¡No volaron!

La abuelita explicó a sus nietos que el Creador, el formar el mundo, hacía figuritas de barro y luego les daba vida mediante el soplo divino.

Cuando les tocó el turno a los patos, las figuras de barro amarillo fueron sopladas y lanzadas al viento, donde volaron.

Por esos días en que la abuelita instruía a sus nietos, una pata de la casa empolló varios huevos.

Los pequeños, que apenas balbuceaban sus primeras palabras, cogieron a los patitos, los soplaron… y los lanzaron al aire.

La criada enterró a la nidada.

Los niños, asombrados, sin saber qué había pasado, sólo decían… ¡No volaron!

Guillermo Flores Bastida
No. 94, Septiembre-Octubre 1985
Tomo XIV – Año XXI
Pág. 795