Salir de aquí

Con la cabeza entre las manos, acodado en la mesa, dijo en voz muy baja salir de aquí. Dijo salir de aquí en voz alta y cuando lo repitió gritando acató bruscamente sus palabras. Salió de la casa corriendo, atravesó corriendo el pueblo cuyas paredes lentamente se hacían blancas en el lento amanecer. Dejó atrás la última casa pintada de cal brillante. Siguió corriendo por el camino polvoso que divide los monótonos trigales. No respondió al saludo del campesino que lo llamó primero por su nombre y luego por el apellido de su antigua familia. Llegó jadeando a orillas del monte, pero ni entonces se detuvo. El sol mordisqueó su espalda durante el fatigoso ascenso. Alcanzó el pico al mediodía y contemplando las otras cimas rocosas sintió que aquel silencio hacía surgir su rabia. Gritó salir de aquí. Lo gritó tres, cuatro veces, mientras escuchaba rebotar de roca en roca: salir de aquí… salir de aquí…, salir… de aquí salir… de aquí.

Sabina Berman
No. 80, Abril-Septiembre 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 784

Guillermo Cabrera Infante

Guillermo Cabrera Infante.

(Gibara, Cuba, 22 de abril de 1929 – Londres, 21 de febrero de 2005).
Escritor, periodista y crítico de cine.

En 1941 se traslada con su familia a La Habana y allí empieza a escribir, por lo que abandona sus estudios de Medicina y comienza a trabajar en diversos oficios, ingresando en 1950 en la Escuela de Periodismo de Cuba.

En 1951 funda la Cinemateca de Cuba junto a Néstor Almendros y Tomás Gutiérrez Alea, y lo dirige hasta 1956. Trabaja como crítico de cine con el seudónimo de G. Caín desde 1954, en el semanario Carteles, del que tres años más tarde es redactor-jefe. En 1959, tras el cambio político en Cuba, se le nombra director del Consejo Nacional de Cultura y, a la vez, subdirector del diario Revolución. Poco después es director del magazine cultural cubano Lunes de revolución, desde su fundación hasta su clausura en 1961.

Durante el primer gobierno de Fidel Castro (1962-1965) es enviado a Bruselas como agregado cultural y también como encargado de negocios, pero sus discordancias con el nuevo gobierno llegan a su punto máximo en 1968, cuando concede una entrevista a la revista argentina Primera Plana criticando al régimen cubano; esto provoca una fuerte reacción en Cuba que le lleva a abandonar su cargo diplomático. Pasa una temporada en Madrid y, más tarde, pide asilo político en Inglaterra donde se nacionaliza, fijando su residencia en Londres.

El conjunto de su obra es una especie de «collage» de La Habana prerrevolucionaria, además de una síntesis de la ideología del autor; considera que el compromiso no es indispensable para hacer una literatura crítica y que, en ciertas condiciones, el goce estético sirve también para cuestionar los poderes establecidos.

El erotismo está presente en toda su obra, pero siempre «en función de la parodia y de la risa, cosa que un autor erótico no haría nunca», según dice él mismo. Siendo el cine lo que le atrae e impulsa al comienzo su actividad cultural y periodística, marcha a Hollywood y se convierte en el primer escritor latinoamericano guionista, con títulos como Punto de fuga y Wonderwall. Ejerce también como profesor en las universidades de Virginia y de West Virginia y conferenciante en otras universidades americanas, como la de Oklahoma.[1]

Cuento cubano


Una mujer. Encinta. En un pueblo de campo. Grave enfermedad: tifus, tétans, influenza, también llamada trancazo. Al borde de la tumba. Ruego a Dios, a Jesús y a todos los santos. No hay cura. Promesa a una virgen propicia: si salvo, Santana, pondré tu nombre Ana a la criaturita que llevo en mis entrañas. Cura inmediata. Pero siete meses más tarde en vez de una niña nace un niño. Dilema. La madre decide cumplir su promesa, a toda costa. Sin embargo, para atenuar el golpe y evitar chacotas deciden todos tácitamente llamar al niño Anito.

Guillermo Cabrera Infante
No. 80, Abril-Septiembre 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 780