Marco Tulio Aguilera Garramuño

Marco Tulio Aguilera Garamuño

Nació en Bogotá, Colombia, el 27 de febrero de 1949, segundo de los siete hijos de Marco Tulio Aguilera Camacho y Ruth Elizabeth Garramuño Candiotti. De una forma muy parecida a la narrada en la novela Breve historias de todas las cosas (primera publicación de Garramuño), los Aguilera Garramuño fueron a parar, una vez muerto el padre y después de una serie de peripecias casi propias de gitanos, a San Isidro de El General, Costa Rica. De Costa Rica Aguilera Garramuño regresó a Colombia a estudiar en la Universidaddel Valle en Cali. Allí cursó la carrera de Filosofía, mientras se dedicaba al atletismo como corredor de fondo, e inició su carrera de escritor.
Breve historia de todas las cosas apareció publicada en Ediciones La Flor en Buenos Aires en 1975 y fue elogiada de forma entusiasta por críticos de la talla de John Brushwood, Seymour Menton, Wolfgang Luchting, Raymond Williams, Germán Vargas, y por gran número de escritores, entre ellos Gustavo Álvarez Gardeazábal y Gabriel García Márquez. En el mismo año de 1975 Aguilera Garramuño terminó su licenciatura en Filosofía. De pronto se sintió desempleado y en la miseria, habitando un cuarto desastroso en el segundo piso del Grill Las Escalinatas, en Cali. Aprovechó la oportunidad para salir del país tras recibir una invitación de la Universidad de Kansas. La versión que explica por qué se dedicó a la literatura es la siguiente: se había entrenado para ganar una carrera importante de diez mil metros planos. Recuerda que su condición física era insuperable, pero ésta nada pudo contra la experiencia de otro corredor, quien administrando sus fuerzas lo dejó ir adelante, para dejarlo atrás en los últimos tramos de la justa. Tras el fracaso, abandonó su carrera atlética y se dedicó por completo a la literatura e inició estudios de violín, que lo acompañaron varios años.
Cuando salió para Estados Unidos llevaba unos cuantos cuentos y una novela que había sido comparada con Cien años de soledad, argumentos más que suficientes para hacerle sentir escritor a los 26 años de edad. Pasó dos años académicos en Lawrence, Kansas. La experiencia de Kansas le dio material para su novela Mujeres amadas. De Lawrence salió para Monterrey.
La experiencia en Monterrey le dio el material para su tercera novela, Paraísos hostiles. Como no tenía nada de dinero al llegar a Monterrey, se encontró viviendo en una novelesca casa de huéspedes que le sirvió como modelo para la dantesca casa de doña Bartola. Mientras vivía en Monterrey, presentó un cuento para el premio que ofrecía la revista La Palabra y el Hombre en Jalapa, Veracruz. Compartió el premio con Sergio Pitol y fue a Jalapa para recibirlo. Allí conoció al rector de la Universidad Veracruzana, Roberto Bravo Garzón, quien le ofreció trabajo. Así que en 1980 se mudó a Jalapa con sus pocas pertinencias, entre ellas un VW apodado Alimaña.
Las experiencias de los primeros años en Jalapa se narran en la serie de novelas que ha llamado El libro de la vida: tal libro está constituido por Las noches de Ventura/Buenabestia, como primer volumen, La pequeña maestra de violín como segundo, La hermosa vida, tercero (hasta ahora publicados) y un cuarto volumen inédito que ha anunciado bajo el título de La plenitud del amor.
El dos de marzo de 1985 contrajo matrimonio con Leticia Luna Varela, natural de Orizaba, Veracruz. Esto ocasionó un cambio radical en su forma de vivir, y aún más el nacimiento de sus dos hijos, Héctor Javier y Sebastián, hechos que le han convertido en un hombre más tranquilo y regular en sus hábitos, aunque siguen su productividad literaria a un paso nada despreciable y su carácter polémico, así como su deportivismo, que a los 58 años lo mantiene activo en el basquetbol.
La vida familiar también ha repercutido hasta cierto punto en lo que escribe. Aunque el enfoque de sus novelas no ha variado de forma evidente, ha abierto otras posibilidades para sus cuentos. En años recientes ha escrito cuentos infantiles que le hicieron merecedor del Premio Nacional de Cuento Infantil Juan de la Cabada 1998.
La vida de Garramuño a lo largo de los años ha estado colmada de premios literarios y reconocimientos nacionales e internacionales. Su libro de relatos más conocido, Cuentos para después de hacer el amor lleva a la fecha once ediciones en Colombia, México y España. Su novela más reciente El amor y la muerte, publicada por Alfaguara, ha sido un clamoroso éxito de crítica.
Tal vez la razón por la cual Aguilera Garramuño no sea conocido como un autor de primera línea, con libros disponibles en todas las librerías de habla castellana, se halla en el hecho de que vive en la provincia mexicana, de donde sale poco, particularmente en los años más recientes. En la actualidad está trabajando en una larga novela titulada El sentido de la melancolía, obra que según el autor tiene a la fecha 1111 páginas y en la cual piensa trabajar varios años más.[1]

Un cuento para después de hacer el amor con una mujer a la que posiblemente no volvamos a ver


