Venezuela, con una tesis sobre la relación cine y literatura. Su vida académica se ha realizado mayormente en la Universidad Simón Bolívar desde 1993. Profesora titular a dedicación exclusiva. En esta universidad ha creado varios cursos de postgrado y de pregrado. Sus áreas principales de investigación incluyen: Teoría de la minificción; Minificción en Venezuela; Teoría del cuento; Literatura autorreferencial en Venezuela y América Latina; Ficcionalización de la Historia; Biografía como género literario. Fue Research Fellow en Kingston University, en United Kingdom entre 2000 y 2001 y ha participado en congresos en Venezuela, Colombia, Argentina, México, Ecuador, España, Bélgica, Suiza, Reino Unido.

24— Homenaje a Edmundo Valadés en el blog Ficción Mínima II. Edmundo Valadés: Ronda por el cuento brevísimo.

Homenaje a Valadés en Ficción Mínima 2

 

29NOV

Edmundo Valadés: Ronda por el cuento brevísimo.

 Homenaje a Valadés 2/3

 

Desestimado en mucho como creación menor, la del miniaturista, el cuento breve o brevísimo no ha merecido ni recuento, ni historia, ni teoría, ni nombre específico universal, como lo demanda Marco Antonio Campos, salvo los que desde la revista El cuento le dimos de minicuento o minificción, y que han sido generalizándose. Pero su interés, su circulación, su creciente ejercicio y su valor como género literario han ido en ascenso: es ahora una elaboración que prolifera en las letras contemporáneas, y que se ensaya o se colma muy extensamente en nuestros países, sea en el estudio del escritor o en el taller de los que se inician en la narrativa: de allí su reproducción constante en revistas y suplementos y la multiplicación de libros forjados con minicuentos.

Su mayor difusión, impulso y estímulo se lo ha dado la revista El cuento, desde hace más de 25 años en que empezó a publicarlos profusamente, y que organizó el primer concurso de dichos textos, y es ya constante, diría que insoslayable, su inclusión en revistas y suplementos literarios. Incluso, incitó en Colombia a que se creara una publicación especializada en recogerlos: Ekuóreo. Una bibliografía de obras en talespecialidad haría evidente su múltiple presencia, quizás como reciente fenómeno creativo en la literatura latinoamericana contemporánea.

Expresivo de su beligerancia es este casi manifiesto lanzado por la revista Zona, de Barranquilla, Colombia, de Laurián Puerta, en el que se le concede función literaria subversiva: “Sacado de una de sus falsas costillas, el minicuento, ese extraño género del siglo XX, ha conducido al cuento clásico al camino de una estrepitosa bancarrota. Parece una afirmación temeraria. Pero es una rebelión inexorable que viene gestándose desde la cuentística inaugurada por Poe. La primera escaramuza fue con el relato breve. Y al minicuento se le ha encomendado la delicada misión de darle el tiro de gracia”.

En otra página se agregan, bajo un título de aire provocativo, “¡Ni un paso atrás, siempre en el minicuento!”, estos conminatorios postulados: “Concebido como un híbrido, un cruce entre el relato y el poema, el minicuento ha ido forjando su propia estructura. Apoyándose en pistas certeras se ha ido despojando de las expansiones y las catálisis, creando su propia unidad (!) lógica, amenazada continuamente por lo insólito que lleva guardado en su seno. La economía del lenguaje es su principal recurso que devela la sorpresa o el asombro. Su estructura se parece cada día a la del poema. La tensión, las pulsaciones internas, el ritmo y lo desconocido se albergan en su vientre para asaltar al lector y espolearle su imaginación. Narrado en un lenguaje coloquial o poético, siempre tiene un final de puñalada. Es como pisarle la cola a un alacrán para conocer su exacta dimensión… El cuento clásico ha sido domesticado, convertido en una sucesión de palabras sin encantamientos. El minicuento está llamado a liberar las palabras de toda atadura. Y a devolverle su poder mágico, ese poder de escandalizarnos… Diariamente hay que estar inventándolo. No posee fórmulas o reglas y por eso permanece silvestre o indomable. No se deja dominar ni encasillar y por eso tiende su puente hacia la poesía cuando le intentan aplicar normas académicas”.

Aparte de ciertas puntualizaciones que ameritaría este aguerrido manifiesto, no de ser otra certitud del auge de los significados actuales del cuento brevísimo, que encuentra allí partidarios que lo enarbolan como desideratum cuentístico. Otro signo del interés que despierta, es la relación sobre el cuento en Hispanoamérica, de Juan-Armando Epple, publicada en la revista argentina Puro Cuento, con valiosas sugerencias y datos respecto al género, y en la que señala que la revista El cuento, lo bautizó como “mini-cuento”, y que tales textos, para Enrique Anderson Imbert, son “cuentos en miniatura”.

Minificción, minicuento, micro-cuento, cuento brevísimo, arte conciso, cuento instantáneo, relampagueante, cápsula o revés de ingenio, síntesis imaginativa, artificio narrativo, ardid o artilugio prosísticos, golpe de gracia o trallazo humorístico, sea lo uno o lo otro, es al fin también perdurable creación literaria cuando ciñe certeramente su mínima pero difícil composición, que exige inventiva, ingenio, impecable oficio prosístico y, esencialmente, impostergable concentración e inflexible economía verbal, como señala José dela Colina, para los que él llama “cuentos rápidos”. La minificción no puede ser poema en prosa, viñeta, estampa, anécdota, ocurrencia o chiste. Tiene que ser ni más ni menos eso: minificción. Y en ella lo que vale o funciona es el incidente a contar. El personaje, repetidamente notorio, es aditamento sujeto a la historia, o su pretexto. Aquí la acción es la que debe imperar sobre lo demás.

Para aludir a lo que es o debe ser este género, parto de la base tentativa, arriesgándome a pisar terreno muy resbaladizo, de considerar minificción al texto narrativo que no exceda de tres cuartos de cuartilla. Más no, porque rebasando tal obligada limitación, que implica resolver los problemas de apretujar una historia fulminante en unas quince o diecisiete líneas mecanografiadas a doble espacio, sería posiblemente cuento. ¿O dónde se puede separar el espacio entre cuento y minificción?

Si me remito a las minificiones que más han cautivado, sorprendido o deslumbrado, encuentro en ellas una persistencia: que contienen una historia vertiginosa que desemboca en un golpe sorpresivo de ingenio. Así el suceso contado se resuelva por el absurdo o la solución que lo subvierte todo, delirante o surrealista, vale si la descomposición de lo lógico hasta la extravagancia, lo inverosímil o la enormidad, posee el toque que suscite el estupor o el pasmo legítimos si se ha podido tramar la mentira convalida estrategia. Temática frecuente del minicuento, quizás la más localizable, es el reverso, la contraposición a historias verídicas, estableciendo situaciones o desenlaces opuestos a incidentes famosos, reales o imaginarios, o las prolongaciones del antiguo juego entre sueño y realidad, o invención de seres o regiones ficticias, como serían los casos de Michaux, Borges, Calvino, por citar algunos entre los más admirables.

Las más de las veces, lo que opera en las minificciones certeras o afortunadas es un inesperado golpe final de ingenio, cristalizado en contadas líneas, en una fórmula compacta de humorismo, ironía, sátira o sorpresa, si no todo simultáneo. Otra ocurrencia es la alteración de la realidad, en mucho por el sistema surrealista, al ser transformada por el absurdo, de modo inconcebible o desquiciante, creando una como cuarta dimensión, en la que se violentan todas las reglas de lo posible.

El cuento brevísimo es invención oriental, quizás mas particularmente china, por estar en su literatura, creada hace siglos, algunos de los mas redondo y ejemplares. En libros sagrados o históricos, de la mas remota antigüedad, hay insertos algunos inesperados o fortuitos, disimulados como partes de un texto dilatado, que al ser extraídos, adquieren calidad de inopinadas o reconquistadas miniaturas narrativas. En El Talmud o en sus similares árabes, hindúes, etcétera, proliferan casi siempre propuestos como sabios consejos metafóricos de una religión, de una ética o una tradición en los usos y costumbres, deviniendo a veces en minificciones, porque aunque no se lo hubieran propuesto, a sus autores, generalmente anónimos, les brotó de pronto el género. Los hay deliciosos, en El libro las mil noches y una noche, y posteriormente en otros libros occidentales como el Novellino, por dar un ejemplo.

Algunos clásicos españoles los retoman de literaturas orientales o del propio acervo folklórico, con deliberación y gracia: baste citar a Juan Timoneda, uno de los más perdurables, y a Juan Rufo o Juan Aragonés, entre otros. Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, en preciada antología Cuentos breves y extraordinarios, extraen, ubicándolos o casi forjándolos, al descubrirlos en obras voluminosas, por medio de múltiples y atentas lecturas, textos mínimos de diversos autores clásicos o modernos, y que al ser atrapados adquirieron naturaleza de minicuentos, en una tarea explorativa que yo he extendido en El libro de la imaginación.

Tal vez podría determinarse el año de 1917 como el de la fundación del cuento brevísimo moderno en México y demás países de Latinoamérica, con uno, titulado A Circe, primer texto con que se abre un libro entonces de insospechadas radiaciones e influencias, Ensayos y poemas, editado ese año y que le daría celebridad a largo plazo al cuento y su entonces joven autor, el mexicano Julio Torri, que frisaba entonces en los 28 años.

