Arriba el norte

Todos ganan pal Norte, señor, extraño vicio. Una parte del territorio antes se la habían llevado. Diz que primero se les anexó Texas y después cedimos California, Nevada, Utha, Arizona y otros pedacitos. Luego, quel señor Gadsten nos compró unas tierritas ribereñas. Y se empezaron a llevar a la gente: que pa construir sus ferrocarriles, que pa labrar sus tierras, aunque también les servimos para entrarle a sus guerritas. Otros, la mera verdá, se van a trabajar a las güeritas. Es cierto, señor, en veces nos regresan a la raza o nomás nos amedrentan. De ribete, ahora algunos se van al Norte con todo y sus muchos fierros. Quesque acá ya no se puede vivir, que no hay seguridá, que nos lo merecemos. ¿Será?

A los norteños también les gustan nuestros minerales, los animalitos, los jitomates, las naranjas, el cacao, el café, la mariguana, nuestras playas y el maldito petróleo. Pero aún así les salimos debiendo. Aunque, no se crea, señor, no son malagradecidos. Ellos nos mandan sus ideas y deso no nos pasan la cuenta.

Francisco J. Núñez de la Peña
No. 96, Enero-Febrero 1986
Tomo XV – Año XXI
Pág. 192