Marcos Ricardo Barnatán

Marcos Ricardo Barnatán

 

Marcos Ricardo Barnatán

(Buenos Aires, Argentina, 1946)

Es un escritor argentino nacido en Buenos Aires en 1946, en el seno de una familia sefardita de origen hispano-sirio. Realizó sus primeros estudios y cursó Filosofía y Letras en su ciudad natal. En 1965 fijó su residencia en Madrid, aunque realiza frecuentes viajes a Argentina, Francia e Israel. Colabora habitualmente, en calidad de crítico literario, en las principales revistas españolas e hispanoamericanas. Es padre del actor y cantante español Jimmy Barnatán.

En 1971 publicó su primera novela, El laberinto de Sion, a la que siguieron Gor (1973), Diano (1982), y Con la frente marchita (1989). Sus narraciones completas integran La República de Mónaco (Seix Barral, 2000).

Su poesía, que comparte los planteamientos de los novísimos y en la que las referencias a la cábala y a la cultura judía son una constante, resulta un personal hallazgo donde se entrecruzan la tradición castellana y las literaturas europeas en sus tendencias más cosmopolitas. Su obra poética se halla reunida en El oráculo invocado (1984), El techo del templo (1999) y Consulado general (2000)

Entre sus ensayos destacan La Kábala (1974) y Borges, biografía total (1996)[1].

[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Marcos_Ricardo_Barnat%C3%A1n

La mudanza

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Él había resuelto abandonar su alojamiento del Hotel Voltaire, encontraba confortable la nueva casa de la calle Cherche-Midi. Mientras, la lucha contra los espejos continuaba, era una cuestión vital. Allí en la infinita reproducción de su rostro, la muchedumbre ante él. Multitudinarios alaridos complementando su soledad. Lanzar la primera piedra bastaba, y el milagro caería destrozado en instantes, y otra vez el silencio poblado de ecos. Pero él no se atrevía a dar el peso, prefería distraerse en el andar inconexo por los parques, compenetrando en la idea de una mañana nueva, distinta, donde pudiera haber sol y perfumes, barrida la atmósfera del asco. Decaía de golpe su optimismo y quemaba lentamente la esperanza. Charles dejaba de pronto de creer y se sumergía en el humo espeso, abstraíase del tiempo y los relojes terminaban por callar. Un enorme calendario de números rojos sobre su espalda, y el peso aplastándolo. De pronto, allí, en su nueva casa de la calle Cherche-Midi, interrogando las líneas del rostro, asombrado ante los estragos de los años, cruje el espejo y los cristales caen uno a uno, silenciosamente.
Un grito de terror y Baudelaire adivinó el sopor final.

Marcos Ricardo Barnatán
No. 17, Octubre 1966
Tomo III – Año III
Pág. 418