Hay muchas leyendas sobre la bince del mapachín, pero no se ha comprobado ninguna de ellas como reales.
Es indudable que este digitígrado, pariente cercano del perro y de la zorra, es un cánido digno de estudio por tener su miembro viril un alma, si así puede decirse, de hueso puro.
La forma de esa alma es como la de una interrogación o una ese mal hecha y por su presencia en tal lugar, hay que suponer que el mapachín es un mamífero exageradamente lujurioso.
Antiguamente a los burros hechores, les daban suero con huevos y le echaban a la bebida, bince de mapachín raspada, para embramar al animal y buscara éste por tal causa, a las hembras cargadas de hatajo, para aumentar así la reproducción de las acémilas.
¿Qué si la raspadura calienta o calentaba a los asnos? Eso no se puede negar ni asegurar, ya que la prueba no se tenía a la mano.
Les hechiceros han ocupado siempre la bince de este animal para hacerle daño a los humanos y cuando una mujer coge la calle de en medio para lanzarse al vicio por la maldad de los tales ha sido costumbre decir, que la víctima está amapachinada.
Son muchas las personas serias que dicen, que el polvo que produce la raspadura de la bince ingerido en agua, produce efectos afrodisíacos poderosos, hasta el extremo que si pasa de la dosis se llega a la locura, pero es difícil asegurar tal cosa, ya que aunque se tiene a mano desde hace años un hueso de tal clase, nunca ha cruzado por la mente de quien lo posee experimentar si es cierto la tal afirmación.
Fernando Buitrago Morales
No. 80, Abril-Septiembre 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 774