Carlos Díaz Dufoo

Carlos Díaz Dufoo

En 1894, el gobierno de Porfirio Díaz había logrado la “paz de los sepulcros”; el Ejército y la Iglesiano representaban para el Estado ya ningún problema. Proclamado el triunfo de la República liberal, Francia era el modelo cultural para México. En este contexto, sale a la luz una de las publicaciones más destacadas del siglo XIX: la Revista Azul, fundada por el poeta Manuel Gutiérrez Nájera y por Carlos Díaz Dufoo, y considerada precursora del movimiento modernista en nuestro país. Sus creadores buscaban revolucionar las letras mexicanas con una publicación diferente a las que hasta ese momento se editaban. Mucho se ha escrito del Duque Job, pero poco se sabe de la figura que lo acompañó a formar parte de este proyecto periodístico y quien quedó al frente de este semanario cuando él falleció.

Procedente de una familia de clase media, don Carlos Díaz Dufoo nació en el puerto de Veracruz el 4 de diciembre de 1861. Sus padres, Pedro Díaz Fernández, médico de la Marina, de origen español pero naturalizado mexicano, y doña Matilde Dufoo, veracruzana.

Cuando Carlos apenas contaba con seis años de edad, don Pedro extrañaba su tierra natal y decidió partir a Europa con toda la familia. Vivieron en Madrid, Sevilla y París. Él realizó sus estudios en la capital española y ahí descubrió su vocación de periodista, como él mismo lo relata:

Poco después cultivó la poesía humorística con sus colaboraciones en el Madrid Cómico de Sinesio Delgado, donde conoció y alternó con toda la pléyade de brillantes escritores como Vital Aza, José López Silva y Carlos Fernández Shaw. A pesar de su incursión en el ambiente intelectual español de la época, el escritor sintió una inquietud que lo llevó a confirmar su destino:

Periodista por vocación

Una vez en México, comenzó formalmente su carrera periodística: escribió en La Prensa, de don Agustín Arroyo de Anda, y en El Nacional, de Gonzalo A. Esteva. Durante 1887 radicó en su ciudad natal para dirigir El Ferrocarril Veracruzano, y de allí pasó a Jalapa, donde se hizo cargo de Bandera Veracruzana. Su permanencia en este estado fue breve, pues al parecer sostuvo un duelo apadrinado por Salvador Díaz Mirón. Resultó victorioso, pero fue uno de los tragos más amargos de su vida. Por tal motivo volvió a México y continuó con su labor de periodista, formó parte de la redacción del célebre diario El siglo XIX y de El Universal, este último perteneciente a Rafael Reyes Spíndola.

En 1894, Apolinar Castillo lo invitó, junto con Manuel Gutiérrez Nájera, a fundar la Revista Azul.

Desde su origen, la Revista fue concebida para ser portavoz del movimiento modernista en México y de toda una generación de jóvenes que buscaban nuevas formas de expresión ajenas al movimiento romántico. Así como Altamirano fue el maestro de El Liceo, Gutiérrez Nájera fue el mentor de un nuevo grupo de jóvenes conformado por el propio Díaz Dufoo, Luis G. Urbina, Amado Nervo, Jesús Urueta, José Juan Tablada, Jesús E. Valenzuela y Ángel del Campo. Todos ellos nutrieron y dieron vida a esta publicación.

Una vez finalizada la publicación de la Revista, Díaz Dufoo ingresó a la política mexicana como diputado y, en 1896, Rafael Reyes Spíndola fundó El Imparcial, a cuya redacción perteneció hasta el año de 1912, primero como jefe de redacción y,  a partir del 29 de febrero de 1897, como director,. Sin dejar su obra literaria, escribía periódicamente en el “Lunes literario” la columna “Crónicas de boulevard”.

En 1900, como parte de las actividades de este periódico, don Carlos viajó, acompañado del doctor Manuel Flores, a la Exposición Universalde París,. A su regreso a México, dirigió junto con Manuel Zapata, El Economista Mexicano, periódico especializado que se publicó entre 1901 y 1911. Asimismo, dirigió el vespertino El Mundo, desde 1905, también propiedad de Reyes Spíndola, hasta su desaparición en 1906. Volvió a dirigir El Imparcial después del golpe de estado de Victoriano Huerta, hasta fines de 1913.

Dramaturgo tardío

Además del periodismo y la economía, actividades que desarrolló prácticamente hasta el día de su muerte, llegó a su vida una afición tardía: la dramaturgia. Su vocación para el teatro se había revelado en 1885 al escribir Entre vecinos y De fiesta, juguetes cómicos en un acto y en verso, de los cuales el primero se estrenó en el Teatro Nacional el 20 de mayo de 1885.

Su obra de mayor éxito, El padre Mercader, fue estrenada el 24 de agosto 1929 al lado de jóvenes autores de la comedia mexicana. De carácter realista, su puesta en escena alcanzó 73 representaciones en el viejo Teatro Ideal. Posteriormente escribió La fuente del Quijote (1930), cuyo éxito no fue el esperado y la obra fue retirada de cartelera al día siguiente; sin embargo, eso no impidió que siguiera escribiendo: Allá lejos, detrás de las montañas (1929); Palabras (1931) y La jefa (1931). Sombras  de mariposas. Comedia mexicana en tres actos fue la última obra dramática escrita por Díaz Dufoo. Estrenada en el Palacio de Bellas Artes la noche del 24 de octubre de 1936 con un excelente reparto: María Teresa Montoya, Clementina Otero, Jorge Mondragón y Julián Soler; recibida con grandes aplausos, fue prohibida al día siguiente por el gobierno cardenista. Nunca se supieron las razones, pero probablemente fue por su aguda crítica al socialismo, que entonces se llevaba como doctrina oficial.

Carlos Díaz Dufoo murió antes de cumplir 80 años en la ciudad de México el 5 de septiembre de 1941[1].


Burócrata


Cuidadosamente rodeado de ideas prudentes, inaccesible a los excesos, escudado por la dura barrera de las teorías mediocres, dicta, burocráticamente, opiniones definitivas.

Carlos Díaz Dufoo
No. 99, Julio-Agosto 1986
Tomo XV – Año XXII
Pág. 507

Carlos Díaz Dufoo
No. 100, Septiembre-Diciembre 1986
Tomo XV – Año XXII
Pág. 664