Picasso y el argentino

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Vos sabés que los argentinos somos así, que andamos por todo el mundo como en la estancia; pero lo que te quería contar era lo del pibe aquel que decía que era pintor, allá en París, y se fue a ver a Picasso. Y le dijo: Che Pablo, vos por andar con esos cubismos a que no sabés pintar un triángulo. Y Picasso, medio picado no le dijo nada sino que tomó un papel precioso, de esos carísimos, y un carboncillo: si no lo pinto éste va a creer que soy un cojudo. Y lo pintó con mucho cuidado, casi perfecto, como que lo hubiera querido. Ujú, dijo el argentino, ahora fírmamelo para demostrarle al mundo que sabés pintar un triángulo. No jodás, le dijo Picasso. Vos lo que querés es que te regale 10,000 francos de los nuevos. Mejor pedímelos. Y le dijo el argentino: Si te los pido no me los das porque sos tacaño y el triangulito nada te cuesta. Lo pintastes(sic) en un segundo. Vos decidís. Entonces Picasso pensó: éste sabe que soy tacaño. Ahora gano y se lo regalo. Y le regaló el triangulito firmado y todo. Y el argentino salió en carrera a venderlo en la esquina, en un puestecito disimulado que hay allí para esta clase de Picassos y le dieron los 10,000 francos, de los nuevos, en el momento. Al día siguiente Picasso fue por su Picasso y lo puso en su estudio, con marco y marialuisa. Y llegó el argentino y no lo vio, pero le dijo: ahora ya somos socios. El todo París sabe ya que yo te enseñé a pintar un triángulo. Debemos quemarlo y yo desaparezco mediante un módico Picasso de los buenos. Es lo que te conviene. Y Picasso como que estaba molesto le dijo: Vos crees que soy pelotudo. Yo te desaparezco y no quemo el triángulo que ya vale 15,000 francos de los nuevos. Y le dio. Y el argentino se fue corriendo a venderse por el triple de lo que valía porque llevaba en la cara un manazo puro Picasso, que Picasso ya no pudo comprar por más que quiso, a pesar de que tenía sus propias huellas digitales. Como te decía, los argentinos somos así.

Ernesto Mejía Sánchez
No. 54, Julio-Septiembre 1972
Tomo IX – Año IX
Pág. 155

El certero

Envió sus cuentos al concurso del Brevísimo y se le contestó:
“Sus amplias facultades imaginativas y su exuberante narrativa nos obligan a publicar 11 de sus 10 cuentos enviados. Atentamente. El editor”

Rodolfo L. Rosas
No. 54, Julio-Septiembre 1972
Tomo IX – Año IX
Pág. 153