Mi amigo Estanislao toma muy en serio su trabajo de sicoterapista; siempre anda en busca de las desviaciones mentales de todo el mundo, especialmente las de sus amigos. Bondadoso como siempre, ya me ofreció su ayuda para resolver mis “problemas sicológicos”.
—¿Pero cuáles problemas sicológicos? —le pregunté. —si yo no tengo ninguno.
Pero Estanislao insiste; se empeña en que yo he de tener algún problema oculto. Como no quiero ofenderlo, para seguirle la corriente le voy a confesar que estoy apasionadamente enamorado de una joven y esbelta yegua, y que mi problema es que siento ansiedad por no saber si mi amor es correspondido. Y también que al entrar en la casa me siento compelido a dar nueve vueltas en redondo y tocar la perilla de la puerta con la punta de la nariz.
No crea que todo esto sea cierto; claro que estoy exagerando para seguirle la corriente a mi amigo Estanislao. En realidad, no doy más de cinco vueltas y la yegua no es tan joven.
Ramón González
No 79, Septiembre 1977-Marzo 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 651