El cirujano tranquilizaba al enfermo al que estaba a punto de operar.
—Todo va a salir bien. Cuente en voz alta hasta diez.
La anestesia surtió efectos. Pasó algún tiempo. El enfermo preguntó:
—¿Cómo salí, doctor?
—Amigo mío, no soy doctor. Soy un ángel.
Francisco Padrón
No. 142, Enero-Marzo- 1999
Tomo XXX – Año XXXV
Pág. 109