La búsqueda fue larga y fatigosa. Día tras día yo atravesaba montañas y barrancas para acudir al sitio. Allí se quitaba cuidadosamente la tierra estratificada, se removía y se examinaba minuciosamente cada nivel de escombros. Se hacía desesperante la lentitud de la tarea, prolongada batalla del hombre contra los deterioros del tiempo. Todo nos fue adverso: los polvos venenosos que nos sofocaban, los extraños gusanos, las enormes arañas, la polilla alada, las evidencias de destructoras inundaciones pasadas. En la covacha seguía el agua goteando encima de todo y de todos.
Pero una tarde feliz, llegó el triunfo. Debajo de toneladas de detritus, el secretario municipal encontró mi acta de nacimiento.
Ramón González
No. 59, Junio-Julio 1973
Tomo X – Año IX
Pág. 737