Una rata se apodera de mí, habita mi cerebro, mi vientre, mis manos, quiere asomarse por mis dedos, me sale por las uñas. Es una rata feroz, rabiosa, enemiga, y está adentro de mí; habré de vivir con ella, convivir.
Quisiera a veces matarla, no puedo. No, por el momento, sería un doble asesinato: la rata y yo. Pero la odio tanto que en ocasiones mejor preferiría acabar con todo, en especial cuando como hoy siento que cobra fuerza, puede más y perfila aquí en mis manos sus pezuñas.
Entonces soy la rata, y soy yo quien vive dentro de ella.
Judas María Velazco
No. 123-124, Julio-Diciembre 1992
Tomo XXI – Año XXIX
Pág. 245