Espiral

¡Y desde ayer me ando riendo solo! ¿Yo cómo iba a saberlo? Me puso el paquete en las manos; y antes que yo pudiera decir nada se bajó del camión. Yo no sabía ni qué pensar, me dije: “¿Y qué tal si es una contrabandista?”. Volteaba para todos lados temiendo que alguien me pescara del hombro con el consabido: “¡Jálele!”. Pero nadie se me acercó. Unas cuadras después, y habiéndole dado muchas vueltas al asunto decidí dejar el paquetito, “olvidándolo” en el asiento y me bajé corriendo.

—Bueno, mañana me terminas de contar, mano. Yo bajo en esta… ¡Toma…!
Y sin dar tiempo siquiera, se baja de un brinco dejándome otra vez ensartado con el cabrón paquetito…

Guillermo Sierra Espinosa
No. 43, Junio 1970
Tomo VII – Año VII
Pág. 521