La carta

A nadie aguardaba, pero en medio de aquella callada, controlada angustia, tan parecida a la espera, casi no le sorprendió escuchar el timbre.

Fue hacia la puerta, el cartero le tendió un sobre alargado. De una manera automática lo abrió y una luz cegadora le invadió, fue como si entrara una niebla espesa hecha de fino polvo argentado.

Entonces comprendió:

Se dio cuenta de que había visto el sobre, el sello con la figura de una mano que señalaba la dirección: Calle de Rímini 251. Había una inscripción dentro del contorno de la mano: Dirección inexistente, favor de devolver al remitente. Luego vio dentro de sí, su error, la verdadera dirección era: Calle Rímini 215.

La antes controlada angustia estalló en un grito inaudible.

Al otro día el periódico, El Observador Romano publicó las dos siguientes noticias:

Pese a las amenazas contra su vida, el Primer Ministro, tomó posesión de su cargo, sin incidentes que lamentar.

Y en otra sección:

Akbar Hadid, el conocido terrorista que amenazara de muerte al Primer Ministro, pereció en una explosión, en una casa de las afueras de Roma.

Ríos Alcocer
No. 133, Abril-diciembre 1996
Tomo XXVIII – Año XXXII
Pág. 66

Ríos Alcocer

Ríos Alcocer

Ríos Alcocer

Escribe como efecto inevitable de su realidad. Quizás por ello narra relatos cortos, fragmentos de episodios vividos, de conversaciones escuchadas o de viajes realizados. Porque su vida, pero también la de la mayoría de los mortales, está hecha de estos retales cotidianos.

Las cuatro obras de Irma Guadalupe Morales y Ríos –seudónimo de Ríos Alcocer– publicadas con Palibrio hasta la fecha son por lo tanto un pequeño mosaico del mundo que la rodea y de las experiencias que este les ha brindado a sus seres más cercanos. “Escribo por necesidad de expresar lo que vivo o por testimoniar lo que veo y escucho”, nos comparte.

La fuente y Cuentos a la luz de mi lámpara son dos de los cuatro libros que esta autora ha escrito con nuestra editorial después de que sus amistades y su hermana insistieran en que diera a descubrir su talento literario a los lectores.

Anteriormente fue un libro de poemas, Nocturnos a T.S. Eliot, publicado en 2010 por el Instituto Politécnico Nacional pero en sus nuevas publicaciones, la autora se olvida de los versos y se centra en los cuentos para adultos. El objetivo: “Dar a conocer leyendas de tradición oral de diversas culturas”.

Si Gabriel García Márquez diseccionó la historia de siete generaciones de la familia Buendía en un Macondo no tan ficticio, nuestra autora hace lo propio con el primero de sus libros publicados en español.

Este es, en sus palabras, “un relato de familia” entorno a una misteriosa fuente, el eje argumental que teje la unión entre las historias de los miembros de las familias protagonistas, los Tavira, los Hermida y los Nuñez Arce.

De los matrimonios mal y bien avenidos, las idas y venidas de los personajes, el papel omnipresente de la servidumbre, los hijos reconocidos y los que no y los recelos entre clanes nace este retrato preeminentemente costumbrista que la escritora califica de “novela de realismo mágico”, estilo literario del que se confiesa admiradora.

Tal y como lo hizo Gabo, Ríos Alcocer ha creado cientos de universos paralelos para transmitir valores como “la fuerza del amor y el perdón”. Lo ha hecho a partir de la simple historia de una fuente que había sido traída desde España, emulando el modo en que familias enteras fueron trasladadas y reconstruidas en Nueva España.

Gracias a su confesada facilidad por las formas breves, la escritora suma, en la misma obra autopublicada, cerca de 50 cuentos cortos nacidos, tal y como reconoce, “de conversaciones con personas interesantes”. Y no satisfecha con estos cuentos, Ríos Alcocer dedica nuevamente por entero su segunda obra, Cuentos a la luz de mi lámpara, a las narraciones cortas.

Esta vez son más de 70 los relatos –protagonizados por personajes que podríamos ser todos nosotros- con los que la autora ha intentado describir sentimientos y situaciones a través de una única actitud válida: “la superación de un sufrimiento, la fuerza de seguir viviendo e intentar ser feliz”[1].

Estas formas breves son también las protagonistas de sus dos más recientes publicaciones, El convento, un compendio de relatos de antaño que aportan magia a nuestros días y El curandero y otros cuentos, historias reales pero también inexplicables.

Esta disposición de “salir adelante” y de gusto por la vida que la escritora intenta contagiar a sus lectores impregna todas las historias. Una resolución optimista que ella traslada también a su experiencia de publicación con Palibrio, la cual recomienda a aquellos autores que aún no se han atrevido a dar el paso: “Que intenten publicar porque, para mí, ver mi libro publicado ha sido una experiencia muy grata”.

 

[1] http://blog.palibrio.com/de-autor-a-autor/irma-guadalupe-morales-rios

El bandido

Cuando subí al autobús, el hombre ya estaba ahí sentado, aparentemente aguardándome. Afuera ya había obscurecido y un estremecimiento me recorrió la espalda. Me senté lo más lejos posible de aquel individuo, quien vestía una chamarra azul muy desvaído. Él me dirigió una sonrisa torcida, mientras llevaba la diestra al pecho, bajo la chamarra.

—Va a asaltarme, me dije, y con disimulo, introduje mi dinero en el zapato derecho, me quité el anillo y lo oculté en mi boca.

De cuando en cuando, el hombre me miraba y yo temblaba. Al fin se levantó y se acercó a mí. Yo traté de aparentar indiferencia.

Lo vi aproximarse, luego se inclinó hasta enseñarme lo que guardaba en el interior de su maloliente chamarra. Ahí había un pequeño gato blanco, tan sucio y erizado como su dueño.

—Acabo de encontrarlo en la calle, me dijo: —¿Verdad que está bonito?

Yo murmuré un “sí”, apagado por la presencia de mi anillo dentro de la boca.

 

Ríos Alcocer
No. 133, Abril-diciembre 1996
Tomo XXVIII – Año XXXII
Pág. 3