Minucio Félix

Minucio Félix

 

Minucio Félix

(Marcus Minucius Felix, 150 – 270)

Fue un abogado y apologista de Roma.

La apología que escribió (el Octavius) está escrita en forma de diálogo en el que toman parte tres personas: el autor, y dos amigos suyos: Octavio, un cristiano, y Cecilio, un pagano. Van de camino a Ostia, donde conversan los tres amigos; al pasar ante una escultura de Serapis, Cecilio da un beso al aire, y este incidente da origen a una discusión con forma de debate forense. Cecilio actúa como fiscal, llevando la acusación del cristianismo, Octavio es el defensor, y Minucio es el juez. Cecilio defiende el paganismo y ataca el cristianismo, Octavio lo refuta en tono sereno, y al final Cecilio acepta la fe cristiana, y Minucio se siente feliz.

Esta apología no argumenta desde las Escrituras, además, muestra una estrecha relación de ideas y expresiones con el Apologeticum de Tertuliano. Entre Apologética y Octavio hay una relación estrecha de ideas y expresiones, una obra ha influido en la otra[1].

 

[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Minucio_F%C3%A9lix

Un fuego especial

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Los hombres tienen noticias, por los libros de los sabios y por las canciones de los poetas, de aquel río de fuego cuyos ardientes meandros rodean varias veces las ciénagas de la Estigia. Que todo ello está reservado para los suplicios eternos es cosa sabida por las indicaciones de los demonios y por los oráculos de los poetas. He ahí por qué el mismo Júpiter jura con respeto por las riberas ígneas y por el abismo sombrío; sabe de antemano qué castigo ha sido reservado a él y a sus adeptos y tiembla de horror. Estos tormentos no tendrán ni medida ni término. Ahí un fuego inteligente, quema los miembros y los restaura, los desgarra y los alimenta. De igual manera que el fuego del rayo toca los cuerpos sin destruirlos y que los fuegos del Etna, del Vesubio y otros semejantes arden por siempre sin agotarse, así ese fuego vengador no se mantiene en desdoro de lo que roe, sino que devora los cuerpos y se alimenta sin consumirlos.

Minucio Félix, Octavius (Siglo II)
No. 17, Octubre 1966
Tomo III – Año III
Pág. 411