Fratricidio

Una vez consumado el acto justiciero, con el corazón tembloroso, Caín sintió la urgencia de ahogar un brote traidor de remordimientos en la letra firme, segura, del anónimo recibido la semana anterior. Hundió la vista en el pequeño, estrujado, sobado, sudado pedazo de papel y volvió a encontrar la paz. La denuncia era tranquilizante, inequívoca: el otro era bastardo, ilegítimo, indigno de la vasta herencia.

Guillermo Farber
No. 116, Octubre – Diciembre 1990
Tomo XIX – Año XXVII
Pág. 420

La noche del soltero


Allí estaba otra vez don Salva caído en el insomnio, como un sapo en lo profundo de un pozo, golpeándose la cabeza en su almohada de piedra, casándose, y descasándose, enviudando, y volviéndose a casar con todas las muchachas de Zapotlán, con las de ahora y con las que conoció hace mucho, poniéndoles miles de defectos a unas y a otras, quedándose definitivamente solo en su noche de soltero empedernido; deshojando la inmensa margarita de los enamorados infieles, con ésta sí, con ésta no, con ésta tampoco, con aquella Dios me libre, como si las tuviera a su entera disposición, porque saben que es rico y bien parecido… Todas se le entregan y se le desvanecen, pero Chayo se le resiste a las tres de la mañana y el sultán solitario se duerme pensando en ella, allí en su cama angosta con perillas de latón: “Mañana mismo le voy a decir que se case conmigo”

Juan José Arreola
No. 116, Octubre – Diciembre 1990
Tomo XIX – Año XXVII
Pág. 413

Despertar

Cada noche, tres rinocerontes blancos cabalgaban por la llanura inmensa de mis sueños. Pasaban veloces haciendo resonar su blando cuerpo de armadura ignota, resoplando suspiros viejos, inundando de vaho verde mis plantas doloridas y llevándose mi pensamiento a los ayeres no encontrados pero largamente presentidos. Corrían desbocados levantando tenues nubes rojas, y se iban empequeñeciendo hasta desaparecer en las rocas agrestes de aquella montaña: muro cerrado que abría sus grietas afiladas por el viento para tragar por entero a mis tres cabalgaduras blancas. Así, mi pensamiento se vaciaba noche a noche, dejándome dividida entre un presente incierto y un ayer desconocido.

Por eso, en mi último sueño decidí correr tras mi pensamiento, irme con él fuertemente asida a sus lazos infinitos, y así, juntamente con los tres rinocerontes blancos, traspasar la impenetrable roca-muro.

Hoy, me despierto cegada por un reflector hiriente que me recorre, Frente a mí, varios pares de ojos ávidos me observan escrutadores y una voz resuena entre las abras petrificándose en mi alma:

—¡Fantástico! ¡Vean, aquí está una mujer! No cabe duda, estas pinturas rupestres son realmente únicas.

Carolina Castro Padilla
No. 116, Octubre – Diciembre 1990
Tomo XIX – Año XXVII
Pág. 406

Carolina Castro Padilla.

ESTUDIOS : Básicos, Instituto de Ciencias de Aguascalientes, 1952-1954; Academia Mercantil en Durango, 1956; Bachillerato y curso de periodismo, 1964; Maestra en Lengua y Literatura Española, Escuela Normal Superior, Guadalajara, Jalisco; Literatura española en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, España; Civilización francesa en La Sorbona, París; Educación abierta, Universidad Pedagógica Nacional.

FECHA NACIMIENTO: 10 mayo de 1938, Aguascalientes.

AREAS DE CONOCIMIENTO: Literatura Infantil.

COLABORA CON: Instituto Cultural de Aguascalientes: El sol del Centro; Universo cultural (dominical) de Hidrocálido; Revista Talleres del ICA; Lecturas de Aguascalientes del INEA; Revista Exedra, del Municipio de Ags; Carabobeño de Venezuela.

INSTITUCION ACTUAL: Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA)2000.[1]