Xenias


Una vez hubo un hombre que escribía acerca de todas las cosas; nada en el universo escapó a su terrible pluma, ni los rumbos de la rosa náutica y la vocación de los jóvenes, ni las edades del hombre y las estaciones del año, ni las manchas del sol y el vapor de la irreverencia en la crítica literaria.

Su vida giró alrededor de este pensamiento: “Cuando muera se dirá que fui un genio, que puede escribir sobre todas las cosas. Se me citará —como a Goethe mismo— a propósito de todos los asuntos.”
Sin embargo, en sus funerales —que no fueron por cierto un brillante éxito social— nadie le comparó con Goethe. Hay además en su epitafio dos fallas de ortografía.

Julio Torri
No 79, Septiembre 1977-Marzo 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 623

El asesino

Soy un asesino. Tal vez les aterrorice el absoluto cinismo con que lo confieso, pero en realidad, me gusta mucho mi profesión, y hasta puedo decir que la disfruto mucho. Me gusta hacerlo lentamente, perseguir a mi víctima, asediarla, acorralarla hasta un final en que sólo quedara uno de nosotros, y ese seré yo. Ahora mismo, lo estoy haciendo. Lo tengo atrapado y tengo cubierta la única salida. Y él lo sabe. Está cansado de la larga persecución que le he impuesto, y ya no puede sostenerme el paso. Lo tengo acabado. Este ha sido un magnífico trabajo. Unos momentos más, y habré ganado la bolsa que me tengo merecida por esta exquisitez. Ahora silencio… se está moviendo, pero lo tengo al alcance. Trata de escapar, pero doy mate con una magistral jugada de caballo.

Salvador Virgen
No 79, Septiembre 1977-Marzo 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 621

Cameramen

Sentados a la mesa, en la terraza, Helmut y Jack contemplan el mar y conversan. Helmut le muestra una foto y mientras Jack observa, Helmut evoca… Recuerda a Helmut, el nazi, arrastrándose penosamente sobre la quemante arena del Sahara. La sed le agobia; el sudor y la fatiga han tendido un velo translúcido sobre sus ojos; a través de él cree ver unas vagas sombras verdes. Se frota los ojos y entonces puede contemplar aquel hermoso oasis: la cristalina laguna parece dormir bajo la fresca sombra de las palmeras. Es el oasis más hermoso que ha visto en su vida. El hábito le hace enfocar la pequeña cámara y lo imprime. Después da un paso hacia el oasis. Otro paso. Uno más y cierra un momento sus extenuados ojos. El oasis aprovecha aquel parpadeo para evaporarse y el infeliz Helmut se queda nuevamente desamparado en medio de aquel infernal desierto. Horas después, la patrulla del inglés Jack lo encuentra, moribundo. Lo arresta y le salva la vida.

Ocho años después, Helmut y Jack —excelentes amigos—, observan la pequeña foto.

—¡Pero era un espejismo…!

—Seguro, Jack… seguro —murmura Helmut.

Amós Torres Bustos
No 79, Septiembre 1977-Marzo 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 617

José María Méndez

José María Méndez(1916-VVVV)

Narrador, ensayista y jurista salvadoreño, nacido en Santa Ana el 23 de septiembre de 1916. Su brillante trayectoria en el campo de las Leyes (jalonada de honores y reconocimientos desde sus estudios universitarios, pasando por el ejercicio de la docencia, y culminada en el desempeño de numerosos cargos oficiales al servicio de la Administraciónde su país), le llevó a ser condecorado con el Premio Nacional de Cultura en 1979. Al mismo tiempo, su dedicación al cultivo de las letras lo sitúa entre los maestros hispanoamericanos de la narrativa breve contemporánea.

Pronto se vio que la innata vocación humanística de José María Méndez habría de configurar una de las ejecutorias intelectuales más relevantes de todo el vasto ámbito geo-cultural centroamericano, ya que en 1936 fue galardonado por haber sido el alumno más brillante de su facultad, y cuatro años más tarde triunfó con una espléndida monografía jurídica que, ampliamente difundida por toda Hispanoamérica, le valió una nueva condecoración otorgada por la Universidad de El Salvador. A dicha obra, titulada El cuerpo del delito (1940), le siguió un año después su aplaudida tesis doctoral (La confesión en materia penal), que se hizo acreedora de la medalla de oro concedida por la susodicha Alma Mater.

