Ritual del fuego

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Cuando oiga que te acercas a la alcoba, fingiré dormir. De reojo en la penumbra observaré cómo, paso a paso, te irás desnudando, sin prisa. El resentimiento me invadirá en forma de ráfaga de fuego y luchará con mi instinto de mujer, con mi pasión por ti.

Te acostarás, deslizándote suavemente hasta rozar mi costado.

Tus ágiles manos se toparán con una figura de hielo, sin rendirse. No importa el tiempo que te lleve, tratarás de derretir mi orgullo, ése es tu pasatiempo favorito. Querrás hacerme olvidar, aunque sea sólo por un momento, tu abandono, tu deslealtad; mi dignidad.

Con ternura, un beso; midiendo el terreno, otro.

Al igual que el ciclón a la palmera, me doblegarás; haciendo de cada centímetro de mi piel un acontecimiento. Me sentiré única, me sentiré nueva, me sentiré bella.

En plena ebullición mi sangre te reclamará. Vencida por la inercia, mi cuerpo será un compás abierto marcando el ángulo del infinito. Convertida en el epicentro del terremoto que desgarrará mi geografía, saciaré tu deseo de mí.

Después, nada. Nos envolverá el silencio. Te daré la espalda y fingiré dormir. Encadenada a este rito, a este mito, a esta cama.

Gabriela Almendaro
Número 136 – 137, julio-diciembre 1997
Tomo XXIX – Año XXXIII
Pág. 145