El truco

Se me apareció un prestidigitador y me dijo: si me das quinientos pesos te puedo enseñar un truco con el que asombrarás a tus amigos.

Aunque yo le debía confianza, por el hecho de haber surgido ante mí de la nada, el precio me pareció excesivo y así se lo hice notar. Sin embargo, no quise dejarlo ir sin conocer cuál era el truco. Más que nada para saber con qué podrían asombrarse mis amigos.

“Este”, me dijo, haciendo crujir en sus ágiles dedos un billete de quinientos pesos.

José Antonio Bernal
No. 75, Enero-Febrero 1977
Tomo XII – Año XII
Pág. 132

La memoria de Dios

Creyendo el momento oportuno, los sabios citaron a Dios para enseñarle sus mejores y más complejas creaciones.

Mientras desfilaban ante su mirada los extraordinarios inventos y las fantásticas teorías, Dios movía tristemente la cabeza.

Finalmente, cuando ya decepcionado estaba a punto de abandonar la reunión, una niña, que no pertenecía al comité, se le acercó con un objeto en la mano.

Dios lo tomó, y devolviéndoselo, le dijo —esto es hermoso, ¿lo has hecho tú?

—No, contestó la niña, mientras alisaba los pétalos de la rosa; lo hiciste tú

José Antonio Bernal
No. 76, Marzo-Abril 1977
Tomo XII – Año XII
Pág. 293

Caín


—Aún estas delirando.

—Tengo fiebre pero no estoy delirando. Sé que me matas porque yo lo tengo todo y tú no tienes nada. Por eso me matas. ¿Verdad, Caín?

—Así es, por eso te mato. Pero insisto en que todavía estás delirando y la prueba de que aún estas delirando es que te has confundido: yo no soy Caín: tú eres Caín.

José Antonio Bernal
No. 90, 1984
Tomo XV – Año XIX
Pág. 300