La mano

Cuando llegó a la cripta, final de su camino, notó que le faltaba una mano. “Mi mano”, gritaba con todas sus fuerzas, “mi mano”. Pero aquellas gentes que sostenían el féretro y esas otras que no cesaban de llorar junto a su caja, no lo oían. Quiso empujar la tapa y se dio cuenta que también su mano derecha había desaparecido.

José Salinas
No. 37, Julio-Agosto 1969
Tomo VI – Año IV
Pág. 554