Carmen

La mujer dio vueltas y vueltas a las perillas de su aparato, al cual la imagen no quería regresar.

—¡Extraño suceso! ¡Y terrible a la vez! ¡Precisamente cuando me disponía a ver mi programa de risa!

Le dio una vuelta más, y la visión regresó. La mujer se puso contenta.

En la pantalla se veía una familia, con los ojos muy abiertos, que la observaba atenta y divertidamente.

—¡Raro! —dijo— Antes este aparato no tenía visión de colores y ahora lo tiene.

Al oír esto, la familia rió.

La mujer había dejado la mano sobre una perilla. Cuando se vio la mano, el cuerpo, y observó que ella, y toda su alcoba estaban iluminadas en blanco y negro, lanzó un grito de horror.

La familia se rió.

Diego Jáuregui Prieto
No 41, Marzo 1970
Tomo VII – Año V
Pág. 257