El ubicuo

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Al salir de la ciudad de Stravasti, el Buda tuvo que atravesar una dilatada llanura. Desde sus diversos cielos, los dioses le arrojaron sombrillas para resguardarlo del sol. Al fin de no desairar a sus bienhechores, el Buda se multiplicó cortésmente, y cada uno de los dioses vio un Buda que marchaba con su sombrilla.

W. Winternitz
No. 143-145, Abril-Diciembre 1999
Tomo XXX – Año XXXV
Pág. 61