Hay cierto consenso en que esa mínima prosa es la pequeña obra maestra suya, pues en mucho contiene su estilo conciso, irónico, malicioso, de elaborada exactitud idiomática. Texto que con otros de su libroEnsayos y poemas influirán primero, induciendo a varios de sus contemporáneos a forjarlos: Genaro Estrada, Carlos Díaz Dufóo, Mariano Silva y Aceves; más tarde en Novo, que los colma maliciosamente, dejando varios felizmente antologables, y de seguro en la serie que envuelve Tapioca Inn; de Francisco Tario, comprimidos de grato humorismo y fantasía, y que prosiguen en sus cuentos de fantasmas, “donde lo vivo y lo muerto juegan alegre y despreocupadamente”, y luego en la generación que por los años cincuenta lo redescubre, lo revaloriza con mas atenta mirada crítica, suscitándose con “Circe”, una secuencia dedicada a Ulises, que tramarán en un contrapunto de juguetonas versiones, el español Agustí Bartra y los mexicanos Salvador Elizondo y Marco Antonio Campos, entre otros más aquí y en países sudamericanos.

Pero la repercusión de Torri actúa particularmente en el caso excepcional de Juan José Arreola, quien burilará milagrosos textos y cuentos en los que corretean graciosas socarronerías y un incisivo y mortal aire irónico, en una operación de magnánimo y variado ingenio, para convertirse en uno de los grandes alborozos de nuestra literatura, o quizás en su gran alborozo. La obra de Arreola influye a su vez incalculablemente en la generación de los años cincuenta y más allá, y la que debido a esa activación, revaloriza a Torri y se nutre de sus enseñanzas idiomáticas y del ejemplo de que en sus textos “ninguna palabra estuvo de más”.

En este vistazo a otras expresiones de la ficción breve del siglo XX, recurriendo a la memoria, Franz Kafka elabora maestrías de mínima medida en las que reaparecen los temas profundos de sus novelas, artefactos explosivos para detonar angustias y conflictos del destino humano. Y Ambrose Bierce, cabecilla de lo corrosivo, de la sátira fulminante sobre la condición humana a la que desnuda con pinzas de acero escéptico. Hay que mencionar a un cuantioso creador de ellas, Ramón Gómez dela Serna, quien en su libro Caprichos forja unas doscientas, entre las cuales, si no todas, las hay magníficas y logradas. Que yo sepa, ningún otro escritor en nuestro idioma ha intentado tantas.

Jules Renard es gran maestro de minificciones, muy pródigo en ocuparse de personajes y detalles de su Francia rural, en textos irónicos, y quien llega a una especie de hai-kú en prosa, al dar aguda y personal visión del mundo animal. Entre otros franceses, está Max Jacob, que las despliega en su Cornet à dès, con intención más bien poética y, en primera línea, Henry Michaux, portentoso fabulador de textos breves, con los que urde países, ciudades y personajes insólitos, como se ha dicho, nacidos de una riquísima imaginación, de la experiencia onírica o del influjo de la droga, en libros de inventiva fascinante. En Michaux es muy posible que Julio Cortázar encontrara la veta para sus cronopios y famas e Italo Calvino la fuente para establecer sus ciudades invisibles, seductora geografía imaginaria. Jean Cocteau, muy versátil, nos ha dejado miniaturas de singulares efectos, porque parecen la trampa de un prestidigitador.

Quizás el juego entre sueño y realidad, muy chino, se contemporiza con Borges, autor de minificciones ejemplares con alusiones a animales ficticios, para que se repita soberbiamente ese artificio inalcanzable que había de multiplicarse. Entre más escritores argentinos, numerosos, que frecuentan tal zona literaria, Enrique Anderson Imbert es diestro y feraz en maquinar múltiples minificciones, en tanto que Marco Denevi atina incansablemente en reversiones anti-históricas. Anoto de él un libro delicioso, Falsificaciones, por su ingenio en reinvenciones relampagueantes, así como Héctor Sandro, de los más notables en el arte conciso, Y entre otros mencionables, a Ana María Shúa y a Rodolfo Modern, que en un libro aparentemente chino, logra válidas réplicas a versiones de clásicos chinos.

Entre los españoles, A. F. Molina, con sus libros Arando en la madera y Dentro de un embudo, realiza travesuras de desenfrenado humor negro, en tanto que Alfonso Ibarrola es creador de textos de un extraordinario humorismo: su “La Aventura” es una de las mejores brevedades, en esa tesitura, definitivamente antológica. El chileno Alfonso Alcalde, en Epifanía cruda, agrupa una serie inaudita de comprimidos, con impecable factura en la línea de lo absurdo y del humor negro, y que él mismo considera señales de humo, parpadeos de la memoria, hitos de la imaginación, contraseñas o borradores de historias que se quedan debajo de la lengua, entre dientes; o que son cuentos tan efímeros como el hipo, pero el verdadero, eso sí, puntualiza. Otro latinoamericano, el salvadoreño Álvaro Menén Desleal, es de los más consignables, así como su compatriota Ricardo Lindo. En la ciencia ficción mínima, el francés Jaques Stemberg y el belga Pierre Versins tienen textos memorables, porque condensan en ellos historias anticipadoras de lo que podrá acaecer a los terrícolas en siglos futuros, ya cuando entren en colisión con habitantes de otros planetas o cuando se cumpla totalmente su extinción.

Y para no extenderme más, así deje pendientes otras referencias que confirman el auge y la proliferación del género, paso al vuelo sobre autores mexicanos recientes. Perito en la concisión, uno de los mas notables ingenios de la sátira y la fábula en el siglo XX, Augusto Monterroso, apastilla textos de los que destilan burlas, de finísima gracia, y que resultan ejemplario, colmadamente divertido, de las debilidades o de las estupideces humanas. Donoso, juguetón, pero implacable e inflexible, de él dijo José Alvarado: “Augusto Monterroso es uno de los más lúcidos, misteriosos y sutiles prosistas en el castellano de hoy. Pedante fuera señalas su vago parentesco con Borges, Arreola, Marcel Schowb, Jules Renard, algunos ingleses y el mismo Azorín y, también la vertiente original de su expresión”. Cito de salida unos cuantos nombres más de los que sobresalen aquí en la minificción: José de la Colina, René Avilés Fabila, Felipe Garrido, Agustín Monsreal, Otto Raúl González, Olga Harmony, Leopoldo Borrás y Roberto Bañuelas, cantante de ópera que se da tiempo y afición constantes para preparar cápsulas de ingenio, varias de ellas perdurables por la agudeza con que las concentra y remata.

Digamos por último que la minificción es la gracia de la literatura.

 

Apareció en  El Cuento, Revista de Imaginación. No. 119-120 Julio-Diciembre 1991.

 

 


 

 

Ficcion Mímina

Ficción Mínima, es un blog dedicado a difundir la minificción: sus escritores, sus analistas, sus publicaciones. Creado por un grupo internacional de colaboradores; Lauro Zavala – México; Sandra Bianchi – Argentina; Carla Raguseo – Argentina; Laura Elisa Vizcaíno – México; Paulina Bermúdez Valdebenito – Chile; Henry González-Colombia. Dirigidos por Violeta Rojo. (http://ficcionminima.blogspot.mx/)

24— Homenaje a Edmundo Valadés en el blog Ficción Mínima I. José Emilio Pacheco sobre Edmundo Valadés.

Homenaje a Valadés en Ficción Mínima 1

Para leer el texto en Ficción Mínima. Haga Click en la imagen.

 

 

28NOV

José Emilio Pacheco sobre Edmundo Valadés.

Homenaje a Valadés 1/3

 

1

Es un domingo de 1957 o 1958, son muchos domingos de aquellos años, voy por donde había árboles y ahora cruza un eje vial, vamos Carlos Monsiváis y yo por avenida Eugenia o entre las calles de Portales. En su casa de la colonia del Periodista nos espera Edmundo Valadés, va a regalarnos la mañana de su único día de descanso, porque en esta época, entre quién sabe cuántas otras cosas, hace la página de espectáculos de Novedades y publica tres veces por semana “Tertulia literaria”.

 

2

Con qué paciencia, con qué atenta generosidad Valadés escuchará los primeros borradores de nuestro aprendizaje interminable. El escritor y los aprendices somos adictos a los cuentos, en primer término a leerlos y en seguida a escribirlos. (Durante muchos años Monsivaís escondió su vocación de cuentista o disfrazó de crónicas sus cuentos, hasta que no le quedó más remedio y publicó al fin su libro, su Nuevo catecismo para indios remisos.) Pero entonces con cuánta delicadeza, con cuánto pudor Valadés me decía: No, fíjese que no, por ahí no va la cosa; el tema da para mucho y ese lenguaje como que no funciona, está muy denso. ¿Por qué no lo guarda un tiempo y después lo relee?

 

3

A cambio de talleres literarios había esos encuentros en casas, en cafés, en redacciones; esos diálogos que hace mucho la ciudad y el pluriempleo volvieron imposibles. Fue preciso envejecer, llenarse de trabajos y compromisos y fatigas para darse cuenta de lo que significa dedicar mañanas enteras a dos desconocidos que tal vez sí o tal vez no lleguen un día a ser escritores. Y tener la humildad de leerles —de igual a igual, nada de magisterio— sus propios cuentos, “Rock”, “Las raíces irritadas”, y escuchar sus comentarios. Pero sobre todo pasar de la sala o el jardincito al primer piso invadido, copado por los libros. Y decirles: Miren, ¿ya conocen este de John Hersey? ¿No han leído el de Saroyan? Aquí tiene lord Dunsany un cuento extraordinario. Consíganse en Zaplana el libro de Akutagawa.

 

4

Un día sacó de sus estantes un tomito encuadernado: Esta es la revista que hice en 1939 con Horacio Quiñones. Se llamaba El cuento. Espero algún día tener tiempo y dinero para volver a editarla. Cuando menos en esa época las revistas mexicanas publicaban cuentos. Luego vino el auge de la novela y ya casi no hubo dónde meterlos. Por fortuna El cuento reapareció en 1964. A El cuento, que es parte de la obra personal de Edmundo Valadés, se debe en gran medida que hoy, en medio de la crisis de los años ochenta, la narrativa breve mexicana florezca (no encuentro palabra más descriptiva) como nunca, y tantos jóvenes y tantas muchachas sientan la perdurable fascinación del más antiguo y el más nuevo de los géneros.

