La magnífica hogaza

No es de extrañarse que tras el ululante paso de los bomberos frente al barrial proletario, la gente se precipitase tras las sirenas. Seguramente, ya se imaginaban la magnífica y cálida hogaza del edificio; que conste que no les guiaba ningún síntoma de piromanía, ni siquiera el simple morbo de la desgracia ajena: con los 5 grados bajo cero y sin una brizna de calor en las covachas, el pinche frío no estaba para menos.

Raymundo Andrade Peralta
No. 98, Mayo – Junio 1986
Tomo XV – Año XXII
Pág. 418