Las moscas


Yo siempre odié las moscas, el cosquilleo que hacen al posarse sobre la frente o sobre la calva —transcurridos los años la pista de aterrizaje se confunde— el ruido como de pequeños aviones cuando zumban por las orejas. Las odio más ahora que se posan en mis ojos que ya no puedo cerrar, que se me meten en el hueco de mi nariz cuando ya no puedo manotear para espantarlas. Es verdaderamente horrible conservar esta breve lucidez posterior a la muerte, estar tendido cara al sol sobre la propia sangre, sobre el rifle que pocos momentos antes llevábamos al hombro y no pudimos usar, porque caímos en la emboscada.

José María Méndez
No 79, Septiembre 1977-Marzo 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 616

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