Scherezada

En la noche 371, Scherezada empezó así su relato.

“Se cuenta, ¡Oh Gran Señor! Que cuando Badsim regresaba de su expedición por la nube mayor de Magallanes, uno de los módulos de frenado de la nave capitana, que se llamaba “Stalisnav Lem” (Alá sea siempre loado), fue seccionado limpiamente por la cola del Cometa Raybra, que al decir de los profetas, se formó con los suspiros y las lágrimas de las viudas del atari”.

“Los homenajes en honor de Badsim y su tripulación, tuvieron que ser  presididos por la bola de chatarra sagrada en que quedaron convertidos, al chocar violentamente contra el pavimento del campo de aterrizaje de cabo Pitayo”.

“Badsim pasó a la historia como ejemplo de intrepidez, pero con el tiempo su hazaña se asociaba con la campaña “prevención contra la imprevisión”, que reprobaba los viajes más allá de la Galaxia 14 sin el auxilio de desaceleradores neutrónicos”.

“Mañana (la misericordia de Alá es infinita), te contaré la historia del nieto de Badsim, y sus expediciones por el reino anti-materia”.

Una vez terminado su relato, Scherezada realizó conmigo su diario ritual amoroso en forma tierna y experta, después de lo cual, al oprimir el compactador de su hermoso seno izquierdo, la convertí nuevamente en el complejo de microcircuitos integrados que con la forma y tamaño de una tarjeta de crédito, guardé cuidadosamente en mi billetera.

Después de esto me acosté, y me dormí profundamente.

Mario Quiroz Lecón
No. 105-106, Enero-Junio 1988
Tomo XVII – Año XXIII
Pág. 167

La transformación

Empezó a sentir desde el otoño que algo raro estaba sucediendo. Uno de sus brazos pesaba más de lo acostumbrado, y cosquilleos extraños recorrían el resto de sus miembros, como si una sangre nueva circulara a través de ellos. Al principio se resistió a lo que adivinaba como una transformación, pero después se dio por vencido, pensando que en todo caso, poco podía hacer para oponerse a esa inexplicable y poderosa fuerza que le provocaba tales sensaciones.

Y en esa clara mañana de invierno escuchó el retoño humano, al dirigirse con gritos alarmados a su madre:

—¡Mira, mamá, éste manzano tiene en una de sus ramas un enorme racimo de plátanos!

—Reza conmigo, hijo, —dijo ella, abriendo en forma monstruosa el orificio parlante, ubicado arriba de su rodilla izquierda—; ¡Ha empezado a cumplirse la última etapa de la tercera mutación!

Mario Quiroz Lecón
No. 102, Abril-Junio 1987
Tomo XVI – Año XXIII
Pág. 166

Carta

Al presidente de COMERUN (Compañía Mercantil Universal)

Respetable señor:

Le comunico que hemos conseguido, finalmente, colocar sobre la corona solar el satélite cuyo proyecto tuvo usted a bien aprobar hace seis meses.

El dispositivo en cuestión ejerce su interferencia sobre los rayos solares en toda su extensión, sin perder efectividad en el trayecto desde el punto de generación hasta los receptores.

En el curso de una vuelta del planeta sobre su eje (24 horas), se habrá conseguido en su totalidad el propósito enunciado en el proyecto.

La energía solar, a través de la piel, hará que sean absorbidos los elementos pre-programados que, nanoturizados (en medidas equivalentes a una mil-millonésima de micra por unidad), y a la manera de los tratamientos quimio-terapéuticos, introducirá un átomo adicional en cada una de las moléculas del ADN (ácido desoxi-ribonucleico) de las células de la totalidad de los seres humanos vivos.

Como resultado de esta operación, a partir del martes próximo, lo mismo en Japón que en Haití, en todo el mundo, hombres y mujeres estarán plenamente convencidos de que serán más guapos, inteligentes y poderosos, consumiendo las papas fritas de la marca COMERUN (Compañía Mercantil Universal).

Posteriormente, y mediante un simple cambio en la programación del computador instalado en nuestro satélite, seguiremos con los refrescos, los cigarrillos, los autos, las toallas higiénicas y los pastelillos, dejando en la quiebra total a los competidores en todas estas líneas, y estaremos a un solo paso de lograr la soñada enajenación comercial universal.

Le saluda atentamente, el Director de Comercialización de COMERUN (Compañía Mercantil Universal)

Mario Quiroz Lecón
No. 94, Septiembre-Octubre 1985
Tomo XIV – Año XXI
Pág. 733

El hombre mosca

Ambiente de fiesta en el pueblo. Nuevas, almidonadas crinolinas; anchos, reverberantes sombreros huetameños. Domingo, día de descanso, brillante transición entre la tormentosa guarapeta del sábado y la vuelta a la extenuante, rutinaria jornada del lunes.