La mano que se había aferrado a mi camisa se abrió y los dedos se extendieron como para atrapar a un ave invisible que pasaba en ese instante. Las pestañas cayeron sobre los ojos y ocultaron al mundo. Acaso en ese momento quisieras guardar en la retina un pequeño paraíso relegado por mucho tiempo. ¿Qué importa la eternidad si tenemos el instante? Con seguridad pensaste en otro momento similar, acaso más hermoso, pero, ¿crees que la perfección puede alcanzarse una y otra vez? Somos lo que fuimos, y tanto tú como yo, al vivir el presente estamos viviendo todos los pasados y todos los futuros posibles. Me preguntabas si te quería un poco, un poquito. Claro, te quería, te quiero, más que un poquito. Pero no pienso que el amor tenga nada que ver con la propiedad privada. Creo, por el contrario, que el amor es fugacidad y misterio. El amor es lo que no se repite. Porque lo que no se repite es como un acto original, que guarda en sí lo que es y lo que puede ser, pero que no se agota en la rutina. La sonrisa más bella es la que libera al ser humano de los monstruos y las cadenas. Esa sonrisa, de placidez, de abandono, la vi en tu rostro. Fue como estar al lado de la imagen de Dios. Cada mujer es Dios cuando sonríe al alcanzar la plenitud, pero es el Demonio cuando se arrepiente de haberla alcanzado. En la Biblia cuando el narrador quiere decir que un hombre hizo el amor con una mujer, escribe: Abraham conoció a Sara. Porque todo el juego de la palabras y los gestos previos, esa batalla de alejarse y acercarse, de negar y afirmar, de recorrer parques tomados de la mano y contemplar el cielo, las aves, de entrar a iglesias y mirar a los ojos de los niños, es un juego al escondite en el que uno mismo es a la vez el amigo y el enemigo. Cuando buscas en los demás hallas en ti mismo. Hombres y mujeres buscan conocerse. Vamos por el mundo como ciegos con las manos adelante pero no nos atrevemos a tocar las cosas. Nos basta, en muchas ocasiones, con las descripciones que los demás hacen del mundo. Debíamos caminar por el mundo desnudos, pero andamos desnudos. En lugar de darnos las manos deberíamos darnos el sexo. Sólo así nos conoceríamos verdaderamente. En cada ser se revela el universo y al conocerte me entregaste las llaves de un sitio extraño, poco visitado, como uno de esos paisajes de sueño que vemos desde la altura de nuestro vuelo. A veces el soñador, como un ave, se posa por un segundo en una rama florida. Quisiera quedarse allí y gozar de la brisa. Pero el viento lo empuja y no tiene más remedio que volar.

Al abrir los ojos después de conocerte, tuve un vislumbre de la placidez. Pero me aterrorizó. Soy ave de tormentas. La paz es una forma de la muerte. Quiero la vida y los instantes.

Te quiero mucho.

Marco Tulio Aguilera Garramuño
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 642

El mar


Me preguntaban cómo era el mar. Yo les contaba que en boca de los pescadores, el mar es siempre mujer y se llama la mar. Que es salada y que cambia de color. Les contaba cómo las grandes olas vienen rodando con sus crestas blancas y se levantan y se estrellan contra las rocas y caen revolcándose en la arena. Les contaba de la bravura del mar, que no obedece a nadie más que a la luna, y les contaba que en el fondo guarda buques muertos y tesoros de piratas.

Eduardo Galeano
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 637

Eduardo Mendoza

Leo Eduardo Mendoza

 Nació en Oaxaca de Juárez, Oaxaca, el 4 de julio de 1958. Narrador. Estudió lengua y literaturas hispánicas en la UNAMy cine en el CCC. Ha sido profesor en la UNAMy en la Universidadde Chapingo; coordinador de talleres literarios en la Delegación VenustianoCarranza; corrector de estilo en el Departamento de Publicaciones de la ENEP-Acatlány en la Editorial RM; coordinador de la sección cultural de El Universal; miembro del consejo de redacción de Textos de la UAS; jefe de redacción del noticiero “Hoy en la Cultura”; redactor, investigador y realizador del programa “Águila o Sol” de C-11. Colaborador de Bembé, Cantera Verde, Crítica, Crónica, El Día de los Jóvenes, El Universal, Galeras, La Gaceta del FCE, La Jornada Semanal, Opus 123, Papeles Celtas, Revista Mexicana de Cultura, Río Subterráneo, Textos de la UAC, Tierra Adentro, y Tinta Seca. Becario del FONCA, 1994; y del FOECA-Oaxaca, 1996. Premio Nacional de Ensayo del INJUVE 1973. Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí 1988 por Relevos australianos. Premio de Cuento del VI Concurso Nacional Literario de la Sociedad de Escritores de Oaxaca 1994.[1]

Primera variación sobre la máquina

P´al Nacho

Supongamos que la máquina perfecta fue creada indestructible, eterna. Con capacidad para alimentarse de cualesquier manifestación de la energía. Supongamos que por siglos ha soportado los cataclismos que sucedieron antes y después de la desaparición de la humanidad. Supongamos que el planeta tierra ya no existe, ni el sistema solar y que la máquina viaja porquiensabeque regiones del espacio.

Supongamos que por algún extraño hilo conductor decide trabajar nuevamente y el silencio sideral se de interrumpido por extraños ruidos de teclas y engranajes; luego, la nada… hasta que una voz metálica comienza a atronar en el espacio:

—¡Hágase la luz! Y separemos la luz de las tinieblas y llamaremos a la luz, día y a las tinieblas, noche.—

Eduardo Mendoza
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 635

Arrabal

Arrabal

 

De Fernando Arrabal  hay mucho qué decir:

Es un escritor y cineasta nacido en Melilla (España) el 11 de agosto de 1932. Reside en Francia desde 1955.

