Juan Carlos Moyano Ortiz

JUAN CARLOS MOYANO ORTIZ. Nació en 1959. Poeta y escritor. Es uno de los directores más destacados del Teatro Colombiano. Comenzó su actividad teatral en 1975 con el Teatro Taller de Colombia, en el que permaneció diez años, como actor y dramaturgo en espectáculos como «Cuando las marionetas hablaron» (1975), «El profesor Prometeo» (1976), «La cabeza de Gukup» (1979), «El Inventor de sueños» (1982).

En 1984, decide retirarse y crea, junto con otros directores, actores y artistas de diversas disciplinas la experiencia denominada Ensamblaje. Durante la década del 80 realiza los siguientes espectáculos: Simbiosis (1985, con Ensamblaje); Mayakovski, poema trágico para circo y teatro (1986, con el Circo Invisible); Rumipamba, epopeya fantástica del Valle de Atriz (1987);La Tempestad, versión libre de la obra de Shakespeare (1988).

En 1989, funda el Teatro Tierra y dirige Los ritos del retorno (1989) y El Enano (1991). Simultáneamente, adapta y dirige la novela Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez con el título de Memoria y olvido de Úrsula Iguarán (1991-92, con el Colectivo Cien Años de Soledad, nombre que posteriormente tomó el colectivo Ensamblaje). Este espectáculo fue la primera y más exitosa versión de la gran novela de García Márquez en Latinoamérica. Fue un rotundo éxito en el Festival Internacional de Manizales de 1991 y en el Festival Iberoamericano de Bogotá de 1992 y con él recorre las principales ciudades de Colombia y los sitios neurálgicos de la sensibilidad nacional en una gira que se denominó Expedición al Corazón de Macondo.

Después, realizaLa Brujao el sueño de las tormentas (1993, con el Teatro Tierra, Beca de creación Colcultura), Sexus (1995, con el Colectivo Cien Años de Soledad, Beca de creación Colcultura), y después, con el Teatro Tierra, los siguientes montajes: Los Demonios de Dostievsky (1997); Epocalipsis, revelaciones para multiplicar el estrés (1997); La nueva prehistoria (1998); El nombre del mundo es Bosque (1999).

Después de años de viajes, ahora vive y crea en Bogotá[1].

El disparo

Esa mañana se colocó, como era su costumbre, frente a la imagen que le devolvía siempre el pulido y amplio espejo del armario. Hizo su rutinario ademán de “quieto o disparo”, desenfundando el revolver 38 Smith Wesson, de dotación oficial, pero la duplicada figura, en el fondo del cristal de roca, se movió con más rapidez y le encajó limpiamente, entre ceja y ceja, el disparo que el uniformado siempre quiso hacer.

José Marcelo del Castillo
No. 100, Septiembre-Diciembre 1986
Tomo XV – Año XXII
Pág. 695

El ladrón poseido


Un hombre sediento de oro, del reino de Qi, se vistió elegantemente y fue a caminar por la plaza. En cuanto llegó a la tienda del comerciante en oro se apoderó de una pieza y desapareció.
Días después fue aprehendido y le preguntaron:

—¿Por qué robaste el oro en presencia de tanta gente?

—Cuando tomé el ro —contestó—, no vi a nadie. No vi más que el oro.

Lie Yukou (600 ó 400 a.n.e.)
No. 100, Septiembre-Diciembre 1986
Tomo XV – Año XXII
Pág. 694