Carteles con graciosas faltas de ortografía, en todas las esquinas. Jaripeo hace cuatro domingos. Teatro al aire libre hace sólo dos. (Cuando, después de la fiesta, el cacique atrabiliario y estúpido hizo dos agujeros, uno en la frente y otro en el pecho de quién pretendió “atravesársele” requiriendo de amores a la Rosa).

Destaca, entre los “posters”, el inusitado reclame: “El domingo 6 de Julio, a las 12 horas, el acróbata y equilibrista Quirino Mora Clezo escalará la torre oriente de la iglesia principal, sin más ayuda que sus manos, y el favor de Dios”.

Palpitantes. Alegres en unos momentos, tristes en otros, los recuerdos acuden a la mente del escalador. Cuando va subiendo, con la conciencia de que habrá de morir, de que nada habrá de salvarlo, piensa en la alegre conquista de haber abrazado la actividad más atractiva a su modo de ver, contra la tierna oposición de su vieja madre, y también en la triste sonrisa de su flaca y resignada mujer cuando recibe la precaria cuanto espontánea remuneración a su arriesgado acto.

Escucha, como en un sueño, los angustiados gritos de las comadres que en sus casas no percibirán el penetrante olor de los frijoles quemados en la abandonada olla, cuando sus dedos resbalan, y cae… cae sin remedio.

A sólo diez centímetros de estrellarse contra la cantera del atrio, bate enérgicamente sus alas, y va a posarse, tranquila, reposadamente, en un cercano montón de desperdicios.

Mario Quiroz Lecón
No. 42, Mayo 1970
Tomo VII – Año VI
Pág. 433

Mario Quiroz Lecón

Mario Quiroz Lecón

Mario Quiroz Lecón

(Nació el 6 de Julio de 1935 en la Ciudad de México. Murió el 31 de enero de 1991 también en la Ciudad de México)

Realizó actividades de análisis, diseño, programación e implementación de Sistemas de Información desde el año de 1962. Formó parte del grupo conocido como «los niños 14-40», que en 1964 se hizo cargo del primer proyecto de implantación de Sistemas Computacionales a nivel nacional, en la Comisión Federal de Electricidad. Participó en el Primer Seminario Latinoamericano de Procesamiento Electrónico de Datos, auspiciado por la «International Federation for Information Processing», celebrado en Santiago de Chile en 1972. Realizó estudios de post-grado a nivel de maestría en ciencias de la computación en la Universidad de Chile, Universidad técnica del estado y Universidad del Norte, en las ciudades de Santiago y Antofagasta, Chile.

Impartió la cátedra de Informática durante 5 años en la Escuela Superior de Comercio y Administración del Instituto Politécnico Nacional y cursos de Lenguajes de Programación y Operación de equipos, a maestros de diversas facultades en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en Morelia, Michoacán.

Dictó conferencias en la Escuela Superior de Economía y en otras importantes instituciones del país y del extranjero. Coordinó grupos de Desarrollo de Sistemas, y dirigió Centros de Procesamiento de Datos en la Comisión Federal de Electricidad, Instituto Mexicano del Seguro Social, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Secretaría de Educación Pública, Industrias Conasupo y varias empresas del sector privado.

A partir de 1975 presidió un grupo de consultores en Sistemas de información. A partir de agosto 1977 fue Director General de Organización Sistémica Asesores, S.A., empresa de consultoría.[1]

Ritornello

Hete aquí que había un hombre que quería escribir un cuento.
Agotados los temas interesantes de su entorno (62 salas de cine y 14 canales de T.V. en su ciudad), tuvo que acudir en demanda de auxilio a la caverna del genio de los cuentos.

Identificado al instante por “la señal”, el anciano guardián de los temas permitió el acceso del cuentista al interior de la gruta.

—Pasa, hijo. Tengo tramas retorcidas con finales felices, desgraciados, trágicos y ridículos. Hay pergueños de historias de hadas y de políticos honestos, de amores sublimes, de viajes fantásticos, de promesas cumplidas y metas alcanzadas. Escoge nomás.

Salió de la caverna, satisfecho y sonriente. Al llegar ante su mesa de trabajo, empezó a escribir:

“Hete aquí que había un hombre que quería escribir un cuento…”

Mario Quiroz Lecón
No. 97, Marzo-Abril 1986
Tomo XV – Año XXI
Pág. 323