Tercer grado

La luz daba de lleno en sus ojos, el sonido sibilante, ominoso, se clavaba profundamente en su cerebro, el sabor salobre de la sangre y el lacerante dolor casi lo desmayan. —Mentalmente se repetía: No debo hablar… no lo haré, …no debo hablar… no. —El sudor bañaba su cara… sus manos se crispaban y…
—¡Basta!… ¡basta!… ¡ayyy!…
—Le pedí que no hablara —dijo el dentista dejando el taladro— seguiremos después…
Bajo la mirada severa, salió avergonzado y tembloroso del consultorio.

Francisco Moncayo Ruiz
No. 38, Septiembre-Octubre 1969
Tomo VI – Año V
Pág. 650

El premio

“Ahora llegará la vecina del 3…” —En poco tiempo oyó el taconeo alegre; esperó que el anciano del 2 abriera su puerta para saludarlo, pero, no lo hizo; debía seguir delicado. Silencio… el reloj dejaba oír su golpeteo. Casi era hora que llegara el vecino del 5…; la espera se llenó de ruidos comunes; muebles arrastrados, murmullos de charlas, utensilios chocando… Oyó, al fin, frenar un carro, allí llegaba…, pero, lo acompañaba alguien… unas pisadas desconocidas…; elucubraba sobre una visita al vecino, cuando tocaron a su puerta, levantándose fue a abrir…

—Estimado señor, no dudo que usted esté viendo el canal 6 en su televisor… por ello la Compañía Plus le otorga un premio extraordinario… un viaje… señor… señor… se…

Las palabras se perdieron en un murmullo; anonadado, cerró lentamente la puerta; su desazón era tanta que chocó contra una silla… se sentó, cerró los párpados sobre sus pupilas ciegas y quedó escuchando… escuchando…

Francisco Moncayo Ruiz
No. 38, Septiembre-Octubre 1969
Tomo VI – Año V
Pág. 644