Las manos

Cinco, diez, doce, muchos días —no recordaba cuántos, puesto que ya no tenía memoria sino para su propio miedo—, llevaba en el mismo trajín. Dos manos misteriosas salían intempestivamente de la penumbra de su habitación y trataban de estrangularlo. Cuando ya toda resistencia le parecía inútil y empezaba a experimentar los primeros síntomas de asfixia, accionaba el interruptor. Un calor desconocido lo empapaba entonces desde la mollera hasta el último recoveco de su existencia, sumiéndolo en la incertidumbre y el desconcierto.

Esa noche, preocupado, se propuso sorprenderlas. Bebió agua de azúcar y masticó hojitas tiernas de toronjil para reforzar el sueño, leyó las dos primeras páginas de la primera parte de El extranjero de Camus, apagó la luz y se acostó con la última campanada de las once. Al rato, cuando ya el mundo era silencio, cantos de pájaros nocturnos y ruidos esporádicos de grillos y sapos, sintió que las manos se acercaban decididas, apartando fantasmas y pedazos de recuerdos que él mismo había repartido durante mucho tiempo en cuotas mínimas de miedo por el cielorraso y las hendiduras de las paredes, el piso de tablas y los rincones más oscuros de la habitación.

Finalmente, con el terror convertido en un coraje sin precedentes, agarró las manos asesinas por las muñecas, y las inmovilizó en el aire. Forcejeó, luchó, jadeó. Y maldijo. Poco después, cuando creyó haberlas dominado, trato de soltarlas con brusquedad para buscar el interruptor, pero sus manos estaban tensas, inmóviles, intentando zafarse a toda costa de una fuerza extraña que no les permitía acercarse a su garganta.

Leopoldo Bardella de la Espriella
No 95, Noviembre-Diciembre 1985
Tomo XV – Año XXI
Pág. 98

Leopoldo Berdella de la Espriella

Leopoldo Berdella De la Espriella

(Cereté, 2 de abril de 1951 – Cali, 18 de agosto de 1988)

 Fue un escritor y periodista colombiano. Miembro fundador del grupo literario El Túnel, de la ciudad de Montería. Autor de cuentos, poemas y ensayos, es más conocido por su producción en el género de la literatura infantil, particularmente por el relato Juan Sábalo, con el que ganó el primer premio en el concurso nacional Enka de Literatura Infantil, en 1983.

Inició su carrera de periodismo en la agencia de noticias Tay de Montería, y posteriormente en el periódico El Pueblo, de Cali. Publicó cuentos en suplementos de periódicos nacionales y regionales, y en diferentes revistas culturales del país. Fue profesor visitante en las universidades de Medellín, de Antioquia, del Quindío, y en la Surcolombianade Neiva, y catedrático en la Universidad Librede Cali, donde dirigió el taller literario en compañía del escritor Harold Kremer. Ocupó la dirección del Instituto Departamental de Bellas Artes de Cali, en 1988[1].

El 18 de Agosto de 1988 mientras celebraba con unos amigos, su joven esposa y su hijito de un año, en su casa de San Antonio en Cali la beca que acababa de otorgarle Colcultura para escribir la novela de los colombianos en Nueva York,  en confusas circunstancias que nunca aclararon las autoridades, apareció muerto a media noche, Leopoldo Berdella de la Espriella, uno de los más notables escritores de su generación y uno de los creadores de los talleres literarios de la capital del Valle. Un guardaespaldas de un senador de la Unión Patriótica había llegado haciendo alardes con su arma de fuego y el escritor lo había reprendido retirándole el aparato, exigiéndole que extrajera la munición y escondiera el arma. Pero la acalorada discusión del fanático de todas las formas de lucha y cerril admirador de las guerrillas de Pablo Catatumbo hizo, según reposa en los anales de la época que el escritor le arrebatara el arma y amenazara, mientras oía vallenatos y porros, con pegarse un tiro. Otras versiones dicen que el exaltado fanatico en su demencia alcohólica, digna de su admirado poetastro que da botella a todo el mundo, le puso el arma en la sien y demencialmente disparó. Desde entonces, como en la época del Doctor Lopez Pumarejo, Colombia se pregunta: ¿Quién mató a Leopoldo Berdella de la Espriella? Si Usted tiene otra versión de estos hechos mucho le agradeceríamos contárnosla. Hay quienes dicen que lo mató la envidia.[2]

 Video, entrevista a Berdella de la Espriella 

 

La última llamada

Ha optado por divertirse marcando su número telefónico y escuchando su propia voz. Alguien, que es él, le contesta siempre desde el otro lado de la línea y comparte con él, durante horas enteras, sus mismos recuerdos y sus mismas esperanzas. “Es como pensar en voz alta frente al espejo”, ha dicho, emocionado. Pero lo que él ignora es que hasta hoy le funcionará su experimento. Ansioso, expectante, marcará su número por tercera vez. Timbrará. Y nadie contestará. Nadie le contestará porque el silencio indefinible de la muerte empezará a apoderarse de su voz, enmudeciéndolo. Colgará. Por unos instantes, el teléfono de su apartamento repicará insistentemente.

Leopoldo Berdella de la Espriella
No 95, Noviembre-Diciembre 1985
Tomo XV – Año XXI
Pág. 59