 «El universo de Arrabal es un mundo fantástico que no se parece a nada conocido o imaginado; el grado de su desemejanza alcanza el límite de lo concebible: sólo se asemeja a sí mismo»:  Milan KUNDERA

Arrabal ha publicado trece novelas. Precisamente una de ellas  prologada por el propio Milan Kundera: «La matarife del invernadero».  Con «La torre herida por el rayo» consiguió el  Nadal de novela  y el Nabokov internacional.

 «El conocimiento que aporta Arrabal está teñido de una luz moral que está en la materia misma de su arte»:     Vicente ALEIXANDRE

«Arrabal  desde  su adolescencia no ha cesado su búsqueda-huída de su padre y su trágico destino. Esta constante pesquisa  ha permitido al autor permanecer siempre alerta   gracias a su obra.  Arrabal es un  solitario. Su  inconformismo es un ‘handicap’ y un privilegio.»: Luis Alberto de CUENCA

El ‘Teatro Completo’ de Arrabal (Melilla 1932), en dos volúmenes de más de cuatro mil páginas ha sido publicado porla Colección‘Clásicos Castellanos’   de ‘Espasa’ y  por «Everest». 

«El excepcional valor humano y artístico de Fernando Arrabal le ha izado a la primera fila de los escritores de hoy»: Samuel BECKETT

 Ha escrito varios libros de ajedrez,   centenares de libros de poesía (ilustrados por, entre otros,  Dalí, Magritte, Picasso,  Yue Minjun y Zhang Xiaogang ) …   y su famosa ‘Carta al General Franco’ en vida del dictador. 

«Una obra gozosamente lúdica, rebelde y bohemia… es el síndrome  de nuestro tiempo de campos de concentración y alambradas»:  “Diccionario de literaturas”, Editions  BORDAS.

Arrabal ha dirigido  siete largometrajes «de culto”: VARIETY 

“Con sus películas Arrabal es al cine lo que Rimbaud fue  à la poesía”: R.BRUCKBERGER

«Arrabal es el único superviviente de los cuatro  avatares de la modernidad: Dada, Surrealismo, Pánico y Patafísica»:    Mel GUSSOW

A los  diez años consiguió  el  premio nacional de «superdotados».  A pesar de ser uno de los escritores más controvertidos de su tiempo, ha recibido el aplauso por su obra:    el Gran Premio de Teatro dela Academia Francesa, el Espasa de Ensayo, el Worlds Theater, el Mariano de Cavia de periodismo, el Wittgenstein de filosofía, el  Alessandro Manzoni di Poesia,la Legiónde Honor francesa o el título de Doctor honoris causa porla Universidad Aristóteles.

 « Si no existiese Arrabal ¡habría que inventarlo ! »: Juan GOYTISOLO[1]

Y PARA SEGUIR HABLANDO DE ARRABAL REVISEN:

http://en.wikipedia.org/

Fernando Arrabal

http://www.arrabal.org/

 


[1] Datos e imágenes enviados por el propio autor vía e-mail

Florentino Chávez

 

Florentino Chávez

¿Quién es él? De condición ciudadano y de convicción docente y creador y poeta. Nacido en nuestra ciudad en 1942. Con una cantidad mayor a la decena de libros (poesía y narrativa) en su haber. Pluma itinerante que conoce su propio conflicto ético y estético, que no desdice el recorrido de su inicial naturalismo a la predilección de la finura evocativa que provoca la imagen. Incertidumbre, evanescencia, la mirada de soslayo y el asombro salvaje, la ficción y la pugna con el lugar común de la realidad aparente… es lo que, como mínimo, se ha dicho de su obra. La búsqueda del aforismo del instante narrativo a partir del regionalismo diletante.

Hombre de historias, con timbre de voz terso y enjuto: camina en mitin, hacia 1965, al lado de Efraín Huerta, Thelma Nava, Alejandro Aura, Andrés González Pagés, Pablo Cabrera, Felipe Koh Canul…; camina jubilado (de júbilo) tras veinte años de servicio académico enla UAQy con la implacable realidad manifiesta del saberse añejo; camina laureado con la presea “Germán Patiño Díaz” en aquel tan cercano 2005, año en que, a iniciativa de Miguel Aguilar Carrillo, le fue reconocida su trayectoria como profesor y poeta; camina y cuestiona duramente, en ese mismo año, a la organización e invitación parcial que se hizo a los autores queretanos para asistir a presentar libros en la XXVI Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería: “los organizadores no tienen ni idea de los que es una Feria Internacional” comentaba al conocer el programa de la feria. Camina. No tarda en llegar al café de siempre, del fondo.

Recuerda que hace casi cuatro años le profería a Alejandro Guillén León, en entrevista para BARROCO (Domingo 27 de febrero de 2005), que “la poesía no está explícita al poema o a la letra impresa, es vital, anda por las calles, anda desnuda, anda en discos sencillos”. En entrevista realizada, unas horas después de la toma de posesión de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, para el autor de Bitácora de albatros “hace cuatro años todavía teníamos a Bush… afortunadamente hoy lo despedimos, aunque la mayoría de esta generación está como él: sin empleo”. Revira hacia la creación y sentencia: “en la poesía, tal vez allí llegó mi creación, en esa época. Ya a partir de esa época lo que he estado haciendo es reescribir, borrar, corregir… creo que es importante ser ante uno mismo. Pero ya que eres, la única forma de seguir siendo es hacer bien las cosas. Creo que la escritura cada vez te invita a que realices con mayor calidad el oficio de la creación”.

