Hertz, el director de ópera

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Hertz obligaba a las cantantes, durante unos ensayos especiales de movimientos, a hacer su papel desnudas. Para estar completamente seguro de que la postura del cuerpo era correcta tenían que meterse en el orificio anal un lápiz. La dirección que el lápiz señalaba hacia abajo era una prolongación de la línea de la columna, de manera que el meticuloso director podía controlar el andar, el movimiento, los saltos y la postura del cuerpo de las cantantes con precisión científica.

Milan Kundera
No. 121-122, Enero-Julio 1992
Tomo XXI – Año XXVIII
Pág. 141

…de Jorge P. Guillén

… de Jorge P. Guillén

 

Jorge ha querido enviarnos estos textos de reciente manufactura como una forma de testimoniar que su pluma se mantiene activa.

 

La Imaginación

Para Gabriela Sagahon.

 

Entre las cosas que guardaba en su celda estaba una pequeña pintura de un paisaje, no de aquellos paisajes verdes y frondosos ni tampoco marinos y soleados, era una pintura de un invierno siberiano, donde se apreciaban la ausencia de calor, blancos y grises dominaban el lienzo.

Solía dejar su imaginación vagar, adentrarse en los recovecos de su memoria y reconstruir recuerdos y olores, imaginación tan prolija poseía que era capaz de vagar por horas y hasta días si se lo proponía.

Una noche se adentró en el lienzo invernal, camino mucho y perdió la cuenta del tiempo.

Volteo a ver sus huellas en la nieve y estas casi se borraban. El pánico lo inundo.

Aquella mañana cuando los guardias revisaban a los prisioneros encontraron su cuerpo muerto de hipotermia.

 

Sus ojos

 

Desde el momento en que la trajeron se sintió abandonada, sus ojos azules y muertos observaban las cosas y personas de la casa sin perturbar a nadie, sin ser testigos de nada, siniestra aguardando su momento y tan inerte.

La gata venia hasta la cama y se echaba a dormir a sus pies ronroneado mientras descansaba, ya era este el séptimo felino que habitaba la casa desde su llegada y siempre ocurría lo mismo. El animal dormía profundamente y ella repentinamente les brincaba al cuello y de una dentellada les abría una vena y se tomaba la sangre tibia, los dueños de casa creían que eran los vecinos que odiaban a los gatos. Mientras con sus ojos azules y muertos y su hermoso vestido blanco de organza la muñeca los veía; ya les llegaría también a ellos su hora.

 

Memoria

Para Gabriela Sagahon

 

El senior se sentó a escribir el libro de la vida, era imperativo incluir a todos los justos y excluir a los que pretendían serlo, escribió sus mandamientos primero, de manera que pudiese medir resultados concretos, luego decidió listar por apellido y nombre. En el trascurso de escribir la lista se hizo viejo.

Debido a los efectos de la edad en la memoria un día no supo para qué escribía y termino por olvidar aquel libro lleno de nombres de extraños.

 

Bifurcación

Para Jaime Medina.

 

Marco sentía que estaba en una disyuntiva, por un lado la vida sería monótona y por el otro demasiado aventurada, era él lo que llamaríamos un hombre poco convencional, no podría nunca lidiar con el aburrimiento de lo cotidiano y tampoco osaría combatir en una Aventura interminable, debido a esto decidió caminar al filo de la navaja por el resto de sus días y como consecuencia termino por partirse en dos.

 

 

...de Jorge P. Guillén

Jorge P. Guillen

Marzo de 2014

Jorge P. Guillén

Jorge P. Guillén (2)

Jorge P. Guillén

Escribe desde hace 35 años en diversos sitios de la web. No ha publicado libros ni tiene premios literarios. Desde hace 25 años vive en Canadá donde se desempeña como administrador de sistemas computacionales. Su minificción, «El hambriento», fue elegida desde “El Cuento”  para el libro de texto de español de tercero de secundaria, de Editorial Santillana. Su mejor obra fue conquistar a su mujer haciéndole creer que era escritor[1].

 

[1]Datos enviados por el propio Jorge P. Guillén, vía electrónica.

Ser diferente

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Desde que lo recuerdo se propuso ser distinto. Rechazó violentamente el traje que sus padres le indicaban: se opuso ferozmente a que su cabello fuera cortado como el de los otros niños; se negó a participar de los ritos y costumbres familiares; discutió fervientemente, y sin acuerdos, acerca de todo lo establecido. Sus sentimientos, por supuesto, también eran distintos.

Un día, tomándose un café, meditabundo, levantó los ojos y pudo ver horrorizado un conjunto de hombres que se vestían como él, que ostentaban la misma cabellera, que tomaban café, dubitativos, que levantaban los ojos horrorizados.

Mario Rey
No. 121-122, Enero-Julio 1992
Tomo XXI – Año XXVIII
Pág. 135

La travesura

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Escondido en el callejón, saca del bolsillo una piedra y su cauchera. Con un ritual estratégico coloca una dentro de otra, dejándola lista para disparar, mira a la derecha, a la izquierda, hacia arriba y zuas.

Minutos después llora en la falda de su madre porque el cielo se cae a pedazos.

Jorge Campo
No. 121-122, Enero-Julio 1992
Tomo XXI – Año XXVIII
Pág. 120

Alergia

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Amaba con especial denuedo la ópera, la opereta, la zarzuela y, por supuesto, a las mujeres. Cierto día descubrió que las cabelleras femeninas le producían una molestísima alergia. Fue entonces cuando decidió viajar a Europa para solicitarle a Ionesco la mano de la cantante calva.

Otto-Raúl González
No. 121-122, Enero-Julio 1992
Tomo XXI – Año XXVIII
Pág. 111

Estampa antigua

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No cantaré tus costados, pálidos y divinos que descubres con elegancia; ni ese seno que en los azares del amor se liberta de los velos tenues; ni los ojos, grises o zarcos, que entornas, púdicos; sino el enlazar tu brazo al mío, por la calle, cuando los astros en el barrio nos miran con picardía, a ti linda ramera, y a mí, viejo libertino.

Julio Torri
No. 121-122, Enero-Julio 1992
Tomo XXI – Año XXVIII
Pág. 105