—¿Quién dicta la moral, la conducta humana, el bien o el mal? —pregunta la alumna en la clase de ética.
—El hombre establece sus normas, sus propias reglas de convivencia; es un ente social, dependiente de los demás —responde la maestra con habilidad y soltura.
—O quizá Dios, él podría hacerlo —opina un compañero de clase.
—¿Y él, cómo lo hace; jugará a la perfección o simplemente se divierte? O tal vez, a la manera de León Felipe, la partida se la están ganado y el resultado somos nosotros —dice la alumna tomando sus libros y encaminándose hacia la salida del salón.
—La clase ha terminado —murmura la maestra.
Teresa Corona Vázquez
No 101, Enero-Marzo 1987
Tomo XVI – Año XXIII
Pág. 120