 

5

Edmundo Valadés o la generosidad. Ha dedicado la mayor parte de su tiempo a difundir las obras ajenas, a compartir sus entusiasmos, a tender puentes hacia otras literaturas, a revalorar el pasado y a estimular a los que empiezan. Hay que sumar a sus columnas periodísticas, antes en Novedades, ahora en Excélsior, sus textos críticos sobre Proust —el extenso escritor predilecto de un fanático de la brevedad como Valadés— y, la novela de la Revolución, sus tres inagotables antologías: El libro de la imaginación, Los grandes cuentos del siglo veinte, Los cuentos de El cuento que uno conserva —a mano, para releerlas continuamente— junto a la Antología de la literatura fantástica y Cuentos breves y extraordinarios de Borges y Bioy Casares, o bien las selecciones similares que han hecho en francés Roger Caillois y en inglés Richard G. Hubler y últimamente Irving e Ilana Howe.

 

6

Pero en el centro de todo está la obra propia de Valadés. La muerte tiene permiso, que entre 1955 y 1982 ha alcanzado ya diez reediciones, constituye un libro clásico de nuestras letras, al punto de que su extensa difusión ha opacado relativamente las otras dos colecciones: Las dualidades funestas (1966) y Sólo los sueños y los deseos son inmortales, palomita (1980). Algunos cuentos reunidos en estos volúmenes aparecieron previamente en cuadernos de limitada circulación. No es nada más un dato bibliográfico: indica que, por ejemplo, cinco años antes de figurar en Las dualidades funestas, “El compa” se había publicado en Antípoda (1961). Entre la tentativa de Salazar Mallén reprimida por la censura en 1932 y la corriente que José Agustín inicia en 1964,  “El compa” emplea con toda libertad las llamadas malas palabras y se refiere explícitamente a la sexualidad. No es lo mismo publicarlo en 1966 que haberlo hecho en 1961. A este respecto, los ejemplos podrían multiplicarse.

 

7

Valadés tiene otra gran producción narrativa que algún día aflorará a la superficie: los reportajes que entre 1938 y 1948, aproximadamente, hizo para la revista Hoy. De ellos se ha recordado hace poco el que narra su viaje a la selva para desentrañar el misterio de dos aviadores perdidos: Barberán y Cóllar. El relato sin ficción fue la escuela que lo enseñó a escribir y a contar. Con este aprendizaje, en el momento en que publicó La muerte tiene permiso estaba en plena posesión de sus medios expresivos.

 

8

Le tocó nacer en la generación de Arreola, Revueltas, Rulfo. No se parece a ninguno de los tres y al mismo tiempo hay en él algo de sus contemporáneos, y no podría ser de otro modo. Valadés rompió las falsas fronteras entre narrativa fantástica y realista, literatura urbana o rural. No cedió a ninguna prohibición: ha hecho cuentos magistrales que valen por sí mismos y también se anticipan a bastantes cosas que llegaron después. Le debemos narraciones de infancia y adolescencia, cuadros del holocausto nuclear, vasos comunicantes entre historia y vidas privadas. Y cuentos como los que ha escogido para que lo representen en este cuaderno: del extremo laconismo de “La incrédula” a la intensidad de “Rock”, una de las primeras expresiones de la violencia urbana, pasando por las magistrales “Raíces irritadas”, aquí está Edmundo Valadés contándonos el cuento que no acaba nunca porque narra la crónica de la humanidad en su viaje doliente y gozoso por esta Tierra.


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Click en la imágen para ir a la semblanza y minificciones de José Emilio Pacheco en EL Cuento, revista de imaginación.

José Emilio Pacheco Berny

(Ciudad de México, 30 de junio de 1939)

Es un poeta, ensayista, traductor, novelista y cuentista mexicano integrante de la llamada «Generación de los años cincuenta»

4— Taller de lectura en Voz alta, leerá textos de Edmundo Valadés en el Centro cultural Tercera Llamada. Aguascalientes. Con Jaime Adolfo Muñoz.

CENTRO CULTURAL TERCERA LLAMADA - AUDITORIOS AGS

3a llamada y jaime

Las sesiones de lectura en voz alta, se hacen los martes y jueves a las 6:00 de la tarde. El inicio es siempre más o menos igual, alguien llega primero y espera en alguna de las mesas de los dos patios que ocupa la cafetería. Por lo que, de manera informal, la reunión comienza en donde eligió sentarse el primero en llegar. Unos minutos después de las seis, nos pasamos al salón El arco, que se encuentra en el fondo de los patios. Ahí la conversación continúa diversa, aunque hay algunos temas que se han convertido en recurrentes. Los desamores de Isabel, ella insiste en platicar que su amor ya no va a verla, que de seguro tiene ya otras mujeres jóvenes. La genealogía que une a las familias de Juan Alfonso y Lula, que son primos en segundo grado y como ambos tienen excelente memoria, se pasan datos. El pleito de la comida en el cumpleaños del pastel, que cumplía años la comida en el pastel del pleito, de la comida del cumpleaños… Una dificultad con mil versiones, en donde, quienes pierden, son los ausentes del día. Luego de ello se pasa a lo más puntilloso del momento, el clima, el futbol, Peña Nieto, los precios y cualquier otra banalidad o asunto sin solución. Disfrutamos de estos momentos con risas. Luego propongo que comencemos, con un pequeño resumen de lo anterior. Todos los oyentes son adultos mayores, acostumbrados a la concentración de la lectura, pero que ya no la hacen por distintas razones fisiológicas, o porque es divertido el grupo. Normalmente leemos novela, y los comentarios se hacen al finalizar cada capítulo. Pero esta vez se comentaba cada cuento. La muerte tiene permiso, nos hizo recordar las autoridades nefastas que parecen ya, condición de todos los países en sus distintas épocas. Se alabó el uso del lenguaje tan apropiado a los personajes. Vieron a Sacramento y olieron a los sudorosos campesinos. En; Solo los sueños y las ilusiones son inmortales , palomita; les gustó el juego de palabras, la evidente búsqueda de decir de manera extraordinaria la historia, ell tema; la pasión del amor, que se repite en el cuento; Amor, pero desde el otro extremo de punto de vista y de intención, y que en ambos casos, arrancó más de un suspiro. En; todos se han ido a otro planeta, Roberto, que es ciego (no le gusta el término invidente) comentó que su condición muchas veces le hace sentir eso, que todos se fueron y que él está sólo en el planeta. Con excepción, claro está, de las sesiones de lectura en voz alta. El cuento con más cometarios fue; Se solicita un hada. Calificaron de sinvergüenza al protagonista por querer pecar sin remordimientos. Que era infantil esperar un hada. Que era honestidad juvenil, sobre todo al deseo de la mujer. Que era síntoma de madurez, recordar con precisión y verdad los momentos distintos de la vida. Pero todos estuvieron de acuerdo en la ternura del amor al padre. Por último, otros datos que deben ser importantes; nadie de los presentes había oído hablar de Edmundo Valadés, o al menos de momento no lo ubicaron. Algunas personas habían oído que existió la revista El Cuento, pero que nunca la compraron, y una de ellas, maestra, recordó que sí conocía ya; La muerte tiene permiso.

Taller de lectura en voz alta

Jaime Adolfo, además, fué publicado en el Heraldo de Aguascalientes con un texto homenaje al maestro Valadés «Vivir del cuento»

Vivir del cuento

 

Hoy es 30 de noviembre, hace 20 años murió Edmundo Valadés.  He decidido que en su memoria, haré el recorrido a pie que alguna vez hicimos juntos. Ese año fue invitado por el Instituto Cultural de Aguascalientes, a la feria del libro. Creo debió ser 1990. Lo invité a comer a mi casa y aceptó. Este domingo voy hasta la puerta de Casa de Cultura. E imagino que salimos y le indico que caminaremos a la izquierda. Pasamos por el costado de catedral, frente a la plaza. Le llamó  su atención la fachada del antiguo Hotel París. Hablábamos de Felipe San José, nuestro amigo en común, mi maestro y conductor del taller de creación literaria. Don Edmundo hacía la revista El Cuento, la más antigua en el mundo, especializada en cuento y era autor de varios libros, sin embargo era simpático el hecho de que nadie lo reconocía. Un señor bajito, de traje, si bien con aspecto formal, de un desenvolvimiento fresco. Una persona a gusto. Entramos al andador Juárez y comentó que le agradaba ese tipo de calles por la convivencia que permitía. Hoy vi un grupo de muchachas e imagine que Valadés las abordaba y las invitaba a escribir cuento. Dudo que él haya hecho eso, pero si sé que le gustaba encontrar mujeres que escribieran, con libertad de pensamiento, que incursionaran en el erotismo. Las muchachas rieron e imaginé que Edmundo carcajeaba con ellas. Él era norteño, sonorense, simpático, de mirada pícara. En aquel recuerdo, cuando ya llegábamos al Parían, volteo a hablarle y ¡oh sorpresa! ya no camina junto a mí. Lo veo que se fue por Allende y lo alcanzo, trato de decirle que no es por allí, pero me interrumpe “Mira ese perrito, es un caso muy peculiar, de seguro es una cruza de…” No recuerdo que razas me dijo, pero me quedó claro su cariño a los caninos y el conocimiento que de ellos tenía. Me señalaba la forma de caminar, la orejita, las manchas. Leía en él, su ascendencia, sus características, habilidades, sabía de esa perrita tantas cosas, con tan solo observarla.  Hoy no caminé por Allende, solo recordé que aquella ves seguimos un perrito y regresamos, subimos al Parián, tal vez ahí lo admiré tanto, por su sencillez, por la curiosidad que toda la  gente le provocaba, los observaba, no miraba los aparadores. Era evidente que no le interesaban las marcas, el estatus, lo vendible. Veía rostros, actitudes, creo que hacía algo más que ver gente, leía en las personas, las conocía y comprendía, sabía de ellas. Ahora, hoy que camino recordándolo, trato de ver algo más en ellas y entenderlas. Imaginé que le prestaba mis ojos a Don Edmundo para que viera. Así llegué frente a San Diego y vimos una vez más las campanas. Por algún detalle en el badajo, el faldón, me supo decir datos de cada campana, estilos, orígenes, materiales, formas de uso, propósitos. Cuanta cosa sabía. Apenas habíamos caminado cinco cuadras y ya me había enseñado distintas manera de leer. Y todavía no llegábamos a los libros, ni a los cuentos. Sus conocimientos eran una enciclopedia, pero su disciplina pensante era en la narrativa. Al llegar a mi casa y presentarle la familia, se sentó con mi padre a conversar, un campesino franco igual que él, que coincidían en la edad. Con Rosa María sucedió algo simpático, a ella le había leído “La muerte tiene permiso” en la playa, en las últimas vacaciones. Le pregunté si lo recordaba, y dijo que sí. Pues ese cuento es de él, ella primero pensó que le libro, y tardó en captar que él era el autor, entonces hasta enderezó su sentado. Edmundo dijo que, a la mejor, era buena idea vender libros en las albercas de los hoteles. Nos retratamos con él en la sala. Esas fotografías no las encuentro.

