La Venus del Milo

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¿Qué cómo, en fin, tenía yo los brazos? Verá usted; yo vivía en una casa de dos piezas. En una me vestía y en la otra me desnudaba. Y siempre ha habido curiosos que se interesan en ver y suponer. Ahora usted me quería ver los brazos. Entonces ellos querrían verme lo que usted ve. Y yo, en ese momento, trataba de ver la ventana.

Salvador Novo
No. 143-145, Abril-Diciembre 1999
Tomo XXX – Año XXXV
Pág. 10

Salvador Novo

Salvador Novo

Salvador Novo

(Ciudad de México, 1904 – 1974)

Escritor mexicano vinculado al grupo de Los Contemporáneos. Realizó sus primeros estudios en Chihuahua y Torreón, para regresar a la capital donde, en 1921, se licenció en Derecho por la Universidad Nacional de México.

Posteriormente, en la Facultad de Filosofía y Letras, hizo sus estudios de maestro en lengua italiana. Concluidos éstos, consiguió obtener una plaza de ayudante y, más tarde, de profesor en el Departamento de Idiomas Extranjeros de la Universidad Central, por su dominio del francés y el inglés, lengua en la que llegó a escribir algunas de sus obras.

El año 1925 constituyó un período determinante en la vida del poeta; nombrado jefe del Departamento Editorial de la Secretaría de Educación Pública, aparece entonces su primer volumen de versos, XX Poemas, en el que apuntan ya las pulsiones líricas y la inspiración vanguardista que darán origen, en el año 1928, a la revista y la famosa generación poética de los Contemporáneos y que informan también uno de sus libros más significativos y de mayor resonancia internacional: Nuevo amor, publicado en 1933 y traducido a varios idiomas extranjeros. Ese mismo año se editó otra de sus obras, Espejo.

Sin olvidar nunca su faceta docente, que se había concretado ya en textos como La educación literaria de los adolescentes (1928), Novo comienza a cultivar también la literatura en lengua inglesa y, en 1934, ven la luz pública los versos de sus Seamen Rhymes, cuya versión en lengua española se titulará Rimas del lobo de mar.

Su ardiente defensa de la identidad y los valores mexicanos trascendió la actividad artística y docente para concretarse en un compromiso político, que lo llevó a participar en la fundación del Partido Popular Socialista, pero su cauce de expresión fue siempre fundamentalmente literario y, en 1946, dio a la imprenta una de sus grandes obras en prosa, Nueva grandeza mexicana, que le hizo merecedor del título de «cronista de la Ciudad de México».

Aquel mismo año, su demostrado interés por el teatro, reflejado ya en su actividad de crítico dramático y en obras como La señorita Remington (1924), le valió ser nombrado jefe del Departamento de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes. Al abandonar sus funciones en ese Departamento, consiguió abrir en Coyoacán (1953) el Teatro de la Capilla y dirigió, más tarde, la Escuela de Arte Dramático. De su producción dramática merecen mencionarse Don Quijote (1947), La culta dama (1951) y una nueva versión de la tragedia griega Edipo rey, que Novo contempla desde el punto de vista femenino en su Yocasta o casi (1961). También al universo teatral, pero esta vez en su faceta de teórico y maestro, pertenece el texto Actuación y dirección teatral, publicado en 1959.

 En 1967, Salvador Novo recibió el Premio Nacional de Literatura, que venía a coronar su importantísima obra de creación literaria y su contribución teórica a los más varios aspectos de las letras mexicanas. Uno de sus últimos títulos, Historia y leyenda de Coyoacán (1971), es una valiosa muestra de su interés por la crónica y un complemento para su Breve historia de Coyoacán, que había publicado previamente, en 1962. Su versátil actividad le llevó, también, a escribir numerosos guiones para el cine. La fértil existencia del poeta se extinguió en Ciudad de México el 14 de enero de 1974[1].

Salomé

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Judit, Dalila y yo. Pero las aficiones de Dalila eran tan tristemente figáricas que aceptaba propinas. Yo quise la cabeza de Juan porque estaba llena de bellas ideas y porque sus abundantes rizos eran del color de mis escasos Kis-mequicks. Podré retratarme con ella sobre un libro, ya monda, para los anuncios de mi Hamlet. Por otro lado, si usted come rábanos ya sabrá que no hay para qué tomarlos por las hojas.

Salvador Novo
No. 21, Marzo 1967
Tomo IV – Año III
Pág. 159