Así, de forma tan precoz como rutilante, dio comienzo una dilatada andadura jurídica que permitió a José María Méndez ocupar una Cátedra de su especialidad, ser nombrado Fiscal en dos ocasiones, alcanzar los puestos de Vice-Rector y Rector de la Universidad de El Salvador, y ocupar la Presidencia y Vicepresidencia de la Comisiónde Defensa de la Autonomía Universitaria, corporación dependiente de la Uniónde Universidades de América Latina (UDUAL). Además, el escritor de Santa Ana fue honrado con el título de «Abogado del Año» en 1984 (distinción concedida por la Asociaciónde Abogados de El Salvador), y con el nombramiento de «Jurisconsulto más brillante del siglo» en 1993 (reconocimiento otorgado por el Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador). Entre otros muchos premios, honores y condecoraciones, José María Méndez fue también investido, en 1997, Doctor Honoris Causa porla Universidad Tecnológica de su país. A la luz de todos estos cargos, méritos y galardones, no es de extrañar que haya ejercido como Magistrado de la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador entre los años de 1994 y 1997.

Con todo, desde el punto de vista intelectual todos estos honores cosechados en el terreno de las Leyes palidecen al lado de su importancia como creador literario, ya que fue declarado Maestre de la narrativa centroamericana tras haber obtenido en tres ocasiones (1970, 1973 y 1976) el primer premio en los Juegos Florales de Quezaltenango (Guatemala), siempre en su modalidad de cuento. Previamente, José María Méndez ya se había adentrado con fuerza en los círculos literarios de su entorno merced a su libro de relatos titulado Tres mujeres al cuadrado (1962), que fue honrado con el segundo premio en el Certamen Nacional de Cultura convocado en dicho año.

El resto de su producción literaria queda configurado por los títulos siguientes: Disparatario (1957), Flirteando (1969), Espejo del Tiempo (1974), Tiempo irredimible (1977), Cuentos del alfabeto (1992), Diccionario personal (1992), Tres consejos (1994), Antología definitiva (1995), Juegos peligrosos y otros cuentos (1996), 80 a los 78. Cuentos de Chema Méndez (1996), La pena de muerte: un ensayo, tres cuentos y una addenda (1997) y Las mormonas y otros cuentos (1997).

Pero la relación de sus escritos no ha de quedar reducida a esta nómina de títulos, ya que, en medio de una asombrosa lucidez y fecundidad creativa, impropia de un hombre que ya ha pasado los ochenta años de edad, José María Méndez continúa embarcado en numerosos proyectos literarios, algunos de ellos ya a punto de convertirse en letra impresa. Entre ellos, sobresalen la redacción de sus memorias, que saldrán bajo el título de Aunque parezca una novela; la Historia constitucional de El Salvador; la biografía de su padre, el ilustre jurista Antonio Rafael Méndez, que verá la luz bajo el epígrafe de Perfil de un magistrado; y una muestra antológica de su poesía, que saldrá de los tórculos bajo el marbete de Flor de ingenio.

Naturalmente, en medio de todos estos títulos venideros siguen creciendo en la imaginación de Méndez algunos de esos relatos que le han convertido en uno de los maestros indiscutibles de la narrativa breve escrita en lengua castellana. Basta un somero repaso de la relación de títulos expuesta más arriba para advertir su preferencia por el cultivo de este dificilísimo género literario, en el que ha sido capaz de alcanzar algunos logros tan aplaudidos como el de Cuentos del alfabeto, consistente en una colección de relatos escritos, cada uno de ellos, con una sola letra del abecedario.

Como casi todos los grandes escritores de su nación, José María Méndez alternó su cultivo de la creación literaria con una constante presencia en los principales medios de comunicación salvadoreños. Así, fue redactor y, posteriormente, director del famoso rotativo Patria Nueva, donde vertió numerosos artículos satíricos que, tras una esmerada selección, vieron luego la luz en uno de los volúmenes citados en un parágrafo anterior (Flirteando). Lógicamente, esta fecunda actividad literaria y periodística llevó al escritor de Santa Ana a ocupar un puesto distinguido en las más variadas instituciones culturales de su patria, como la Academia Salvadoreña de la Lengua y el Ateneo de El Salvador; e, igualmente, fue nombrado miembro de numerosas corporaciones internacionales.[1]

 


[1]http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=mendez-jose-maria