La revista El Cuento se vendía en Excélsior, cada que llegaba nos pasábamos el tip. Llegaban pocas y se terminaban rápido. En la sección de correspondencia, aparecen de Aguascalientes:  Lic. Salvador Gallardo Topete.  Mario Mora Barba. José Refugio Aguilera Nájera.  Carolina Castro Padilla. Germán Castro Ibarra. Ángel Dorea Grarroz. Martha Aurelia Alemán Hernández. Alejandro Pastrana S. y quien esto escribe. Muy al inicio de la vida de la revista, es felicitado por Eduardo Correa Jr.

23— Seis Minificciones de Valadés en La Jornada Semanal. Con Luis Tovar.

Jarnada Valades 6 minis

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Seis Minificciones de Edmundo Valadés

 

La incrédula

Sin mujer a mi costado y con la excitación de deseos acuciosos y perentorios, arribé a un sueño obseso. En él se me apareció una, dispuesta a la complacencia. Estaba tan pródigo, que me pasé en su compañía de la hora nona a la hora sexta, cuando el canto del gallo. Abrí luego los ojos, y ella misma a mi diestra, con sonrisa benévola, me incitó a que la tomara. Le expliqué, con sorprendida y agotada excusa, que ya lo había hecho.

–Lo sé –respondió–, pero quiero estar cierta.

Yo no hice caso a su reclamo y volví a dormirme, profundamente, para no caer en una tentación irregular y quizá ya innecesaria.

 

De amor

…Y me volví hacia ella, con una emoción infinita, bienhechora. Supe diáfanamente cómo me gustaba con esa su sedante ternura, con esa su suave y tranquila actitud y cómo en sus ojos y en sus labios, en la expresión de su rostro tomaba forma lo más deseado para mí en el mundo. Ella estaba compartiendo lo que empezaba a suceder, lo que ya presentíamos a través de intensas miradas, lo que nos habían expresado implorantes estrechamientos de manos, con temblor de palabras alucinadas y nerviosas, en un despertar indolente, imprevisto, y ya fiebre ardorosa, urgente llamado mutuo que se nos salía por los poros. La atraje hacia mí, la enlacé, ávido de su boca, de sus labios, y nos besamos en irresistible entrega, en cesión total al beso que derrumba la vergüenza y germina el deseo original y avasallador, embargado de felices calosfríos. Ella era en mi abrazo un rumor palpitante de carne, rendida, dócil, cálida, que yo extenuaba en amoroso y tenaz apretón de todo mi ser y capaz de anticiparme el prodigio de una posesión que abarcaba, con su sexo, a toda ella, a su invariable enigma de mujer, a sus más recónditos misterios y entrañas, a ese mundo sorprendente y tibio que era ya mi universo, a sus voces íntimas, a su vida entera, a su alma, a su pasado, a su niñez, a sus sueños de virgen, a su carne en flor, a sus pensamientos, en delicioso afán de apropiármela íntegra y fundirla a mi cuerpo y a mi vida para siempre.

 

El fin

De pronto, como predestinado por una fuerza invisible, el carro respondió a otra intención, enfilado hacia imprevisible destino, sin que mis inútiles esfuerzos lograran desviar la dirección para volver al rumbo que me había propuesto.

Caminamos así, en la noche y el misterio, en el horror y la fatalidad, sin que yo pudiera hacer nada para oponerme.

El otro ser paró el motor, allí en un sitio desolado. Alguien que no estaba antes, me apuntó desde el asiento posterior con el frío implacable de un arma. Y su voz definitiva, me sentenció:

—¡Prepárate al fin de este cuento!

 

Enigma

En el sueño, fascinado por la pesadilla, me vi alzando el puñal sobre el objeto de mi crimen.

 

La marioneta

El marionetista, ebrio, se tambalea mal sostenido por invisibles y precarios hilos. Sus ojos, en agonía alucinada, no atinan la esperanza de un soporte. Empujado o atraído por un caos de círculos y esguinces, trastabilla sobre el desorden de su camerino, eslabona angustias de inestabilidad, oscila hacia el vértigo de una inevitable caída. Y en última y frustrada resistencia, se despeña al fin como muñeco absurdo.

La marioneta –un payaso en cuyo rostro de madera asoma, tras el guiño sonriente, una nostalgia infinita– ha observado el drama de quien le da transitoria y ajena locomoción. Sus ojos parecen concebir lágrimas concretas, incapaz de ceder al marionetista la trama de los hilos con los cuales él adquiere movimiento.

 

Sueño

Sentada ante mí con las piernas entreabiertas, columbro la vía para cumplir mi sueño de cosmonauta: arribar a Venus.


 

Luis tovar

Luis Tovar (México, D. F.) Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Fue miembro del sistema nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, en el área de literatura, en el periodo 2004-2007. Desde 1999 es jefe de redacción del suplemento cultural La Jornada Semanal, del Diario La Jornada. Ha publicado cuento y ensayo literario en Tema y Variaciones de Literatura, Viceversa, Luna Zeta, Blanco Móvil, Mala Vida, Tinta Seca y Memorias del Seminario de Cultura Mexicana, entre otras publicaciones. Es autor del cuentario Amor que crece torcido (UAM)Y del Diccionario del Mar (UV, coautor de Cuentos de paso (Gobierno del DF) y fue antologado en el volumen de ensayos Estéticas de los Confines y en Cuentos Jíbaros (Ed.Ficticia)

23—»Edmundo Valadés y la minificción» por Queta Navagómez en La Jornada Semanal.

jornadavalades

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Edmundo Valadés y la minificción

Por Queta Navagómez

 

Considerada como creación menor, híbrido, o cruce entre el relato y el poema, la minificción no tenía un nombre específico. Conocida también como minicuento, microcuento, cuentito, cuento instantáneo, revés de ingenio,cuento rápido, cuento en miniatura, síntesis imaginativa, ardid narrativo, ambage, revolera, artificio narrativo, artilugio prosístico, golpe de gracia o trallazo humorístico, tuvo auge a partir de que el maestro Edmundo Valadés, por medio de El Cuento, Revista de Imaginación, la colocara en primer plano, dándola a conocer a fondo en América Latina y difundiéndola hasta lograr su profusión y hacer que captara el interés de grandes escritores latinoamericanos que la enriquecieron, para convertirla en la expresión literaria del siglo XX.

La revista El Cuento surge en 1939 debido al interés de Edmundo Valadés y Horacio Quiñones, que desean crear una revista donde puedan publicarse cuentos de todo el mundo. Logran publicarla cuando convencen a don Regino Hernández Llergo para que corra con los gastos. Aparecen sólo cinco números en los que Horacio Quiñones se encarga de traducir los cuentos que toman a su vez de la revista Squire.

Por cuestiones económicas y de escasez de papel se suspende su publicación, pero el sueño sigue vivo en la mente de Valadés. Es hasta mayo de 1964 que logra publicarla de nuevo, ahora con el apoyo económico del librero Andrés Zaplana. En ella aparece Valadés como director y en el Consejo Editorial está Andrés Zaplana; en el Consejo de Redacción quedan Gastón García Cantú, Henrique González Casanova y Juan Rulfo. Como gerente figura Bertha a. de Valadés y como director artístico Federico Carlos Muciño. “La revista que tiene usted en sus manos, lector, es prolongación de la que, con el mismo nombre, se publicó por primera vez hace más de veinte años, con un éxito que sólo pudo truncar la escasez de papel que produjo la Segunda Guerra Mundial. Los mismos propósitos que animaron a los primeros editores de EL CUENTO –Horacio Quiñones y Edmundo Valadés–, son los que nos impulsan ahora para reanudar la publicación de una revista única en su tipo y más necesaria ante cierta abundancia de literatura morbosa, vulgar e insubstancial: ofrecer mensualmente una selección de cuentos cortos cuya lectura signifique, además de un viaje fascinante por el mundo de la imaginación creadora, una posibilidad amena de familiarizar a grandes núcleos de lectores con la mejor literatura”, puede leerse en ese primer número.

Es importante recalcar que en esta nueva etapa la revista incluye cuentos brevísimos que el maestro Valadés extrae de cuentos más extensos, sobre todo orientales. Debido al interés que estas minificciones despiertan en los lectores, en abril de 1969 la revista lanza una convocatoria para un concurso en que se piden minificciones con una extensión de una línea hasta máximo una cuartilla, ofreciendo mil pesos de aquellos tiempos al ganador. Como resultado se recibe una avalancha de participaciones de países latinoamericanos, sobre todo de Argentina, Uruguay, Brasil, Venezuela y México. La ganadora del concurso es la mexicana Mariana Frenk con el cuento “Cosas de la vida”. A partir de entonces, el concurso de cuento brevísimo se vuelve permanente y la revista tiene que crear un espacio para las minificciones que se reciben en cada número.

