De mis hijos prefiero los medianos. Nacieron mientras estaba en Ushuaia. En aquel sitio de frío y sin noticias, porque no sé escribir y mi mujer tampoco. Es lavandera.
Cuando cumplí, volví. Ella se levantó como a pelear. Estaban mis dos primeros hijos y éstos dos en el suelo.
Me senté. Ella me sirvió la comida. Después nos miramos. Después miré a los hijos, uno por uno, los dos primeros y estos dos. Me gustaron.
Lloré y ella también lloró. Habían pasado algunos años y se notaba. Tuvimos otros con el tiempo. Fueron seis. Algo es, seis. Algo, seis hijos.
Siendo como soy inclinado a enojarme, a beber, me abstuve de otro crimen no por el pensamiento de Ushuaia sino por ellos, los medianos. No por lindos, pobre de mí, mulato y feo. No por rubios, varón y mujer, y alegres, y yo triste. No por nada, sino que los prefiero, y ellos a mí.
Por los seis vendo diarios tosiendo en esta calle que odio cada noche hasta la madrugada. Pero si alguien, de paso, me ve sonreír, es por los medianos.
Sara Gallardo
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 667