“Hay una etapa que es la más rara de la creación, pero también la más fácil, Cuando estás en ella es lo normal, pero una vez que desafortunadamente sales de ella no siempre se mantiene la creación. Suceda por medio de pequeños vestigios y señales, más o menos como el nacimiento de una flor. Una vez que sucede hay que trabajar”.

El título de su nueva obra El tiempo esteta y las florecillas del trébol (Fondo Editorial de Querétaro, 2008) seguía siendo un enigma para su propio autor: “yo me enteré de la aparición de este nuevo libro el domingo; yo pensé que ya no salía por la reducción de los presupuestos. Este trabajo desde que lo entregué no lo he vuelto a ver, ni para su corrección”. Pero desvela la inclusión de la entidad fundadora: “creo que el personaje es el tiempo y el espacio, es el aquí pero de varios atrases, porque son diversas las voces que se congregan para testimoniar el lugar desde distintos ángulos, y esa es la temática: el lugar y los espacios”:

El recorrido por dichos espacios abiertos, cerrados, húmedos y secos, un hábitat imaginario donde radica “envuelta la ciudad en sombras siderales, como si nunca más fuera a amanecer”, donde “yace la ciudad ensamblada en los pórticos de la noche virreinal”, de la soledad del desierto hacia la apertura del mar, es para su autor “una forma de volar para los de Tierra Adentro, añoramos demasiado el mar o, cuando menos, estamos navegando mentalmente, eyaculando en el mar, dentro del mar de la relación amorosa”.

En El tiempo esteta… su autor dispone “textos dispersos que corresponden al principio de lo mismo, la identidad de la región, con excepción del último. El tiempo me dio la impresión de que era un esteta sin compasión, sin piedad. Yo veo a una amiga después de algunos años y me dice: ‘¿no te acuerdas de mí?’, el tiempo me revela a alguien que conozco pero también que desconozco… pero el tiempo esteta es también un gran cirujano que nos purga las heridas”.

Los personajes que dilapidan encuentros y situaciones en El tiempo esteta… “son tan al margen de la historia, no tienen nada que ver con la hoja de la sección de sociales ni con posturas académicas, es gente aparentemente sin historia, ágrafa, del pueblo pero urbana”. En otros casos las situaciones urbanas donde convergen estos personajes, que existen en la memoria y en el tiempo recobrado, evocan las constantes polémicas entre lo tradicional y la alteridad del personaje ajeno, inserto por consecuencia y marginal por convicción (“Transpiro interrogantes incógnitas, propias del eterno estudiante: Uno fuera de las aulas, es un extraño en sí mismo”).

Nuestro entrevistado recula la postura y reconoce al icono “no hay comparación entre lo que hizo Francisco Cervantes y lo que hacemos el resto, precisamente hace cuatro años le dije a Alejandro: ‘A ver si ahora que ya no está Pancho nos voltean a ver’ (ríe); Pancho era una creador universal; yo me quedo aquí en la región”. Y ante la figura del monolito, nuestro entrevistado asevera: “No va por ahí la competencia, no hay riña. El buen creador no te hace sombra, al contrario, te ilumina, te marca el camino aunque no lo creas o lo veas, y no es porque el gran creador lo quiera marcar, sino que obedecen fielmente a ese espíritu que lo rige, como Cervantes, como Paz, como Fuentes…”

A las generaciones emergentes de nuevos creadores “no les hace falta acudir a la influencia, con ellos mismos se bastan, los textos que he leído de nuevos creadores gozan de una combinación espiritual muy rica, muy variada, desde todas las vertientes del arte… anda muy bien la generación”, apunta.

Sabedor de su tiempo, de su memoria, de su espacio, el autor revela: “la poesía se consume en dosis casi de arsénico, casi milimétricas… por algún tiempo sentí que la literatura era lo más natural en la vida, pero no lo es tanto. Escribir ya es una de las artes más tardías, estamos en el crepúsculo de la hoja manuscrita, donde los tirajes no deben de ser ya tan voluminosos”.

Se le pregunta: ¿Se vive de la poesía?, lacónico contesta: “se vive en, por y para la poesía, pero no todos podemos ser estrellas, en la poesía necesitas, como en el fútbol, un representante… si no, ¡ni los Gallos Blancos te vienen a buscar!”

El esteta es Florentino Chávez y El tiempo esteta… es el tiempo recobrado de Florentino Chávez, ilustre en fondo y forma, lúcido de tiempos y espacios: “¡Si existe el infierno, es…. de chile! Desde entonces juró que en su vida, volvería a trabajar con sus manos. Y lo cumplió”.[1]

 

Sara Gallardo

Sara Gallardo

Nació y murió en Buenos Aires. Su primera novela, Enero (1958), situada ya en la “América salvaje, imposible de catequizar” que sería el escenario de todos sus relatos, le valió un inmediato reconocimiento de la crítica, y fue traducida al checo y al alemán. Siguieron las novelas Pantalones Azules (1963), y Los galgos, los galgos (1968), que obtuvo un gran éxito de público, el Primer Premio Municipal y Premio Ciudad de Necochea con un jurado compuesto por Leopoldo Marechal, Aldo Pellegrini y Juan Carlos Ghiano. Eisejuaz (1971), alucinado monólogo de un indio mataco en busca de la santidad, y los relatos de El país del humo (1977) son habitualmente considerados sus obras maestras, sobre el camino luminoso de Juan Rulfo o Mario de Andrade. La rosa en el viento (1979), su último libro, fue escrito en España, primero de una serie de países por los que erró, junto a sus hijos, hasta el fin de su vida.

