Lentamente por entre el campo de flores rosadas

Otra vez el campo lleno de flores rosadas y otra vez tú aquí, como aquella mañana, aunque ahora no está él contigo; hoy no, ni nunca, quizá nunca estuvo, quizá soñaste que te amó en un campo lleno de flores rosadas, quizá pensaste que su voz era suave y quizá porque era un sueño, no hiciste caso a nadie, ni siquiera a las llamadas desesperadas de su mujer… un año viviendo diferente, sintiéndote amada y necesaria, y hoy, sola otra vez frente al campo de flores rosadas que se mecen suavemente, como sus manos al acariciarte, como su voz cuando te dijo suavemente que deseaba un hijo y te enteraste que su mujer no podía dárselo y entonces tú prometiste un hijo a cambio de su divorcio. Un año… un año viviendo para él, confiando ciegamente en su promesa de divorcio, y después de todo, después de darte, de entregarte, después de escuchar mil veces su promesa de amarte siempre… un adiós… después de tu decisión… un adiós… y ahora cuando tu tienes la noticia que él esperó tanto tiempo, Ella se adelanta y… un hijo… y sabes que es verdad, que esto no es un sueño, que quizá toda la desesperación, la angustia, la tristeza de su mujer, la hizo concebir. Y ahora tú… con tu hijo en ti, dentro de ti, entre el campo de flores rosadas. Pero estás tranquila, resuelta, sabes que lo que has decidido pasará pronto, que es breve como un suspiro, que quizá es tan suave como el viento que mueve las flores rosadas… tan suave como su voz… tan suave como el filo que lentamente ahora corta tus venas, como tu sangre saliendo a borbotones de entre tus muñecas, corriendo lentamente por entre el campo de flores rosadas.

Alicia María Uzcanga Lavalle de Ibarra
No. 62, Diciembre 1973 – Enero 1974
Tomo X – Año X
Pág. 302

Penélope

Después de la crisis por la ausencia de Ulises, se sentó junto a la ventana como todas las tardes a tejer ilusiones; paisajes nuevos y desconocidos empezaron a poblar su mente.

Ulises se acercó por el camino polvoriento de la tarde… Al fin había vuelto. Y traía el olvido y la desesperanza tatuados en un rostro frío e inexpresivo.

Ulises la tomó entre sus brazos, la recostó suavemente sobre el diván y de su garganta brotó lenta una cadencia que transportó e hizo sonreír a Penélope: “Ya está tranquila, quítenle la camisa de fuerza”

Alicia María Uzcanga Lavalle
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 600

Alicia María Uzcanga Lavalle
No. 93, Mayo-Junio 1985
Tomo XVI – Año XX
Pág. 641

Alicia María Uscanga Lavalle

Alicia María Uscanga Lavalle

Nació en Veracruz, Veracruz, el 31 de marzo de 1946. Narradora, poeta y ensayista. Estudió letras modernas y la maestría en ciencias del lenguaje en la UAP. Ha sido locutora de radio y televisión; profesora universitaria; articulista, columnista de Arte y Cultura, Desde Galerías, Pasaporte Abierto y Perfiles, y editorialista de El Heraldo de México.

Premio Tiempo y Espacio 1979.
Primer lugar en los Juegos Florales de Cholula de Rivadavia 1980.
Primer lugar en los Juegos Florales de Fresnillo 1980.
Primer lugar en los Juegos Florales Nacionales de Valladolid 1981.
Premio Certificate for Excelence in Poetry 1982, Estados Unidos.
Primer lugar en los Juegos Florales de Lagos de Moreno 1983.
Medalla della Velpescara 1983, Italia.
Premio Teatro Infantil del Concurso Celestino Gorostiza 1985.
Premio Villa Alesandra 1985, Italia.
Primer lugar en el II Concurso de Cuento y Leyenda Poblana 1985.
Primer lugar en los LVIII Juegos Florales de Mazatlán y Juegos Florales de Iguala 1986.
Primer lugar en los Juegos Florales Nacionales de Fresnillo 1987.
Primer lugar en poesía de la Unión CatólicaFemenina Mexicana 1988.
Primer lugar en poesía del Certamen Poético del Círculo Español 1990.
Premio Estatal de Periodismo Programa Imagen y Palabras 1990, Puebla. Primer lugar de cuento Concurso Nacional del Círculo Español 1991, Puebla. Primer lugar en teatro Concurso de Cuento Leyenda, Poesía y Teatro Poblanos 1992.[1]