El de damas, el de caballeros, el de ajedrez


Ella: Pero al final, qué querés, ¿algo perfecto como el ajedrez?

Él: El ajedrez no es perfecto.

Ella: ¿Por qué no es perfecto?

Él: Porque las mujeres no lo juegan.

Ella: ¿Por qué las mujeres no lo juegan?

Él: Porque no es perfecto.

Isidoro Blastein
No 79, Septiembre 1977-Marzo 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 631

Un día de estos

Diariamente desfilan frente a mí centenares de personas, de nacionalidades diversas, que ocultan su hipocresía, egoísmo y maldad detrás de sus antejos y cámaras fotográficas.

Es un desfile interminable de seres que vienen a verme como una rara y curiosa pieza de museo. Pocos son los que me conocen en realidad, los que sienten el mensaje que mi gesto y actitud transmiten, y para ellos —a veces— cambio mi dureza por una sonrisa. Las luces de flashes y reflectores me caen como fuego; me toman desde diversos ángulos, me estudian detenidamente con curiosidad malsana. Gracias a que estoy tras una barrera protectora, me salvo de las manos que quisieran tocarme, palpar mi enmarañada barba, mi rostro duro, mis nervudos brazos, las venas de mis manos o los pliegues de mi túnica.

Los siglos han ido acumulándose sobre mi marmóreo cuerpo; mis músculos tensos no aguantan más; esta túnica me pesa inmensamente, cargada de polvo centenario, y a veces siento que mi cuerpo cruje, como queriendo realizar el movimiento que mi actitud promete…

Quizás no espere más. Un día, cansado de este desfile de autómatas que vienen a verme, mis piernas se alzarán, mis ojos cobrarán vida, toda mi musculatura desfogará la fuerza que contiene… y arrojaré las tablas de la ley, las de los Diez Mandamientos que —gracias a un escultor genial llamado Miguel Ángel— sostengo desde hace cuatro siglos. Las arrojaré sobre éstos que no las han respetado ni se acuerdan de ellas.

Y cuando esto suceda, yo seré solamente trozos de mármol; fotografías y dibujos de lo que fui: la estatua perfecta e imponente esculpida por un genio. Y quien quiera encontrarme o saber de mí, tendrá que buscar el nombre de MOISÉS en el capítulo del Éxodo, entre las páginas del Antiguo Testamento.

Salvador Herrera García
No 79, Septiembre 1977-Marzo 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 629

El paraíso

Yo estuve en el paraíso. Ahí, todos los deseos se cumplían. El lugar era hermoso y el clima perfecto. Nada turbaba la tranquilidad. No se podía discutir con nadie ni poseer una sola mujer. (Ni siquiera estaba permitido gritar.) Me pasaba los días en una modorra continua. Era tan aburrido, que solicité mi traslado al infierno… y aquí estoy de nuevo.

Héctor Canales G.
No 79, Septiembre 1977-Marzo 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 625

Julio Torri

Julio Torri

Nació en la ciudad de Saltillo (estado de Coahuila) el 27 de junio de 1889 y murió en la ciudad de México el 11 de mayo de 1970.

Hizo sus primeros estudios en su ciudad natal, en el Colegio Torreón y en el Ateneo Fuente.

En 1908 se trasladó a la ciudad de México para seguir la carrera de abogado, y en 1913 se graduó enla Escuela Nacionalde Leyes.

En 1909, con un grupo de escritores y pensadores —entre los que figuraban el dominicano Pedro Henríquez Ureña, José Vasconcelos, Antonio Caso, Alfonso Reyes y otros— fundó el Ateneo de la Juventud. De 1916 a 1923 dirigió con Agustín Loera Chávez la colección de los cuadernos «Cultura», de los que escribió algunos de los prólogos.

Al ocupar José Vasconcelos la Secretaríade Educación Pública, fue fundador y jefe del Departamento de Bibliotecas, y después director del Departamento Editorial, que publicó la bien conocida colección de autores clásicos universales. Secretario de la Embajada de México al centenario de la independencia del Brasil (1922), presidida por José Vasconcelos, y de la transmisión del mando presidencial de la Argentina(1923).

Fue profesor, principalmente de literatura española, en la Escuela Nacional Preparatoria (durante 36 años) y en la Facultadde Filosofía y Letras hasta 1964, y el más antiguo profesor de tiempo completo. En 1933 se doctoró en Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México.

De su primer libro, Ensayos y poemas (1917, reeditado en 1938), hay versión al inglés (1938), y del segundo, De fusilamientos (1940), al alemán.

Miembro Correspondiente de la Academia Mexicanade la Lengua el 14 de enero de 1942, y de Número el 11 de julio de 1952, pronunció su discurso de ingreso el 21 de noviembre de 1953, sobre La «Revista Moderna de México». En ese mismo año fue nombrado profesor emérito de la Universidad. Fue durante varios años profesor en los Cursos de Verano de la Universidad Nacional de México, y asistió en dos ocasiones como profesor visitante a los organizados en San Antonio (E.U.A.) por la Universidadde Texas. Perteneció a esa clase de escritores refinados que desprecian todas las formas de literatura superficial y farragosa, y que se rebelan contra lo que puede considerarse como un abuso de la palabra. Sus amigos de juventud y sus compañeros de escuela lo recordaban como humorista malicioso y travieso, y esta nota no desaparece nunca de sus escritos. Gustaba de la brevedad y quintaesencia. Excelente prosista, de las formas literarias escogió las más breves: el poema en prosa, el ensayo corto, los pensamientos, las máximas, las reflexiones agudas. En el poema en prosa siguió las dos corrientes principales del género. Una, cuyo maestro es Baudelaire, de naturaleza poética, como los que tituló Circe y La balada de las hojas más altas, y la otra pintoresca, descriptiva y de fino dibujo, cuya inspiración principal la encontró en el volumen Gaspard de la nuit de Aloysius Bertrand. De este último género son sus Fantasías mexicanas y Vieja estampa, de ambiente virreinal -que imitó Genaro Estrada en su Visionario de la Nueva España (1921)- y El raptor y La feria, de sabor nacionalista y popular. Sus ensayos son siempre breves y oponen -con elegancia, ingenio e ironía- ideas originales y con frecuencia paradójicas. Sus principales modelos eran escritores ingleses, especialmente Robert Louis Stevenson y Charles Lamb. Entre sus mejores ensayos pueden citarse En elogio del espíritu de contradicción y La oposición del temperamento oratorio y el artístico. Una vez terminados sus estudios profesionales, fue toda su vida profesor de literatura española en la Facultadde Filosofía y Letras; recorrió varias veces los programas de esa asignatura, desde la producción medieval hasta los escritores del siglo XX. Este constante contacto con el tema le permitió redactar un magnífico resumen de La literatura española (1952 y ediciones posteriores) de la colección de Breviarios del Fondo de Cultura Económica. Excelente manual de estilo limpio y elegante, de juicio seguro y de sólida erudición. En 1964 reunió en un volumen -titulado Tres libros- toda su obra original: Ensayos y poemas, De fusilamientos-ya publicados antes- y uno inédito: Prosas dispersas, que, entre otras páginas interesantes, contiene algunos recuerdos de sus compañeros del Ateneo de la Juventud. Tradujo al español Las noches florentinas de Heine (1918) y los Discursos sobre las pasiones del amor de Pascal (1942).[1]