Manuel Cofiño López
(1936-1987)
Narrador, poeta e investigador literario cubano. Escritor de masas, uno de los exponentes principales del llamado “realismo socialista” en la Isla.
Manuel Cofiño cursó la primera enseñanza y el bachillerato (1950-1955) en La Habana, ciudad en la que nació. Después del triunfo de la Revolución trabajó como profesor de español y economía política, e investigador y redactor de textos del Ministerio de Industrias. Fue jefe de la cátedra de Ciencias Sociales y vicedirector docente del Instituto Preuniversitario de La Habana (1962-1966). Se desempeñó como asesor de la Dirección Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura durante varios años. En el año 1968 asistió como delegado del Ministerio de Justicia al Congreso Cultural de La Habana.
Colaboró con numerosas publicaciones periódicas entre las cuales se destacan El país Gráfico, Prensa Libre, Bohemia, Revolución, Verde Olivo, El Mundo, La Gaceta de Cuba, Romances, Mujeres, Casa de las Américas, Con la Guardia en Alto, Unión, El Caimán Barbudo, Cuba, Papeles de Son Armadans (Palma de Mallorca), Ahora (Santiago de Chile), y Tribuna(Rumania).
Su novela premiada Cuando la sangre se parece al fuego, ha sido traducida al eslovaco, al rumano, al inglés y al ruso, idioma al que también han sido traducidos sus cuentos y poemas.
En 1969 obtuvo mención en el Concurso David por su libro de poemas Meditaciones y argumentos del transeúnte, y el premio de cuento del Concurso “26 de Julio”, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), por Tiempo de cambio. Ganó el premio de novela de 1971 en el Concurso Casa de las Américas por La última mujer y el próximo combate, obra que constituye un hito de la narrativa social cubana y que ha sido traducida a más de 25 idiomas. En 1972 ganó el premio de cuento en el Concurso Infantil “La Edad de Oro” por Las viejitas de las sombrillas. En el Concurso UNEAC 1975 obtuvo mención por su novela Cuando la sangre se parece al fuego.
Manuel Cofiño legó una obra de hondo aliento social, con profundas raíces nacionales y dejó testimonio de la realidad cubana de los años sesenta y setenta con rasgos vigorosos. “Toda mi obra tiene una base factual -decía Cofiño–. La realidad me sirve como trampolín para hacer una nueva realidad artística.” Afirmaba además: “mis personajes son mis contemporáneos, suben al ómnibus conmigo, caminamos juntos. Ellos me acompañan siempre”.
En el prólogo a una de las ediciones de La última mujer y el próximo combate, el crítico literario Manuel Rojas advierte este profundo compromiso y su resonancia particular en el panorama literario de los años setenta: “La narrativa cubana, con esta novela, va más allá de la lucha clandestina, de lo periférico o lo puramente poético, y entra en lo que la revolución está ahora: en la construcción. Es una obra de este momento: los héroes que combatieron pasan a ser los héroes que trabajan”[1].