Escribió una monumental y atípica obra periodística, para Confirmado, Primera Plana y otras revistas durante los años sesenta y setenta, y luego para La Nación, de la que fue corresponsal en Europa. Publicó los relatos infantiles: Los dos amigos y Teo y la TV, ambos de 1974, Las siete puertas, de 1975, y ¡Adelante, la isla! (1982) que incluye un breve texto autobiográfico. Desde la inclusión de Eisejuaz en la Bibliotecade Clásicos Argentinos, que dirigió Ricardo Piglia, y después de un largo olvido, su obra ha sido redescubierta y valorada como uno de los hitos más originales e intensos de la literatura argentina del siglo XX.[1]

A mano


El más tranquilo de los hombres, en el bar me consultan. Soy juicioso por cierto. Acuclillado en el cajón de lustrador miro pasar la gente. O lustro. Conozco los zapatos de mis parroquianos.

“Estoy a mano con la vida” digo. Ellos me admiran.

Estoy a mano, es cierto.

A mi hijo —único— puse un nombre pensado. El del abuelo, el mío, y el que decía la verdad en tercer sitio. Carlos Fidel Deseado. Apellido, González.

Pude costearle los estudios, escuela, colegio, medicina. Se recibió a los veintidós. Lo celebramos con asado. No faltó ni un vecino.

Aquella noche lo mató un tranvía.

Veintidós, ya lo dije.

Tardé treinta años en vengarlo. Veneno. Uno por uno hasta llegar a veintidós. ¿Quién iba a sospechar? La nieta de mi hermana completó la cuenta.

Estoy a mano con la vida, es cierto. En calma, miro pasar la gente. Los mozos me consultan. Soy juicioso. Doy consejos, el corazón frío.

Sara Gallardo
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 629

Engaño traición estafa


Mercaderes ávidos nos cambian sin que lo sepamos, porque los cambios mínimos nadie los nota, y así los malditos nos sustituyen célula por célula, hoy por ejemplo en la punta de la nariz, mañana en el dedo pequeño del pie, nos van quitando nuestro ser e instaurando fracciones mínimas del de otra u otras personas. Naturalmente que al cabo de cinco años sospechamos la estafa y no enfurecemos, pero a esas alturas ya todo es peligroso, porque a lo mejor somos enteramente la otra persona por quien nos han sustituido, y cualquier cambio podría resultarnos contraproducente.

Así, caso asombroso de dos personas transformadas mutuamente en la otra a través de un largo proceso, al terminar éste gritaron, cambiaron de lugar y fue como si nada hubiera pasado. Las sustituciones nunca son tan simples como en este caso de improbabilidad casi infinita. La variación de materiales es mucho más compleja; el surtido de combinaciones sorprende, y la pesadumbre de uno al saber que anda todo repartido por allí, inagotable. Las amenazas de incesto son vagas, pero persistentes; el sobresalto de reconocerse en cierta córnea cierto poro cierto lunar, indefinido pero omnipresente.

Lo bueno de estas cosas es que le pasan solamente a otros.

Luis Britto García
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 620

Misterios del perfeccionamiento humano

El sacerdote había aconsejado a su penitente que reprimiera los pecados de la carne, no sólo en ella sino en los prójimos también. Procurando atender a esta recomendación la muchacha se había comprado unos sostenes de resistente estameña con los que apretaba sus senos hasta hacer desaparecer la curva provocativa, colocaba alrededor de su cintura una almohada de plumas que disimulaba eficazmente la angostura del talle y procuraba que sus medias estuvieran torcidas y con carreras nunca reparadas.

Y fue de esta guisa como —inocentemente— provocó los malos deseos de un ser incierto, cuyo sexo no pudo ser claramente determinado.

—Persevera, hija; estás en el buen camino —tranquilizó el confesor a la penitente anegada en lágrimas confusas.

Y para dar este consejo, se apoyaba muy sagazmente en las conclusiones del cálculo estadístico y en el simple juego de las probabilidades.

Luis Martín Santos
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 617

Ednodio Quintero

Ednodio Quintero

 Nace en El Resbalón en Las Mesitas, parroquia General José Félix Ribas, en el Municipio Boconó del Estado Trujillo. Desde poca edad empieza a recorrer otros poblados de la región: Niquitao, Boconó,La Quebrada, Burbusay, entre otros, en compañía de su padre Felipe Quintero.

Luego vive en Mérida sus primeros años de estudiante universitario. Hace estudios en Bélgica becado por el Estado venezolano. Obtiene el título de ingeniero forestal y  se desempeña como profesor dela Universidadde Los Andes.

Ha dado a conocer una extensa obra como narrador a través de publicaciones nacionales y extranjeras. Ha publicado: La Muerte Viaja a Caballo (1974), Volveré con mis Perros (1975), El Agresor Cotidiano (1978) y La Línea de la Vida(1988), extraordinarios volúmenes de cuentos que luego reescribirá y reeditará en Cabeza de Cabra y Otros Relatos (1993), los cuales le han valido reconocimiento por parte de críticos y lectores.

