Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez

(Aracataca, Colombia, 1928)

 Novelista colombiano. Afincado desde muy joven en la capital de Colombia, Gabriel García Márquez estudió derecho y periodismo en la universidad Nacional e inició sus primeras colaboraciones periodísticas en el diario El Espectador.

A los veintisiete años publicó su primera novela, La hojarasca, en la que ya apuntaba los rasgos más característicos de su obra de ficción, llena de desbordante fantasía. A partir de esta primera obra, su narrativa entroncó con la tradición literaria hispanoamericana, al tiempo que hallaba en algunos creadores estadounidenses, sobre todo en William Faulkner, nuevas fórmulas expresivas.

Comprometido con los movimientos de izquierda, Gabriel García Márquez siguió de cerca la insurrección guerrillera cubana hasta su triunfo en 1959. Amigo de Fidel Castro, participó por entonces en la fundación de Prensa Latina, la agencia de noticias de Cuba. Tras la publicación de dos nuevos libros de ficción, en 1965 fue galardonado en su país con el Premio Nacional.

Sólo dos años después, y al cabo de no pocas vicisitudes con diversos editores, García Márquez logró que una editorial argentina le publicase la que constituye su obra maestra y una de las novelas más importantes de la literatura universal del siglo XX, Cien años de soledad.

La obra, en la que trabajó más de veinte años, recrea a través de la saga familiar de los Buendía la peripecia histórica de Macondo, pueblo imaginario que es el trasunto de su propio pueblo natal y al tiempo, de su país y su continente. De perfecta estructura circular, el relato alza un mundo propio, recreación mítica del mundo real de Latinoamérica que ha venido en llamarse «realismo mágico», por el encuentro constante de elementos realistas con apariciones y circunstancias fantasiosas. Esta fórmula narrativa entronca con la tradición literaria latinoamericana, iniciada con las crónicas de los conquistadores, plagadas también de leyendas y elementos sobrenaturales originados por el profundo choque entre el mundo conocido y la cultura de los españoles que emigraban y la exuberante y extraña presencia del continente latinoamericano.

Tras una temporada en París, en 1969 se instaló en Barcelona, donde entabló amistad con intelectuales españoles, como Carlos Barral, y sudamericanos, como Vargas Llosa. Su estancia allí fue decisiva para la concreción de lo que se conoció como boom de la literatura hispanoamericana, del que fue uno de sus mayores representantes.

En 1972 Gabriel García Márquez obtuvo el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, y pocos años más tarde regresó a América Latina, para residir alternativamente en Cartagena de Indias y Ciudad de México, debido sobre todo a la inestabilidad política de su país.

Su prestigio literario, que en 1982 le valió el Premio Nobel de Literatura, le confirió autoridad para hacer oír su voz sobre la vida política y social colombiana. Su actividad como periodista queda reflejada en Textos costeños, de 1981, Entre cachacos, de 1983, compendios de artículos publicados en la prensa escrita, o Noticias para un secuestro, amplio reportaje novelado editado en 1996 que trata de la dramática peripecia de nueve periodistas secuestrados por orden del narcotraficante Pablo Escobar. Relato de un náufrago, reportaje sobre un caso real publicado en forma de novela en 1968, constituye un brillante ejemplo de «nuevo realismo» y refleja su capacidad para cambiar de registro.

En cine ha intervenido en la redacción de numerosos guiones, a veces adaptaciones de sus propias obras, y desde 1985 comparte, con el cineasta argentino Fernando Birri, la dirección de la Escuela Internacionalde Cine de La Habana[1].

 

Extravío de sueños


Durante muchos años quise escribir el cuento del hombre que se extraviaba para siempre en los sueños. El hombre soñaba que estaba durmiendo en un cuarto igual a aquel en que dormía en la realidad. Y también en este segundo sueño soñaba que estaba durmiendo y soñando el mismo sueño en un tercer cuarto igual a los dos anteriores. En aquel instante sonaba el despertador en la mesa de noche de la realidad. Y el dormido empezaba a despertar. Para lograrlo, por supuesto, tenía que despertar del tercer sueño al segundo, pero lo hizo con tanta cautela que cuando despertó en el cuarto de la realidad había dejado de sonar el despertador. Entonces, despierto por completo, tuvo el instante de duda de su perdición: el cuarto era tan parecido a los otros de los sueños superpuestos que no pudo encontrar ningún motivo para no poner en duda que también aquel era un sueño soñado. Para su grande infortunio, cometió por eso el error de dormirse otra vez, ansioso de explorar el cuarto del segundo sueño para ver si allí encontraba un indicio más cierto de la realidad, y como no lo encontró se durmió a su vez dentro del sueño segundo para buscar la realidad en el tercero, y luego en un cuarto, y en un quinto. De allí —ya con los primeros latidos de terror— empezó a despertar de nuevo hacia atrás, del quinto sueño al cuarto, y del cuarto al tercero, y del tercero al segundo, y en su impulso desatinado perdió la cuenta de los sueños superpuestos y pasó de largo por la realidad. De modo que siguió despertando hacia atrás, en los sueños de otros cuartos que ya no estaban delante sino detrás de la realidad. Se perdió en la galería sin término de cuartos iguales, se quedó dormido para siempre, paseándose de un extremo al otro de los sueños incontables sin encontrar la puerta de salida a la vida real, y la muerte fue su único alivio en un cuarto de número inconcebible que jamás se pudo establecer a ciencia cierta.

Gabriel García Márquez
No 95, Noviembre-Diciembre 1985
Tomo XV – Año XXI
Pág. 57

Bernarda Solis

Bernarda Solis

 Nació el 31 de octubre de 1950. Ella se dedica a escribir mini- ficciones. Estudio Facultad de Filosofía y Letras enla UNAMy en la Universidad de Liverpool.

Ha sido profesora enla ENEP-Acatlán; coordinadora de talleres infantiles de cuento en la Escuela Manchester; investigadora de comunicación social en Comunicología Aplicada de México; jefa de ediciones para la educación artística en la Coordinación General de Educación Artística del INBA; gerente general de Editorial Domés; editora de Bruguera.

Colaboradora de Cuestión, El Cuento, El Universal, Excélsior, La Brújula en el Bolsillo, y Ovaciones. Premio Nacional de Cuento Efraín Huerta 1986 por Con un bull para la cruda

Aun vive y tiene 60 años de edad.

Un fragmento de una mini-ficción que ella escribió es: “sabía que si intentaba cruzar de nuevo el periférico lo atropellarían, entonces se recostó sobre sus 4 patas, hasta que sangre y viseras y pelo se hicieron polvo.

Bernarda trabajo y ha trabajado para la editorial INBA[1].

 

El dragón dorado

El semáforo en señal de alto, y yo casi al frente del cruce de peatones, con los vidrios semiempañados por la lluvia de la tarde, meto el pedal del freno y aguardo.
Se acerca con la cara negra, estopa y gasolina en la mano, me ve dentro del auto y extiende la palma pidiendo una limosna. No, le digo que no con la cabeza, que no traigo. Ve mi pulsera de oro en el brazo, mi saco de piel, mis aretes de brillantes, hace un buche de gasolina, de su boca explota una llama que ilumina la tarde, su cuerpo da un giro en el aire, un torbellino rojo con dorado se dibuja en la atmósfera, avienta un coletazo que se estrella en la defensa de auto, un arañazo que casi arranca la puerta, la garra negra que se agarra a la moldura del faro, el semáforo en verde, aprieto el acelerador, y sin esperar a que se quite del frente, arranco.

Bernarda Solis
No 95, Noviembre-Diciembre 1985
Tomo XV – Año XXI
Pág. 53