Otra cuestión importante es que para satisfacer la necesidad de los concursantes que desean saber si aciertan o no al escribir minificciones, Valadés incorpora a la revista la sección “Correo del concurso”, en la que se da a la tarea de criticar cada envío, marcando al autor errores y virtudes de sus historias y escoge las mejores para publicarlas. De esta forma, el maestro Valadés, sin tener esa intención, crea un taller literario dentro de la revista.

Siguiendo este ejemplo, las revistas sudamericanas como Marcha, en Montevideo, y Humor y Juegos, en Argentina, lanzan también convocatorias a concursos de cuentos breves. En Colombia se crea Ekuóreo y en Argentina surge Puro Cuento, dedicadas al cuento breve.

Por todo este apogeo de la minificción, el maestro Valadés se ve en la necesidad de definir sus características, dejando claro que no debe exceder los diecisiete renglones o tres cuartos de cuartilla. En ella, las situaciones deben ser tramadas con malicia y contener historias vertiginosas que desemboquen en un golpe de ingenio.

En la minificción las temáticas más frecuentes son la contraposición a historias conocidas, incidentes o personajes famosos, prolongaciones del juego sueño-realidad, creación de seres fabulosos o incursión en dimensiones donde se violentan todas las reglas de lo posible.

México y la minificción deben mucho al maestro Valadés, que logró que este tipo de cuentos tuviera un auge extraordinario a partir de su difusión y la motivación permanente para crearlos. La figura de Edmundo Valadés crece a medida que conocemos su esfuerzo por dar a conocer y motivar su creación en Latinoamerica. Muy a su manera, la define así: “La minificción es la gracia de la literatura.”

 


 

 

queta nava

Clik para ir a la semblanza y textos de Queta en Minificciones de El Cuento

 

Queta Navagómez (Bellavista, Nayarit) Licenciada en Educación Física, atleta de alto rendimiento que ha representado a México en competencias internacionales, records nacional y mexicano en carreras de 800 y1500 metros. Desde 1990 empecé a escribir cuentos, luego asistí a talleres literarios donde tuve la suerte de tener como maestros a Guillermo Samperio y Edmundo Valadés. Premio Nacional de Cuento “Álica de Nayarit” 1995 y después el Premio Nacional Bienal de Poesía “Alí Chumacero” 2003-2004.En 2005 concluí el Diplomado en Creación Literaria, en la Escuela de Escritores, de la SOGEM.

 

21—EDMUNDO VALADÉS: mester de orfebrería brevística minificcional, por el Dr. Omar David Ávalos en Revista Tardes Amarillas dirigida por Antonio Jesús Cruz.

21—EDMUNDO VALADÉS mester de orfebrería brevís

 

EDMUNDO VALADÉS: mester de orfebrería brevística minificcional

 Por Omar David Ávalos Chávez

(Especial para Tardes amarillas)

 

El componedor de cuentos

Los que echaban a perder un cuento bueno o escribían uno malo lo enviaban al componedor de cuentos. Éste era un viejecito calvo, de ojos vivos, que usaba unos anteojos pasados de moda,  montados casi en la punta de la nariz, y estaba detrás de un mostrador bajito, lleno de polvosos libros de cuentos de todas las edades y de todos los países.

Su tienda tenía una sola puerta  hacia la calle y él estaba siempre muy ocupado. De sus grandes libros sacaba inagotablemente palabras bellas y aun frases enteras, o bien cabos de aventuras o hechos prodigiosos que anotaba en un papel blanco y luego, con paciencia y cuidado, iba engarzando esos materiales en el cuento roto.

Cuando terminaba la compostura se leía el cuento tan bien que parecía otro.

De esto vivía el viejecito y tenía para mantener a su mujer, a diez hijos ociosos, a un perro irlandés y a dos gatos negros.

Mariano Silva y Aceves

(Lauro Zavala, Minificción mexicana, UNAM, México, 2003)

 

1.- Concepción

 

La orfebrería del cuento breve, del brevísimo, radica su ciencia no sólo en la conformación y elaboración de mezclas entre materiales de distinta naturaleza, sino también en el trabajo que implica, sobre todo el corte, el recorte, la corrección, la sustitución, el perfeccionamiento en el lugar que ocupa cada palabra en la oración, el sentido que llega a conformar el conjunto que estallará en una o varias direcciones.

Este trabajo, la búsqueda del perfeccionamiento, se supedita sobre todo a la extensión textual. La orfebrería literaria cuenta entre sus filas a artesanos como Jack Kerouac, Ezra Pound, Efrén Rebolledo, Francisco Monterde, Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Mario Benedetti, Eduardo Elizalde, Juan José Tablada e incluso Alfonso Reyes y Julio Torri, mucho antes de que la extensión entrara al crisol y determinara en gran parte al género de la minificción, también llamado «cuento brevísimo».

Cultivado por Edmundo Valadés (Guaymas, Sonora, 1915 – Ciudad de México, 1994), el nuevo género requiere de la palabra concisa, particular, y quien gesta la ficción súbita debe contemplar también el gobierno de los significados que cada palabra contiene.

Concebir un cuento es primordialmente cogitizar las palabras que semantean el tema, el argumento. Valadés lo consideró en El buen cuento, un decálogo apócrifo que Javier Perucho presenta en El cuento jíbaro. Antología del microrrelato mexicano (Ficticia-Universidad Veracruzana, 2006) sobre la escritura de cuentos, donde advierte que «un buen cuento se tantea y se arrea desde las piernas de una temprana y atractiva muchacha».

Además de la historia «un buen cuento no debe incluir elementos innecesarios» y pide al cuentista: «sea usted breve».

Valadés, quien practicó también el periodismo (es autor de Excerpta, que contiene columnas suyas seleccionadas, publicadas previamente en el periódico Excélsior durante tres años), determina también como consideración que «un buen cuento debe ser conciso».

2.- Evolución

 

Lauro Zavala, en «El cuento mexicano en el siglo XX», publicado por Círculo de poesía. Revista electrónica de literatura (2010), expone que para 1970 aparece el cuento posmoderno, particularmente en el periodo 1967 – 1971 cuando se publican los «primeros libros donde el humor y la ironía permiten jugar con las fronteras genéricas tradicionales, y alejarse del tono solemne característico hasta entonces al tratar los grandes temas sociales y los problemas del intimismo desolador de los años 50», generación en la que se contempla a Valadés junto con Inés Arredondo, Carlos Fuentes, Juan García Ponce, Sergio Pitol, Salvador Elizondo, José Revueltas, Juan Rulfo y Juan José Arreola, entre otros.

Por eso no es de extrañar que Valadés también incluya cuentos que por su brevedad y concisión logran un alcance internacional al ser publicados en El Cuento. Revista de imaginación, publicación que dirige en sus dos épocas (1939 y 1964-94). De acuerdo con Zavala, es en la década de los años 90 cuando la minificción, «este género de la brevedad extrema, ha sido desarrollado de manera más notoria, y cuando ha empezado a recibir mayor atención por parte de lectores y editores», entre los cuales se encuentra Valadés con su revista, que a la postre se convertiría también en taller literario.

La labor del autor sonorense no se circunscribe sólo al periodismo y a la escritura de textos breves, como denota su interés por dicho género, sino que nace, también, su labor como editor: se convierte en orfebre, en editor de otros escritores y escritoras, de autores que se decantan por la brevedad.

Esto se confirmaría en El libro de la imaginación (1970), Los grandes cuentos del siglo XX (1979), Con los tiernos infantes terribles (1988), Ingenios del humorismo (1988), 23 cuentos de la Revolución Mexicana (1985), Cuentos mexicanos inolvidables (1994) y cinco tomos con los mejores textos publicados en la revista El Cuento, entre otras publicaciones.

 

3.- Revolución

 

Valadés es heredero de la tradición narrativa de la Revolución mexicana. Es también, desde nuestro punto de vista, albacea de Julio Torri y de Alfonso Reyes en particular, quienes trabajaron también con las formas breves, el primero con De fusilamientos (1915) y el segundo con «Briznas» (Anecdotario, 1968). Además de sus cuestionamientos sobre la incidencia de la Revolución mexicana en la sociedad posterior a dicho acontecimiento, Valadés, como los escritores y escritoras de la llamada Generación del 50, contempla en su narrativa sus obsesiones: «los conflictos urbanos, la soledad, la violencia, el sexo, en el hombre, el ser humano que habita como en el caso mío la Ciudad de México, porque yo soy de ahí», según describe Pedro Ángel Palau en «Sólo el Cuento y tus cuentos son eternos, Edmundo», artículo publicado en el número 564-565 de la revista Universidad de México (1998). En sí, la entrada de la modernidad en el país.

Sin embargo, su mester de orfebrería es también una poética revolucionaria: estiliza y da forma al género de la minificción tanto a nivel nacional como internacional al perfilar, como ya dijimos, la característica medular de este género: la brevedad.

Valadés, junto con Augusto Monterroso, Julio Torri y Juan José Arreola, otros insignes orfebres de la palabra, revolucionó a la narrativa, a la literatura, utilizando «un lenguaje cincelado, escueto, a veces bisémico, palabras certeras. Éste es uno de los recursos más obvios para lograr la brevedad, y uno de los más difíciles», como explica Dolores Koch en «Diez recursos para lograr la brevedad en el micro relato» en la revista El Cuento en Red (Número 2, 2000).

Así, el oficio prosístico de Valadés integra todo trabajo con el lenguaje, la elección atinada de género y palabra, y un tipo y modo en la expresión de los hechos así como su orden; un trabajo autoral que lo ubica como un maestro de la orfebrería brevística minificcional.


 

David

 

Dr. Omar David Ávalos Chávez: profesor de tiempo completo de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de colima.