Su primera novela fue, La Danza del Jaguar (1991), la cual sigue siendo uno de sus mejores textos narrativos y le granjeó estimación como escritor importante en Venezuela. En 1991 publicó  una pequeña novela: La Bailarina de Kachgar.  Publica en 1995 la novela breve El Cielo de Ixtab y un nuevo libro de cuentos: El Combate  por UNAM, de México, país que ha ido adquiriendo notable importancia para la difusión y creación literaria de este autor. En 1997 publica el Diario de Donceles. En el año 2000 da a conocer su valioso libro de cuentos El Corazón Ajeno y la novela Lección de Física.  La reescritura está siempre presente como una constante raigal en este autor. 

  Como ensayista publica porLa Universidad del Zulia dos relevantes libros sobre su ars poética y en torno a sus lecturas y reflexiones  De Narrativa y Narradores (1996) y Visiones de un Narrador (1997). En internet puede hallarse el ensayo “Escribir a Voluntad: La Libertadcomo Consigna”(2000), otra reflexión sobre el acto creativo del narrador en la contemporaneidad.

 Ha sido traducido a varios idiomas: inglés, francés, italiano y portugués. En el haber de sus premios figuran el de Cuentos de El Nacional, de Caracas (1975), y  el de la notable Revista El Cuento, de México (1974). En 1994 obtuvo el Premio «Miguel Otero Silva» dela Editorial Planetapor su novela El Rey de las Ratas, la cual consideramos una de sus obras menos afortunadas. En 1992  obtuvo el Premio de Narrativa Breve del ICI (Instituto de Cooperación Iberoamericana) por su libro Soledades y del Premio de Narrativa del CONAC (Consejo Nacional dela Cultura) porLa Danzadel Jaguar.

También ha incursionado en el cine como guionista de los films Rosa de los Vientos (1975) y Cubagua (1987).

Ha sido eficiente organizador dela Bienalde Literatura “Mariano Picón Salas” de Mérida junto con un grupo de entusiastas del arte literario y de los libros. Ha publicado para niños el hermoso cuento El Sur (2000).

Actualmente vive con un pie en Mérida y otro en México[1].

 

Crimen perfecto


De tanto leer novelas de crímenes aquel hombre terminó ideando el crimen perfecto. Se propuso poner en ejecución el infalible plan. Cuando todo estuvo listo se dio cuenta que le faltaba algo fundamental: la víctima. Obvió la dificultad girando el cañón de la pistola exactamente 180 grados. Apretó el gatillo. Sin embargo algo falló y el criminal fue castigado. Lo encerraron en un estrecho cajón y lo metieron tres metros bajo tierra. Que nosotros sepamos todavía no se ha escapado.

Ednodio Quintero
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 614

Tratemos de seguir


Además de ir con las manos atadas, voy también sin pies, aunque no sea nada nuevo para mí. Toda la gente que conozco tiene pies y, según dicen, es bastante cómodo para caminar, pero yo no hallo otro medio más confortable para hacerlo que posar mis muñones en el delicioso asfalto de la calle. Y les aclaro esto, no precisamente porque tenga mucha importancia, sino porque forma parte de mi extraña existencia. Sé igualmente que Ulises no tenía pies. He hablado con el viejo Homero en sueños, y siempre me comenta su confusión al intentar colocarse los coturnos. Ustedes se preguntarán por qué tanto empeño en guardar secretos, si se trata precisamente de aclarar la situación. Yo les diré que los secretos aclaran las cosas. Una tarde Penélope caminaba por el parque, cabizbaja. Nosotros, Homero y yo, la vimos. No quería hablar con nadie. Dijo que guardaba muchos secretos. Al fin pudimos darnos cuenta de que sus secretos éramos nosotros mismos. Todo se aclaró. No sé si realmente han llegado a entenderlo. Es un secreto.

Gabriel Jiménez Emán

No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 612

No. 90, 1984
Tomo XV – Año XIX
Pág. 266

Carlos Maggi

Carlos Alberto Maggi Cleffi

(Montevideo, 5 de agosto de 1922)

Es un escritor, periodista, historiador y dramaturgo uruguayo.

Siendo abogado, incursionó en diversos aspectos de la vida intelectual del Uruguay.

Escribió diversas obras teatrales (La trastienda, La Biblioteca, La noche de los ángeles inciertos, El patio de la torcaza, Frutos), ensayos (El Uruguay y su gente, Gardel, Onetti y algo más, Artigas y su hijo el Caciquillo) y narrativa (Cuentos de humor-amor). Ganó en seis oportunidades el premio a la mejor obra de teatro nacional estrenada en Uruguay. Escribió y dirigió el cortometraje “La raya amarilla”, que ganó el Gran Premio del Festival de Bruselas en 1964.

Redactó la Carta Orgánica del Banco Central del Uruguay y fue directivo del SODRE. Sus notas periodísticas de Marcha y El País (“El producto culto interno”) han tenido gran repercusión.

 En 2010 adhirió al movimiento Concertación Ciudadana, cuyo Comité Ejecutivo integra.

Si bien con un estilo definidamente ensayístico y no académico, que lo ha convertido en un autor muy accesible al público en general, ha sido, junto con Daniel Vidart y José Pedro Barrán, uno de los autores más perseverantes en el cuestionamiento de la cultura uruguaya. El propio Maggi se ha denominado ha sí mismo, en reiteradas ocasiones, como un “culturalista”, es decir, como alguien que piensa los problemas de la realidad según «los hechos formativos de la gente».

