Simbiosis

Una rata se apodera de mí, habita mi cerebro, mi vientre, mis manos, quiere asomarse por mis dedos, me sale por las uñas. Es una rata feroz, rabiosa, enemiga, y está adentro de mí; habré de vivir con ella, convivir.

Quisiera a veces matarla, no puedo. No, por el momento, sería un doble asesinato: la rata y yo. Pero la odio tanto que en ocasiones mejor preferiría acabar con todo, en especial cuando como hoy siento que cobra fuerza, puede más y perfila aquí en mis manos sus pezuñas.

Entonces soy la rata, y soy yo quien vive dentro de ella.

Judas María Velazco
No. 123-124, Julio-Diciembre 1992
Tomo XXI – Año XXIX
Pág. 245

Autismo

De niña, siempre me gustaba ver pasar el Tiempo. Por las ventanas frente a mi casa, con los cambios de sus decorados, de sus cortinas; (las caras, —de cuando en cuando— distintas y asomadas al balcón de las décadas), yo veía asombrada como el Tiempo velozmente pasaba, sin casi advertirlo.

Notaba también que el Tiempo pasaba, por los cambios de las modas en el ropero; en la sonrisa centelleante de mi alegría o en la dulzura de mi tristeza; en las puertas que se abrían y se cerraban al paso de amores y de decesos; en la música que aherrojaba instantes y emociones.

Veía pasar al Tiempo, en las personas que ocupaban diferentes alcobas en mi casa.

Y de repente ya no lo vi más. Se detuvo para siempre en la figura aborrecible y testaruda de una viejecilla que insiste en asomarse frente a mi espejo.

Judas María Velazco
No. 117, Enero-Marzo 1991
Tomo XX – Año XXVIII
Pág. 53