Licenciado en Letras y Periodismo por la Universidad de Colima y Doctor en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Concepción, Chile, con la tesis Un mito con agallas: la Odisea de la sirena en el microrrelato mexicano.

Profesor invitado a los cursos Obras Clásicas de la Humanidad, Obras clásicas de Pedagogía en Español de la Facultad de Humanidades y Arte, Universidad de Concepción, Chile, así como profesor invitado a los cursos de Traducción e Interpretación de Textos de la Literatura Universal en lengua española de esa misma institución.

Es encargado del Nodo México de la revista Litterae Internacional, Chile.

Autor de Zapping (cuentos) editado por Secretaría Estatal de Cultura de Colima.

Ha publicado artículos y análisis literarios en la revista Interpretextos, de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima; en Fix100, revista hispanoamericana de ficción breve, del  Centro Peruano de Estudios Culturales; la revista Atenea, de la Universidad de Concepción, Chile; en Litterae internacional, también de Concepción, en la revista electrónica El cuento en red, de la UAM Xochimilco, y en Señales: revista editada en México para Latinoamérica.

 

Antonio Jesús

Antonio Jesús Cruz (Frías, Santiago del Estero, Argentina) Médico, escritor, investigador y periodista argentino. Ha publicado, hasta ahora, catorce libros de poesía, cuento y microrrelato. Recibió numerosos premios y distinciones y ha publicado artículos de opinión. Integra numerosas antologías y ha dictado conferencias y charlas sobre diferentes aspectos de la literatura. Ha sido jurado en varios concursos y certámenes literarios y sus textos han sido publicados por revistas culturales gráficas y virtuales de varios países. Actualmente dirige la revista Tardes amarillas (http://www.tardesamarillas.com/) y mantiene su blog Simbiosis http://antoniocruz-se.blogspot.com.ar/.

 

Trades Amarillas

Tardes Amarillas (Revista de Cultura):“Somos un grupo de amantes del arte. Nos gustan la literatura, el cine, la pintura, la fotografía… es decir nos gusta el arte. La revista es fruto del esfuerzo de tanta gente, que hablar de Staff sería un despropósito. En este grupo hay escritores (la mayoría de ellos trabajan en otra cosa para sobrevivir), profesores de literatura, otros de nivel primario y secundario, médicos, abogados, empleados de la Administración Pública, algún periodista y hasta algunos psicólogos (al menos dos) que pintan o escriben pero, por sobre todas las cosas, hay muchos amigos, que colaboran desinteresadamente en esta aventura.”

 

20—El destello de lo breve. Por Patricia Otero en la revista Siempre!

20 años sin Valadés en Siempre!

 

El destello de lo breve

A 20 años de la muerte de Edmundo Valadés

Patricia Gutiérrez-Otero

Al destello continuo de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Narrado en un lenguaje coloquial o poético, siempre tiene un final de puñalada.
Edmundo Valadés

 

Mi encuentro con el minicuento o la minificción fue a través de una revista que cayó en mis manos hace más de treinta años. El diseño mismo de El cuento. Revista de imaginación era atractivo, entre ingenuo y lúdico. La revista abría un espacio chispeante en el que caías de una sorpresa a otra a través de las lianas que eran los minicuentos. Casi me atrevería a decir que era como el viaje de Alicia en un país en el que no sabías con qué podías toparte. Admito que no era la densa literatura a la que estaba acostumbrada y que tanto amo, pero su centelleo me cautivó. Nunca conocí personalmente a su creador, salvo a través de sus miniaturas. Ahora, a veinte años de su muerte le dedico este espacio en que el destello de lo breve puede abrir un camino para una buena parte de la sociedad y unos dirigentes que se han cerrado al asombro a la que otros y otras aún están abiertos.

La literatura, como todo arte verdadero, incluso la verdadera literatura, es en sí misma disruptiva del orden social, de cualquier tipo que éste sea; entre menos sea una literatura de tesis más subversiva será. Es decir entre más literatura sea, más destruirá esquemas sociales o imaginarios colectivos que sustentan organizaciones predeterminadas pues más acercará a la inefable realidad del ser mismo que se entrega. Quizá sólo durante un fugaz instante. Instante en el que la conciencia se habrá abierto a otra realidad que subvierte la realidad construida y sostenida por creencias comunes y, muchas veces, absurdas. Aunque ese efecto puede lograrlo la realidad misma, el arte es un catalizador.

Esta experiencia del orden de lo intuitivo puede durar un segundo para el sujeto que la experimenta, pero se queda grabada como un aguijón en él y puede ir abriéndose camino a su propio ritmo para crear una ruptura epistémica, una ruptura en su visión del mundo que pasa por una inquietud y un desazón, que se manifiesta en una búsqueda. Algo en él se ha puesto en movimiento.

Ese destello que pasa a través de la literatura puede producirse a lo largo todo un texto o a través de alguna de sus líneas. Puede ser una novela que nos abre y nos deja pasmados y nos persigue a lo largo del tiempo como una gran cucaracha o como el hijo que asesinó a su padre y poseyó a su madre, o, puede ser, en un instante, un párrafo, una estrofa, o un verso, una frase que nos cautiva y nos pierde en ella. Nos queda en la memoria: “el presente es perpetuo”. No importa quién lo dijo (Revueltas, Valadés, Paz…) ni dónde. No estamos analizando. Algo nos corroe.

Esto que sucede con una obra larga puede suceder con una miniatura. Como señalaba el maestro Valadés: en poesía con un haikú; en cuento con un minicuento, con una minificción o como quiera llamársele, que no es aquí el objetivo. También don Edmundo señaló el origen oriental de ambas creaciones artísticas. Es curioso que en la tradición oriental sea tan importante centrar la atención en lo presente a través del cuerpo, en particular a través de la respiración. Occidente se ha caracterizado por el uso de la razón que ha dominado y eclipsado el uso de la intuición, y ahora vive la inclinación de mucha gente hacia prácticas orientales que invitan a regresar hacia la interioridad, como en busca de un equilibrio extraviado en el camino. Así también, en el siglo pasado los poetas occidentales descubrieron el haikú y lo adoptaron para practicarlo.

El haikú muestra el destello de la naturaleza, que muchas veces ignoramos, a través de una versificación fácil de cinco, siete y cinco sílabas, y muy breve:

Lluvia de mayo.

Una noche furtiva,

luna en los pinos.

Riota

 

El uso del haikú en Occidente mantuvo el destello de la brevedad, pero lo desligó de la contemplación de la naturaleza y lo adaptó más a sus intereses subjetivos:

 

Hoy no me alegran

los almendros del huerto.

Son tu recuerdo.

Jorge Luis Borges

 

Por su parte, los minicuentos, género que, como señaló Valadés, nació tarde en la historia de la narración occidental, se centra en la acción a contar, “La minificción no puede ser poema en prosa, viñeta, estampa, anécdota, ocurrencia o chiste. Tiene que ser ni más ni menos eso: minificción. Y en ella lo que vale o funciona es el incidente a contar” (todas las citas de Valadés provienen de lo que considero su manifiesto del minicuento: “Ronda por el cuento brevísimo”, https://minisdelcuento.wordpress.com/edmundo-valades/). Un hecho, una anécdota, algo que sucede, y que tiene un final sorpresivo, en donde se centra precisamente lo destellante, lo que rompe lo previsto, lo que debería suceder según el orden prestablecido: “Apoyándose en pistas certeras se ha ido despojando de las expansiones y las catálisis, creando su propia unidad (!) lógica, amenazada continuamente por lo insólito que lleva guardado en su seno”. Aunada a la incertidumbre que remata la trama, está la brevedad de sus recursos que lo vuelven una flecha dirigida a la mente del lector o auditor quien no puede esquivarla en su desnudez: “el ritmo y lo desconocido se albergan en su vientre para asaltar al lector y espolearle su imaginación”. Es un asalto que deslumbra y deja inerme, y ante el cual la razón trata de reaccionar y defenderse para reconstruir el complejo mundo que amenaza con requebrajarse. Ese dardo flamígero es una amenaza a la certeza de difíciles equilibrios construidos con palabras que revelan su fragilidad, porque la minificción, a diferencia de los haikús originales se han desprendido de la naturaleza pero se encarnan en el mundo urbano y subjetivo al que pertenecen sus creadores, y ahí socavan las bases de esas estructuras. El mismo Valadés no niega la cercanía del poema y la minificción: “Su estructura se parece cada día a la del poema”, pero insiste en que la distinción estriba en que el minicuento se ciñe a la acción. En ambos la maestría se demuestra en el uso ceñido del lenguaje, sin palabras de más, sólo las justas para causar el destello: “exige inventiva, ingenio, impecable oficio prosístico y, esencialmente, impostergable concentración e inflexible economía verbal, como señala José de la Colina, para los que él llama ‘cuentos rápidos’”.

A veinte años de que dejó este paraíso infernal, quiero dar la palabra en este espacio a un microcuento de aquel que abrió espacio en una revista para que tantos y tantas publicaran los suyos; un cuento que espero sea profético:

“El marionetista, ebrio, se tambalea mal sostenido por invisibles y precarios hilos. Sus ojos, en agonía alucinada, no atinan la esperanza de un soporte. Empujado o atraído por un caos de círculos y esguinces, trastabillea sobre el desorden de su camerino, eslabona angustias de inestabilidad, oscila hacia el vértigo de una inevitable caída. Y en última y frustrada resistencia, se despeña al fin como muñeco absurdo.

La marioneta —un payaso en cuyo rostro de madera asoma, tras el guiño sonriente, una nostalgia infinita— ha observado el drama de quien le da transitoria y ajena locomoción. Sus ojos parecen concebir lágrimas concretas, incapaz de ceder al marionetista la trama de los hilos con los cuales él adquiere movimiento”.

Además, opino que hay que respetar los Acuerdos San Andrés, anular las reformas a la Constitución, bajar los salarios a los grandes burócratas y aparecer a los 43 normalistas de Ayotzinapa.