Es considerado uno de los mejores dramaturgos de la historia uruguaya junto a Florencio Sánchez.[1]

 

La valija


Sucedió que fuimos a comprar una valija y la única buena era demasiado cara.

—No importa —dije— compramos una del mismo tamaño aunque no sea de cuero; esa, por ejemplo.

—Pero es muy fea —dijo mi mujer.

—Se le pone una funda.

—¿Y adentro? ¡Es ordinaria!

—Adentro se le hace un forro.

Pero mi mujer, que es de una lógica impecable, dijo:

—Si hacemos una funda para afuera y un forro para adentro, ¿para qué compramos una valija?

Tenía razón y decidimos no comprar nada.

Caminamos unos pasos y ella se entreparó, me tomó del brazo y produjo esta hermosa conclusión:

—Si no hay valija en el medio, el forro tampoco se necesita.

—La funda, vista por dentro, puede quedar fea —aventuré yo, aplicando su premisa anterior; pero Isabel dijo:

—A la funda se le hace costura inglesa y queda reversible, con lo cual ya no hay ni forro ni funda, sino otra cosa, algo único y doble a la vez; aunque te digo —agregó pensando intensamente— nuestra intención es llevar la ropa con la cual viajamos ¿no es así?

—Claro —dije yo.

—Y bueno, Fabián —se me quedó mirando— si la ropa sola ya es demasiado problema, ¿a qué complicarse la vida llevando otras cosas, y dobles, para peor?

Por ser fiel a esa lógica, es que traigo todo así, sobre los hombros. Yo se. Parezco un ropavejero, un desgraciado, pero es por ser fiel a mi mujer. ¡Es tan inteligente!

Carlos Maggi
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 611

Duda eterna


El día del Juicio Final, Dios juzga a todos y a cada uno de los hombres.

Cuando llama a Manuel Cruz, le dice:

—Hombre de poca fe. No creíste en mí. Por eso no entrarás en el paraíso.

—Oh, señor —contestaba Cruz—, es verdad que mi fe no ha sido mucha. Nunca he creído en vos, pero siempre te he imaginado.

Tras escucharlo, Dios responde:

—Bien hijo mío, entrarás en el cielo; más no tendrás nunca la certeza de hallarte en él.

Gabriel Cristián Taboada
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 608

La luz


Estuve ausente quince días, lo que no es mucho, pero a mi vuelta sentí que algo había cambiado. No podía descifrar qué era. Todo era igual y todo era distinto. Empecé a ver cosas que antes no había visto. Nada importante, sino pequeños detalles. Noté una mancha en la pared del hall, hojas secas en los helechos del living, en el baño grande vi un mármol rajado… Cosas que deben de haber estado antes. Me parecía que llegaba a todos lados más temprano, pero no era así. Lo que más me intrigaba era la expresión de Carlos, algo hosca y distraída. Hace tanto que nos hemos casado que nunca pensaba mucho en él. Había dado por descontado que era parte indisoluble de nuestra vida de familia. Creí que yo le estaba dando demasiada importancia a todos esos detalles casi invisibles. Esperaba con impaciencia que Carlos volviese a la tarde, para seguir estudiándolo. Pero fue de mañana que me di cuenta de lo que pasaba. Entre en la cocina a las seis y media como todos los días para calentar el agua para el mate, y me di cuenta que ya no necesitaba prender la luz. “¡Eso es lo que pasa! Los días se están volviendo más largos y el sol alumbra más. Por eso a mi vuelta vi cosas que antes habían pasado inadvertidas”. Por eso desconocía las cosas familiares. ¡Hacía tanto tiempo que no las dejaba! Desperté a Carlos, me pareció que tenía mala cara. Casi no habla. Y cuando se puso el saco del traje vi sobre la tela gris un pelo largo negro. Yo soy rubia. Si no me hubiese ido quince días no lo habría notado.

Alina Molinari
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 599

Un cuento

Yo no creía en el diablo, ni en el cielo ni en el infierno. Hasta aquel día en que llegó el diablo y me aventó por las escaleras. Morí. Ahora tampoco creo en el cielo ni en el infierno, pero aquí estoy en este lugar sin paredes, sin techo, sin piso, en esta silla y en esta mesa, terminando de escribir este cuento.

Alfredo Flores Richaud
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 605

Xavier Villaurrutia

Xavier Villaurrutia

Xavier Villaurrutia, nació en la Ciudad de México en 1903, y murió en su ciudad natal en 1951. Fue poeta, crítico literario y dramaturgo, realizó estudios de teatro en el Departamento de Bellas Artes y escribió varios guiones de cine. Junto a Salvador Novo y Torres Bodet, de quienes fue amigo desde la preparatoria, sentaron las bases de la generación de los poetas contemporáneos, que luego reunió a numerosos intelectuales del Siglo XX mexicano.

Abandonó sus estudios de Derecho para dedicarse a la literatura y estudió teatro en la Universidad de Yale, becado porla Fundación Rockefeller.

En su obra poética y teatral predomina el tema de la muerte. La angustia, la impotencia y la soledad se conjugan en este poeta y dramaturgo surrealista, que tuvo la influencia de López Velarde. Son ejemplos de este género en poesía: “Reflejos” (1926), “Nocturnos” (1933), “Nostalgia de la muerte” (1938), “Décima muerte” (1941) y “Cantos a la primavera y otros poemas” (1948).

