Kurt W. Marek

Kurt W. Marek

Kurt W. Marek

(C. W. Ceram es el pseudónimo de Kurt Wilhelm Marek)

(Berlín, 20 de enero de 1915 – Hamburgo, 12 de abril de 1972)

 

Periodista y crítico literario alemán, conocido por sus obras de divulgación sobre arqueología, especialmente por su libro Dioses, tumbas y sabios.

Kurt Wilhelm Marek, nació en Berlín. Eligió luego firmar con el anagrama Ceram, invirtiendo su apellido Marek (Keram), para distanciarse en lo posible de su trabajo como propagandista del III Reich. Pues fue alistado en 1938, eso sí al parecer con carácter forzoso, y estuvo como reportero en Polonia, Unión Soviética, Noruega e Italia.1 En todo caso, durante la Segunda Guerra Mundial, fue miembro de las tropas de propaganda de Hitler («Propagandatruppe»), y publicó por entonces Wir hielten Narvik, en 1941, y Rote Spiegel – überall am Feind. Von den Kanonieren des Reichsmarschalls, en 1943. Al final fue herido en Monte Cassino y cayó hecho prisionero en Italia; no mostró ya más esas viejas ideas.

En 1947 se trasladó temporalmente a los EE. UU., pero estuvo siempre conectado con Alemania y de hecho murió en Hamburgo. Comenzó su carrera como divulgador en 1949, sobre todo en arqueología; fue muy conocido por ello. C.W. Ceram llegó a ser redactor jefe de Die Welt y director de publicaciones de la editorial Ernst Rowohlt.

Como periodista, Ceram tuvo varios intereses. Se había introducido ya en la epigrafía y escribió un ensayo «Sobre el desciframiento de un escrito desconocido», en el Berliner Illustrierte, de 1935. Pero fue durante su cautiverio por los americanos en Italia cuando tuvo ocasión de leer muchos libros de arqueología en inglés.

Como resultado de sus conocimientos adquiridos, publicó, en 1949, Dioses, tumbas y sabios (Götter, Gräber und Gelehrte), una historia de la argueología y sus desarrollos que le hizo famoso en todo el mundo. Este libro popular se tradujo a veintiocho idiomas, alcanzó los cinco millones de ejemplares publicados, y sigue reimprimiéndose hoy. El lector acompaña a Winckelmann en las primeras excavaciones, participa de las dudas de Champollion o llega hasta la cámara mortuoria de Tutankamon con Howard Carter, entre otras aventuras y hallazgos.

Sobre todo, Ceram quiere subyugar al lector mediante un fresco coloreado, pintoresco, basado en informaciones plurales. Pues, como dice en la introducción, «este libro no tiene ambición científica alguna».

Otras obras conocidas del periodista, a la busca de poblaciones llamadas primeras, son El secreto de los hititas y El primer americano, sobre los nativos de América. Además, escribió Yestermorrow: Notes on Man’s Progress (1961); Hands on the Past: The Pioneer Archaeologists Tell Their Own Story (1966), todas ellas con su seudónimo.

En paralelo, Ceram siempre tuvo curiosidad por la historia del cine inicial. Escribió un primer trabajo en 1938 y a continuación se entrevistó con Max Skladanowsky y Oscar Messter en Berlín, así como con Louis Lumière, en París. Después de la guerra, prosiguió esas indagaciones paralelas, en el Instituto Alemán de Arte Cinematográfico, en el Instituto Británico del Cine, en la Cinemateca Francesa, de París, y en el Museo de Arte Moderno (MOMA), de Nueva York, según dijo el autor. Con distintos materiales, publicó Arqueología del cine, en Alemania e Inglaterra. Es un texto nada extenso, simple, comprensible y muy ilustrado; ésta es su característica esencial.

Además de ello, Kurt W. Marek regresó con su firma, y fue el responsable de la publicación en América y del epílogo del anónimo Una mujer en Berlín, en 1954, que el autor puso empeñó en editar, y que no tuvo mucho éxito entonces en Alemania (el texto inglés se tradujo en Suiza, en 1959). Marek afirma que es un documento manuscrito, y que conoció a la autora desde hacía años, pues vivía cerca; dice que visitó su casa en 1946 y que habló con vecinos de ella, antes de conocerla personalmente y saber de su diario.

Así que Una mujer en Berlín se ofrece como unas notas verídicas de una mujer burguesa, que no está en organizaciones del régimen. El libro narra con frialdad y distancia suma los abusos sobre una berlinesa por parte del ejército soviético, tras entrar éstos en la capital alemana al final de la guerra, entre el 20 de abril y el 22 de junio de 1945, momento ya en que se restablece el orden.

Marek sostiene que la autora le confió esos cuadernos suyos en el epílogo que adjuntó a la primera edición en inglés, vertido asimismo al castellano. Esa mujer había sido reportera en la Unión Soviética, y por lo que dice sería conocedora del ruso (como Marek) y de la literatura en general: habla de Hamsum, entre otros, y en un momento afirma que en 1945 lee a Rilke, Goethe y Hauptmann, pues «es un consuelo saberlos nuestros, de nuestra especie».

De todos modos, esta «venganza de los vencedores» —»ajuste de cuentas», como dijo ella, según Marek — aparece en este libro implacable sin otras referencias del editor al destino de otros «millones de mujeres» —las de los países lindantes con Alemania— afectadas por al menos idéntica violencia. Lo que ocurrió en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial fue eco de la violenta invasión alemana durante el lustro bélico que le precedió; y la terrible supervivencia entre los escombros, que está bien reflejada en el texto, no fue sólo el destino de los vencidos, sino también el de cientos de ciudades europeas o rusas destruidas por sus bombardeos. La «inhumanidad», palabra empleada por Marek solo para lo descrito por ella, brota del pasado inmediato alemán.

La versión castellana recoge una introducción ponderada de Hans Magnus Enzensberger, editor del texto, en 2003, tras 50 años de olvido, que repasa las vicisitudes de estas memorias. Este poeta y ensayista no resalta la trayectoria inicial del editor Marek, sino que afirma que él hizo «lo posible por pasar desapercibido» en su juventud. Enzensberger señala eso sí que ella, «aunque no era del todo consciente de la enormidad del holocausto, vio claramente que los alemanes habían revertido en sí mismos el sufrimiento que habían infligido a otros»[1].

 

[1] http://es.wikipedia.org/wiki/C._W._Ceram

Mujer artificial

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Hay dos libros olvidados que ocupan, dentro de tal grupo, posiciones extremas: el segundo tomo de la “Mathematical Magick” del obispo John Wilkins, de 1648, en el cual se examina la posibilidad de colonias humanas submarinas (proyecto con el que sin duda tendremos que familiarizarnos dentro de poco) y la pueril y desconcertante sátira de Villiers de L’isle-Adam, publicada en 1886, en la cual se atribuye imaginariamente a Edison la creación de una mujer artificial, intentándose reducir filosóficamente al absurdo tal supuesto (cuando en realidad el problema de la “vida artificial” es un efectivo problema)

Kurt W. Marek
No. 23, Mayo 1967
Tomo IV – Año III
Pág. 420