Dios sabe lo que hace


Dios sabe lo que hace, y por eso la criatura nació ciega, pero Dios sabe lo que hace y creció fuerte y sana, no tuvo tos ferina ni bronquitis como los otros hijos; el mayor a los veinte y pico ya era un borracho, cometió un crimen y fue a parar a la cárcel ; la niña creció , se volvió señorita, se casó, traicionó al marido, lo abandonó, se volvió prostituta; el ciego tenía buen oído y aprendió a tocar guitarra y, a los quince años, ya tocaba guitarra como nadie, un verdadero artista, porque Dios sabe lo que hace y todo en este mundo tiene su compensación, y así, mientras el hermano estaba en la cárcel y la hermana en el burdel, el ciego fue adquiriendo nombre y dinero con su guitarra y su oído, que era mejor que el oído de cualquier persona normal, y los padres que eran pobres y muchas veces no tenían que comer, tenían ahora el dinero suficiente para darse el lujo de comprar un radio, donde escucharon la transmisión desde la ciudad vecina del programa del “Mozart de la guitarra” como lo bautizara el director de la banda musical local que, tan pronto conoció al muchacho, se convirtió en su empresario, dejando la banda para revelar a las cuatro esquinas del mundo al más grande genio de la guitarra de todos los tiempos, hasta que un día desapareció por las cuatro esquinas del mundo con el dinero de las presentaciones, pero Dios sabe lo que hace, y si el empresario huyó, una linda chica se enamoró del muchacho y prometió hacerlo feliz para toda la vida, y así, mientras los dos, casados y viviendo en una modesta casita eran felices, la hermana, que era el burdel y el hermano perfecto y buen mozo salió de la cárcel, no encontró trabajo y vivía a la buena de Dios, hasta que conoció a la mujer del ciego, y se enamoró perdidamente de ella; el ciego tocaba lo más alto posible para no escuchar los besos de los dos en la sala hasta que las cuerdas reventaron, hasta que él se reventó el oído de un balazo.

Luis Vilela
No 95, Noviembre-Diciembre 1985
Tomo XV – Año XXI
Pág. 31