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Siempre! es una revista que se publica en la Ciudad de México, fundada por José Pagés Llergo en 1953. Desde sus comienzos, Siempre! ha sido una revista esencialmente de información y análisis políticos, no especializada en ciencia política, sino que con las herramientas del periodismo -crónica, entrevista, reportaje y artículo de opinión- ha dado cuenta del acontecer político, lo mismo mexicano que latinoamericano y de otros confines del mundo.

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Patricia Gutiérrez-Otero escribe regularmente en la revista Siempre!, ha publicado poesía en diversas revistas y en una antología de poesía, es traductora principalmente del francés, es editora, ha sido maestra en la Universidad Iberoamericana y en otras instituciones. Estudió la licenciatura y la maestría en teología en el Institut d’Etudes Théologiques de Bruxelles de la Compañía de Jesús. Anteriormente había estudiado la licenciatura en comunicación, y, actualmente, por puro gusto, estudia la maestría en literatura. Fue miembro fundador y subdirectora de la revista Ixtus. Sus intereses y pasiones son variados y diversos. Por el momento es editora de una colección de filosofía política en el Colegio de Puebla.

16—Presentación del Taller Literario de José Luis Velarde y homenaje a Edmundo Valadés. En Cd. Victoria. Tamaulipas.

José Luis Velarde. y taller Culiacan, 26NOV

 

Magaly Monserrat Balderas, Ailed Álvarez, Pamela Durán, Pedro Hernández Wilson, Alfonso Porras, Desiderio García, Amador González de la Cruz, Énder Velarde, Toño Chavira y Arturo Castrejón, integrantes del Taller Literario de José Luis Velarde, compartieron el escenario del Salón de Convenciones del Centro Cultural Tamaulipas de Ciudad Victoria el pasado 26 de noviembre. Tras leer lo mejor de su producción rindieron homenaje al maestro Edmundo Valadés. Pedro Hernández Wilson tuvo a su cargo la lectura de La muerte tiene permiso; una obra fundamental de las letras mexicanas

Las imágenes del homenaje y las de notas periodísticas hablan por si solas del éxito e importancia del evento.

José Luis Velarde. Culiacan, 26NOV José Luis Velarde. y cartel Culiacan, 26NOV José Luis Velarde. y Castrejón Culiacan, 26NOV José Luis Velarde. Castrejón y cartel Culiacan, 26NOV José Luis Velarde. nota periodistica Culiacan, 26NOV Nota periodística


José Luis Velarde, preparó este texto como un homenaje al maestro Valadés.

La corrigenda y algunas líneas inspiradas por Edmundo Valadés

Finalizaba 1972 cuando entré a un estanquillo de Monterrey, sin pensar que iba a descubrir El Cuento, revista de imaginación, pues alguien la había dejado entre las publicaciones dedicadas al futbol que yo solía comprar. Me refiero a Gol, de hechura mexicana y El Gráfico procedente de Argentina. Quizá las portadas mostraban a Enrique Borja, Carlos Bianchi y a Rubén Ayala entre tantos otros futbolistas destacados de la época. No sé porqué las ignoré para revisar El Cuento, cuya presentación era diferente a las utilizadas por los editores nacionales, pues se parecía al formato pulp estadounidense. Los textos no eran muy largos; algunos sólo precisaban unas cuantas líneas para contar una historia. La sección de correspondencia señalaba los errores y aciertos de quienes se atrevían a enviar relatos para publicar. Nunca imaginé que Edmundo Valadés era el autor de casi todas las respuestas. Quizá las leí de principio a fin gracias a la gentileza de un empleado más atento al Jajá que por importunar a quienes tomábamos el negocio como sala de lectura. Quizá también leí dos o tres textos hasta que me decidí a comprar El Cuento, a pesar del futbol y el Jajá —una revista de chistes y mujeres en traje de baño— que ahora puedo referir, sin pena, como otra lectura preferida en mi adolescencia.

Compré el número 53 de la publicación de Edmundo Valadés. Hoy recuerdo la portada, porque la vi en el sitio Minificciones de El Cuento, donde Alfonso Pedraza atesora todo lo relacionado con una saga que alimentó la cuentística, sobre todo en Latinoamérica, durante la segunda mitad del Siglo XX.

El Cuento era el espacio didáctico donde Valadés dictaba cátedras sobre un género empeñado en modernizarse con requerimientos estrictos sin perder la originalidad y el interés de los lectores. La redacción recibía textos sin cesar de cualquier parte del mundo. Era el sitio donde convivían maestros de la escritura y aspirantes deseosos de encontrar espacio junto a los consagrados. Ya se hablaba de cuentos mínimos al finalizar la década de los sesenta. Cada propuesta se analizaba y recibía contestación. Valadés reiteraba la necesidad de la corrigenda. Así llamaba a la revisión que depura los textos y revela el arte de los escritores si es que lo tienen. La corrigenda es un trabajo íntimo que nadie debería desdeñar. Era un taller literario por correspondencia en aquellos días en que el servicio postal era incierto e impuntual como de costumbre.

En aquella sección descubrí personajes como la Señora de Nueva York. Dama de incontables apariciones y cartas divertidas, aunque no ofreciera cuento alguno sólo el gusto de platicar con el editor. Otro visitante reiterado era El Cuentista del Tráiler; un chofer que mandaba los cuentos escritos mientras recorría el país en jornadas interminables. Hoy puedo saber que se llamaba Ricardo Cortez Zapata, gracias a Pedraza y Minificciones de El Cuento.

El pasado abril estuve en la Ciudad de México. Asistí a una conferencia de Juan Antonio Ascencio, dedicada a Edmundo Valadés. Ahí nos dijo que el maestro nació en 1915, en Guaymas, Sonora. Fue maestro rural a los dieciocho años en Tamaulipas y en el Estado de México. Un año después emigró a la capital del país donde trabajó como periodista en diarios, revistas e incontables misiones culturales.

Aun resuenan en mis oídos estas palabras de Valadés, rescatadas por Ascencio.

“Éste quien les habla, padece la filtración de las palabras. Al escritor que no se bate todos los días con ellas, el idioma se le achica. Por eso le será difícil expresar cómo le conmueve este acto, que le suscita sinceras reservas sobre si lo merece. Calcula que no ha podido acabalar sus posibilidades creadoras. En el recuento que hace, buscando estar en paz con sus alternativas, le duelen las páginas no escritas, y no lo levanta la parquedad de las que ha pergeñado.”

El Cuento tuvo una primera época donde sólo aparecieron cinco ejemplares. Eso ocurrió en 1939, pero renació en 1964 para alcanzar más de 140 números donde prevalecía el buen gusto tanto en los textos publicados como en el diseño gráfico. La revista enfrentaba los problemas de distribución y respaldo financiero que suelen enfrentar las publicaciones literarias de nuestro país. El Cuento fue semestral o trimestral o irregular en diversos periodos, pero no disminuían las ganas de leerla y uno la buscaba en todos los expendios posibles incluso en las librerías de viejo de la calle Donceles y en las banquetas inmediatas al Zócalo capitalino. Encontrarla era una recompensa multiplicada al adentrarse en las lecturas.

Fue en 1985 cuando Guillermo Lavín me invitó a participar en un taller literario que impartiría Edmundo Valadés, en Ciudad Victoria, mediante el Instituto Tamaulipeco de Bellas Artes. Aún ahora me resulta difícil recrear aquel encuentro con un personaje querido y admirado a la distancia. Atestiguamos sus comentarios con avidez y a partir de esa fecha pude saludarlo en repetidas y afortunadas ocasiones. Un día Guillermo y yo nos topamos con él en un vagón del metro capitalino en una coincidencia milagrosa. Otra vez acompañé a Toño Huerta y a Juan José Amador para llevar a Valadés al aeropuerto victorense, apenas a tiempo, para que abordara el avión de las siete de la mañana tras una velada interminable suscitada en la casa del mismo Guillermo mencionado al iniciar este párrafo.

En 1986 asistí a mi primer encuentro de escritores. Lo organizaba el Museo Pape, de Monclova, Coahuila, para reunir a los aspirantes de la época en un homenaje brindado a Valadés, quien además presentaría un libro: Sólo los sueños y los deseos son inmortales, Palomita. Edmundo Valadés. Hoy quise traer mi libro autografiado para presumir, pero no lo encontré en mis libreros.

Hoy estamos aquí para recordar a un ser humano de trato sencillo y amable. Un personaje que por estas fechas recibirá homenajes en diversas ciudades del país y el extranjero. Nadie los ordenó. Surgen del cariño que supo ganar como pocos escritores lo han hecho. El próximo 30 de noviembre se cumplirán veinte años de su ausencia. Nos empeñamos en recordarlo, porque fue un maestro verdadero en tiempos donde hay más pedagogos que maestros. Hoy mi querido amigo Pedro Hernández Wilson, integrante del taller literario, leerá para nosotros. La muerte tiene permiso. Uno de los cuentos entrañables de Edmundo Valadés.

Gracias por su atención.

                                                                                               «

12— Homenaje a Edmundo Valadés en Internacional Microcuentista VII. Soliloquio en deferencia a Valadés. Por Alfonso Pedraza.

Homenaje a Valadés VII Internacional

 

NOV 29

Soliloquio en deferencia a Valadés

Por Alfonso Pedraza

¿Conociste “El Cuento, revista de imaginación”?

Muchos jóvenes dirán que no, y tendrán total justificación, pues la revista, después de treintaicinco años de mostrar cuentos y minificciones de todos los países y épocas, dejó de publicarse al terminar el siglo pasado y solo se podían revisar en bibliotecas, colecciones particulares y adquirir algún ejemplar en las librerías de segunda mano.

¿Sabías que el fundador, director y alma de esa legendaria revista de influencia continental fue Edmundo Valadés?

Y tan era su alma, que tras el tránsito de este mundo del maestro, hace 20 años, y a pesar del esfuerzo de un grupo de escritores que siguieron su trabajo dejó de publicarse cinco años después, en 1999.