Entre sus obras teatrales pueden mencionarse: “Autos profanos” (1943), “Invitación a la muerte” (1944), “La mulata de Córdoba” (1948) y “Tragedia de las equivocaciones” (1951).

Entre sus novelas debemos citar “Dama de corazones” (1928).

Tradujo autores españoles y fundó dos revistas, junto a Salvador Novo: Ulises en 1927-1928 y Contemporáneos en 1928-1931. Fundó el Teatro Ulises en 1928.

Entre 1943 y 1946 creó la revista “El hijo pródigo” junto a José Bergamín.

Sus obras completas se publicaron en 1953.

Póstumamente, fue homenajeado en 1955, denominando Xavier Villaurrutia al premio establecido para distinguir escritores.[1]

 

 

Historia sagrada


En el momento en que Caín mató a Abel, todos comprendimos que Caín era, de los dos, el poeta. El ojo de la providencia sigue a Caín, desde entonces, por todas partes. En un principio, Caín quería ocultarse del testigo ocular, y huía. Pero ¡cómo huir de una obsesión sin provocarla, sin hacerla más fuerte y, también más bella! A fin de cuentas, cuando el ojo sin sueño tardaba en aparecer, Caín lo echaba de menos, se impacientaba. Sucedió lo que tenía que suceder: Caín acabó por no mirar con sus ojos sino a través del ojo que lo miraba.

Xavier Villaurrutia
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 603

Alicia María Uscanga Lavalle

Alicia María Uscanga Lavalle

Nació en Veracruz, Veracruz, el 31 de marzo de 1946. Narradora, poeta y ensayista. Estudió letras modernas y la maestría en ciencias del lenguaje en la UAP. Ha sido locutora de radio y televisión; profesora universitaria; articulista, columnista de Arte y Cultura, Desde Galerías, Pasaporte Abierto y Perfiles, y editorialista de El Heraldo de México.

Premio Tiempo y Espacio 1979.
Primer lugar en los Juegos Florales de Cholula de Rivadavia 1980.
Primer lugar en los Juegos Florales de Fresnillo 1980.
Primer lugar en los Juegos Florales Nacionales de Valladolid 1981.
Premio Certificate for Excelence in Poetry 1982, Estados Unidos.
Primer lugar en los Juegos Florales de Lagos de Moreno 1983.
Medalla della Velpescara 1983, Italia.
Premio Teatro Infantil del Concurso Celestino Gorostiza 1985.
Premio Villa Alesandra 1985, Italia.
Primer lugar en el II Concurso de Cuento y Leyenda Poblana 1985.
Primer lugar en los LVIII Juegos Florales de Mazatlán y Juegos Florales de Iguala 1986.
Primer lugar en los Juegos Florales Nacionales de Fresnillo 1987.
Primer lugar en poesía de la Unión CatólicaFemenina Mexicana 1988.
Primer lugar en poesía del Certamen Poético del Círculo Español 1990.
Premio Estatal de Periodismo Programa Imagen y Palabras 1990, Puebla. Primer lugar de cuento Concurso Nacional del Círculo Español 1991, Puebla. Primer lugar en teatro Concurso de Cuento Leyenda, Poesía y Teatro Poblanos 1992.[1]

… de Ana María Shua

En el año 75 yo tenía 24 años, era redactora publicitaria y quería ser escritora. En esa época la carrera de publicidad no existía, y los creativos de las agencias eran casi todos escritores, sobre todo poetas. Un compañero de trabajo, Ramón Plaza, narrador y poeta, me regaló un tesoro inefable: diez números de la revista El cuento, imposible de conseguir en Buenos Aires. Los nombres científicos del género todavía no existían: ni minificción, ni microrrelato, en El cuento los textos se llamaban «cuentos brevísimos». Se publicaba a los mejores autores del pasado y del presente, sobre todo latinoamericanos pero también europeos. Para mandar al Concurso Permanente de Cuento Brevísimo de El Cuento empecé a escribir mis primeros textos, el comienzo de lo que sería mi primer libro de microrrelatos, La Sueñera. Los envié con una carta a Valadés. No gané ningún concurso ni fue publicado ninguno de mis textos: en cambio Valadés me publicó la carta, en la que le prometía un menú especial para visitas si venía a Buenos Aires: pollo flambeado con cerezas a la crema. En el 76 Valadés vino a mi ciudad, pero había comenzado la dictadura yo estaba a punto de irme a vivir Francia. Ya había levantado el departamento y no podía cocinarle su pollito. En mi torpeza juvenil, no se me ocurrió que Valadés me quería conocer y le daría lo mismo si íbamos a comer a cualquier parte, de modo que me disculpé y no nos vimos. Después no supe nunca más de él. No contestó a ninguna de mis cartas, nunca conseguí que me suscribieran a El Cuento, a pesar de que mandé un par de cheques (o quizás sí, pero la secuestraban en el correo…) y creí que jamás había sido publicada en El Cuento. Ahora, gracias a esta maravilla que ha creado Alfonso Pedraza, me he enterado de que Valadés sí se acordó de mí, y muchos textos de mi Sueñera fueron publicados en la revista. Fue muy emocionante saberlo y estoy enormemente agradecida Pedraza por esta tarea tan hermosa, y no sólo por mis textos, sino por tener la posibilidad de acceso a esa selección de micros deliciosa y perfecta que hacía El Cuento.

Ana María Shua   

 

 

 

 

 

Ani Shua, El cuento y el doc. Pedraza