¿Te has enterado que el maestro Valadés dio especial difusión a los textos breves, y les llamó minicuentos?

Fue la introducción de esos textos en la revista, en épocas en que no eran aún reconocidos como un género literario, lo que atrajo numerosos lectores activos. Lectores dinámicos pues muchos de ellos no solo leían los cuentos y minicuentos publicados, sino empezaron a practicar la creación de ellos, interactuando con el maestro Valadés por los medios posibles en esa época.

¿Cuál era ese método usado por los lectores?

El correo postal. Ese medio de comunicación llevaba textos de los escritores en ciernes, (aunque muchos de ellos ahora son importantes poetas y escritores) a la revista, y Edmundo, en el Correo del lector, les retornaba comentarios, consejos y alientos. Esa sección de la revista llegó a ser un taller literario que aún no ha recibido el estudio formal que nos muestre toda su importancia e influencia en la canonización del género “minificción”.

¿Cómo atrajo a los lectores-escritores a participar en la revista?

Por medio de un concurso permanente, que premiaba con dinero contante y sonante y con subscripciones de la revista. Los autores premiados por la revista tomaban tal fama interna, que hasta nuestros días les dan satisfacción y orgullo.

¿Dónde puedo leer esos textos breves de la revista “El Cuento”?

En el blog citado en el título, que como se puede observar, es un sitio sin dominio propio ya que se ha elaborado sin patrocinio ni subsidio alguno. A tres años de trabajo se pueden leer los más de cuatro mil textos que se publicaron en los 145 números de la revista, indexados por autor (hay algunos autores que reúnen verdaderas antologías), por número de la revista y diferenciándolos entre los textos que concursaban o no. También pueden revisarse más de ochocientas biografías de los más de mil seiscientos autores de todas las épocas y nacionalidades.

¿Qué logros ha obtenido el blog en esos tres años de vida?

El nacimiento del libro “Minificcionistas de El cuento, revista de imaginación” libro exclusivo para escritores publicados en la revista, que logró reunir textos inéditos de ciento tres autores y que fue editado por Ficticia Editorial, para conmemorar cincuenta años de minificciones en “El Cuento”. También mantiene con sus actividades una página de Facebook que hasta el momento cuenta con mil doscientos cincuenta seguidores. Ha logrado agrupar a más de noventa autores para que interactúen, se conviden, experiencias, publicaciones y oportunidades de trabajo, en un grupo secreto, y que es la materia humana que ha hecho posible muchos de los eventos de este homenaje.

¿Qué espera el blog en el futuro, si ya han cesado sus publicaciones, al culminar el cometido de mostrar al mundo la totalidad de las minificciones de la revista?

El blog ha tomado vida propia, aún sin nuevas publicaciones sigue recibiendo más de ochocientas lecturas diarias, y se agregan a diario nuevos “fans” en las redes sociales de Facebook y Twitter. Al grupo de cuentistas brevísimos se han agregado más de cuarenta escritores que no fueron incluidos en el libro y que sueñan con lograr una reedición aumentada del libro. Tiene la esperanza que alguna dependencia o grupo editorial haga el sueño de revivir esta legendaria publicación y que finalmente, también tome la experiencia de este blog, para hacer lo mismo con los cuentos de extensión “normal” y los muestren al mundo.

 Coloquio Alfonso Lectura

Alfonso Pedraza, administrador del blog expresa, en el silencio de este soliloquio, gratitud a los que le acompañaron en esta empresa y tiene la esperanza de que este homenaje que hacen amigos, alumnos y admiradores de Edmundo Valadés, sirva de desafío para que las dependencias oficiales pertinentes, preparen festejos más a la altura del maestro en febrero próximo, en que se celebrará el centenario de su natalicio.

12— Homenaje a Edmundo Valadés en Internacional Microcuentista VI. Edmundo Valadés y los diamantes perdidos. Por Roberto Abad.

Homenaje a Valadés VI Internacional

 

NOV 28

Edmundo Valadés y los diamantes perdidos

Por: Roberto Abad

Este libro te va a gustar, me dijo un compañero de trabajo que era mucho mayor que yo, pero que sabía de mi gusto por la lectura, y me regaló El libro de la imaginación. Años más tarde, en una librería de viejo, encima de un montón de ejemplares de bajísimo costo, encontré La muerte tiene permiso y sin saber exactamente lo que tenía en mis manos, lo compré. Luego vino Las dualidades funestas que hallé de manera extraña en un mercado. Pero el verdadero hallazgo fue Sólo los sueños y los deseos son inmortales, palomita, la edición prologada por José Emilio Pacheco, encontrada, como una gema brillante, entre una montaña de cientos de títulos que eran parte de una campaña independiente de fomento a la lectura, que consistía en regalar libros en lugares públicos. Todos mis encuentros con Edmundo Valadés fueron una coincidencia y, al mismo tiempo, una revelación.

 A veinte años de su muerte, nos encontramos con el mayor promotor del cuento que México ha tenido. Su obra y labor, repercuten en las publicaciones, premios y escritores mexicanos y latinoamericanos actuales. El premio que lleva su nombre ha laureado a escritores que se han convertido en dignos representantes del género. El blog Las historias del escritor Alberto Chimal —quien ha desarrollado la idea de una literatura de la imaginación—, funge como un homenaje a El cuento y también motiva a los usuarios a escribir textos breves. Es innegable la influencia de Valadés que tiene la literatura hispana en la actualidad.

No tuve la fortuna de leer la revista de la imaginación en su momento. De hecho, llegó a mis ojos después, mucho después de que dejaran de publicarla. Lo primero que pensé fue que era muy rara una publicación especializada en el cuento; luego, al adentrarme en sus páginas, pude vislumbrar la paciencia, dedicación y amor a la literatura con la que estaba hecha. Me sorprendió, específicamente, que el director dedicara tantas páginas en contestar la correspondencia de los lectores y que –además de todo– lo hiciera con tal maestría en pocas líneas. Descubrí que entre ellas había algo muy valioso: la voz de un lector crítico, que veía en la literatura la explicación del resto de las cosas. “Uno de los problemas”, respondió Valadés a uno de los autores que había enviado un cuento onírico, “y no son pocos, que tiene el transcribir al papel un sueño, es que los sueños son siempre fragmentarios y por demás inasibles”.

  Pero también daba opiniones directas, sin filtros ni eufemismos, lo cual era muestra de la objetividad y carácter: “Sus cuentos aún no funcionan como tales, porque usted pone la literatura al servicio de una idea. Lo contrario podría ser eficaz”. O el siguiente, que es de mis favoritos: “Aunque los textos que nos envías no son aún publicables –seguramente sí en una revista para lectores imberbes–, tienen desde luego un mérito inicial: la ortografía, tan escasa ahora en adolescentes como tú”. La correspondencia se convertía en una especie de taller a larga distancia. Al terminar de leer el primer ejemplar que tuve de El cuento comprendí que ese diálogo era indispensable para Valadés y para los mismos lectores. Era una forma de llevar los textos a otro nivel de lectura. Y eso no lo he vuelto a ver en ninguna de las revistas vigentes.

Lo que creo que desconocía Valadés es que, al contestar tantas cartas, hacía una especie de manual para el cuentista perfecto, mediante aforismos o frases que, si las miramos reunidas, toman la forma de un “decálogo” (aunque por la sabiduría abundante que contienen, habría que considerar más de diez mandamientos). Para comprobar mi hipótesis –y a la vez conmemorar su paso por la Tierra–, comparto algunas de las líneas que encontré en el número 105-106, publicado en el periodo de enero a junio de 1988 (semestre y año en el que nací), que me parecieron notables y que presento con la intención de convocar a todos los lectores de Edmundo Valadés a que se conviertan en exploradores y busquen, entre las páginas de El cuento, esos diamantes perdidos que el escritor sonorense dejó regados. Quizás ahí esté otro libro más, en espera aún de ser descubierto por los lectores.

 

***

Usted es el único autor del cuento; incorpore lo que convenga y suéltelo de una pieza.

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Uno de los grandes secretos para escribir mejor es eliminar, podar, tachar lo innecesario…

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Lo que ha de procurarse es que el lector tenga un placer estético y una vivencia –no un trabajo– inolvidables.

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Creemos lícito jugar con el lector, siempre que él advierta que hay un juego.

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El cuento ha de ser cuento antes que nada, y para ello deben tomarse los renglones o páginas que requiera para quedar claro y completo.

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Lo que usted no crea, tampoco lo creerán sus lectores.

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Quítele (al texto) todo lo que no tenga que ver con los verdaderos deseos del personaje. No mezcle usted lo suyo con lo de él, pues no se trata de autobiografía, sino de la creación, nada menos, de un personaje con sus experiencias propias.

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La ruptura de la realidad, de lo posible, para establecer otra en la que no impera la lógica, exige o una gran belleza e imaginación idiomáticas o gran ingenio para hacer válida la mera invención.

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En todo cuento, en toda obra literaria, algo subyacente y no por ello imperceptible, es la intencionalidad del escritor, esa voluntad, expresa o tácita, de conducción de ese todo rotundo que es el cuento, hacia un fin predeterminado.

***

Un minicuento exige elaborarlo cuidadosamente, hasta no atrapar una historia relampagueante, ingeniosa, irónica, certera, con su golpe de gracia o imaginación que sorprenda al lector totalmente.

 

Roberto

Roberto Abad (1988, Cuernavaca) escribe, lee y hace música. Estudió educación en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Fue incluido en la antología Alebrije de Palabras. Escritores Mexicanos en Breve (BUAP, 2013) y en Los regresos de Zapata (Cimandia, 2014). Ha publicado en diversos medios impresos y virtuales. Recientemente, algunos de sus microrrelatos fueron traducidos al francés en la antología Lectures d’ailleurs, y al portugués en la revista Samizdat.